Reseña: "Birds of Prey" #23 y #24

¡Hola bati-amigos! Retomamos los acontecimientos transcurridos en el #22 y que dieron el pie para el comienzo de un nuevo arco argumental, prometiendo cerrar un círculo que ha permanecido abierto por casi 2 años: el encontronazo de Black Canary con su “difunto” esposo. Claro que dicha reunión no se podría haber llevado a cabo de no ser por la intervención de Basilisk (que no es Kobra), la reconocida red terrorista que ha regresado con nuevos trucos bajo la manga, después de su infructuoso enfrentamiento con el Team 7 en el pasado. Bajo el mando de Regulus, Basilisk ambiciona con poner en marcha el Proyecto Kaizen, un plan con intenciones desconocidas hasta el momento, pero que requiere de las habilidades de Dinah Y Kurt en conjunto. A continuación un resumen de lo acontecido en los dos números. Advierto que hay spoilers. 

El número anterior finalizaba con la intrusión de varios agentes metahumanos de Basilisk, en la nueva base de operaciones de las Birds, dejándolas fuera de combate a todas, incluyendo a Cóndor. Al inicio de este número nos enteramos lo que realmente está sucediendo y que fue lo que ocurrió con las Birds. Debo decir que todo esta escena me recuerda mucho al cómic de Superman: “Para el Hombre que lo Tiene Todo”, escrito por Alan Moore. Uplink es una metahumana que tiene la habilidad de “distraer” a la mente humana con ilusiones e imágenes. Pero dichas ilusiones deben ser idóneas y gratas, para que el que las padezca no desea despertar. Es así como la mayoría de las hojas de este cómic (#23) están ahí para ilustrarnos sobre estos sueños, y para poder adentrarnos en lo profundo de las mentes de cada Bird.

Todo parece marchar bien para Basilisk. Mientras sus enemigos duermen, ellos esperan el helicóptero que usarán para transportar a sus presas. Nos metemos en los sueños de Condor, como era de esperarse, son sucesivos encuentros románticos con Dinah, definitivamente el no va a despertar. Dinah, en cambio, rememora un momento crucial en su vida, aquél en el que asesina a su esposo, pero ahora con un notable cambio: Kurt sobrevive; pero de inmediato la arrebata una extraña sensación de culpa y la imagen de su esposo es reemplazada por la de Condor quien la besa apasionadamente. Dinah mostró pequeños esfuerzos por despertar, pero finalmente siguió durmiendo, perdida en su nuevo amor por Condor.

  
Mientras tanto, en la cabeza de Batgirl, podíamos vislumbrar una vida feliz acompañada de su familia, celebrando lo que parecía ser el Día de Acción de Gracias. Estaba su hermano, que por supuesto no se había convertido en un psicópata asesino. Y también estaban sus padres, que parecían llevarse mejor que nunca. Eran una familia completa y plena, Barbará Gordon jamás había sido tan feliz junto a sus padres, que estuvieron siempre. Otra más que no tenía intenciones de despertar. Pero he aquí la piedra angular en el zapato de Uplink: Strix. Para los que no lo saben, Strix tiene un pasado sumamente terrible y triste, ella y toda su familia se vio afectada por un bombardeo que organizó Japón en la 2da guerra mundial. Ella logró sobrevivir, aunque con lesiones trágicas e irremediables, pero su familia no. Por más feliz que lograra ser su sueño, por más alegre que pudiera parecer la idea de un día de campo junto a su familia, le resulto imposible olvidar su dolor y el trágico incidente se volvió a repetir en su mente. El estallido de la bomba puso final al trance de Strix, que despertó ágil y decidida.

Consiguió librar a Batgirl del trance, tras esquivar el poderoso puño de uno de los agentes de Basilisk. Juntas combatieron con el más grandote del grupo, pero perdieron demasiado tiempo y antes de que pudieran notarlo Condor y Black Canary ya estaban en el helicóptero, todavía dormidos. Cuando todo estaba listo, la metahumana aparentemente líder del grupo y que al parecer tuvo un amorío con Condor en el pasado, despliega aun más el tornado proveniente de sus extremidades y desaparecen al instante. Dinah y Condor se habían ido, Strix y Batgirl se sentían impotentes al ver al helicóptero marcharse y desaparecer en el cielo.

La siguiente escena nos lleva inmediatamente a las instalaciones de Basilisk, donde Canary finalmente despierta de su sueño, rompe con su puño el cristal de la capsula donde estaba confinada, y se sorprende al notar que al lado suyo se encontraba otra capsula conteniendo a su esposo. Regulus observaba toda la escenita por detrás de ella.

Voy a terminar los spoilers aquí, a pesar de que en realidad esta reseña abarca los números #23 y #24. Pero lo más destacable en cuanto al argumento es lo que les acabo de relatar, y sin embargo no puedo quitarme la sensación de que se traba de un mero relleno. Y sí, todo ese relleno de los trances mentales me pareció mucho más interesante que todo lo que se desarrolla en el #24, a pesar de ser sumamente importante para el arco, por lo que su lectura es imperativa.

Por lo que voy a hablar del #24 sin develar detalles. Todo el interés que podría haber generado este arco, al involucrar el inevitable reencuentro de Dinah y Kurt, fue totalmente opacado por la incompetencia de Christy Marx a la hora de establecer un villano (u organización terrorista) interesante, o al menos decente. El guión decae mucho, y por momentos roza lo incoherente y hasta infantil. La verdad es que jamás esperaba que surgiera algo buena de esta organización Basilisk, pero no hay duda alguna que podría haber sido abordado de una mejor manera, sin caer en esos típicos clichés que tanto aborrecemos. En lo único que puedo pensar ahora es en que todo lo referente a Basilisk termine de una vez, y que al menos la guionista logre encaminar el futuro de Kurt y Condor, del cual todavía no se sabe mucho.

En cuanto al arte, tengo que hacer una corrección de la reseña anterior. Yo dije que en los números anteriores se podía apreciar un arte notablemente distinto, a pesar de tratarse del mismo artista: Romano Molenaar. Y ese cambio se lo adjudique a un cambio experimental de estilo por parte de Molenaar, bueno, cambio de estilo las bolas. Estaba ciego, pero ahora puedo ver. Dije cualquier estupidez, el cambio radicaba realmente en el entintado, que al principio estuvo a cargo de Vicente Cifuentes y hace unos pocos números que está a cargo de Jonathan Glapion (Batman). Y aquí sigue estando a cargo del entintado Glapion, y tengo que decir que me gusta más, me agrada, las líneas son más suaves, y por algún motivo los colores se ven más vistosos. De todos modos aprecio el trabajo de Cifuentes, y si vuelve lo estaremos esperando con los brazos abiertos. Me gusto mucho las viñetas de los trances mentales, donde los cuadros eran divididos por una pintoresca y gruesa raya rosa de psico-energía. De resto, el arte pasa bastante desapercibido, pero no es algo que desagrade tampoco, para nada.

        
En conclusión, estamos ante un número promedio y otro bastante mediocre. Decir que es una lástima, que podría haber salido mejor, me parece que sería llover sobre mojado. Creo que Christy se esta viendo obligada a cerrar un círculo que abrió Duane en su momento, y lo hace de una manera abrupta y corta de inspiración, simplemente porque no fue idea suya y sólo esta saldando la deuda del guionista anterior. Al menos es mi sensación. No le daré puntaje todavía, porque quiero esperar a ver como concluye todo, que no será en el siguiente número porque nos toca un tie-in de Zero Year. ¡Así que nos vemos en la próxima reseña!

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