A
TRULY EVIL BASTARD
Título: Ragman’s Souls
Guión: Tom Taylor
Arte: Mike S. Miller
Color: J. Nanjan
Ésta, créanme, es una muy mala semana para
querer ser John Constantine. En
realidad, casi todas las semanas han sido malas para ser Constantine desde que el individuo aquel abriera por primera vez
sus ojos de la mano del papá más oscuro que uno pueda imaginarse, Alan Moore, en un número casi
mitológico de The Swamp Thing en la
primera mitad de los ochenta.
Pero ésta... esta
semana es la peor de todas...
Porqué está es la semana en que se publica el “Injustice: Gods Among Us - Year Three” #8 y apenas
comenzado el Tercer Año —o Year Three,
como decimos de pura pretensión— ya todo se ha ido al infierno de forma bastante
literal.
Mas ¿cómo?, se preguntarán ustedes, inquisitivos
lectores. ¿Cómo pudo suceder
éso si
al final del
séptimo capítulo todo marchaba viento en popa para
Constantine y mágicos asociados?
Para los lectores compulsivos de cómics de
superhéroes, aquella no deja de ser una pregunta retórica más bien: la esencia
misma de las historias de malla y capa es justamente ésa, la vuelta de tuerca,
como diría el querido escritor irlandés Henry
James. Rizar el rizo. Encontrarle la quinta pata al gato. Etcétera ad nauseam.
Recapitulemos... Algo así como "Previously
in...".
Tras un desastroso
Year Two en que prácticamente todo el elenco de superhéroes
opositores a
Superman fue borrado
del mapa —y pensar que hay quién me discute por Facebook que
Superman no es fascista...—; fue el
turno de la magia para entrar en acción en este nuevo año. Y
John Constantine,
más motivado por un trasnochado paternalismo que por otra cosa, comenzó a hacerse cargo de la situación a su manera.
A pesar de los malos chistes y la pérdida
sangrienta de más de un aliado, no lo había hecho todo tan mal. De hecho, al
final del capítulo #7 había logrado lo que nadie en la serie: apresar al dictador
kriptoniano y borrar a Batman de “Injustice” —ojo, que la portada no
cuenta—.
Pero todo lo bueno no puede durar, sobretodo si
hablamos de Constantine, epítome del
tipo mala suerte.
Los recursos de Ragman para mantener atado a Superman
mediante las almas condenadas por el mismo kriptoniano, duran lo mismo que diez
pizzas en las manos de Kid Flash —sea
éste Wally West o Bart Allen—.
Como suele ocurrir, casi, casi lo logran. El
problema es ese "casi".
Superman puede estar por fin atrapado, camino de su
condenación, pero tiene aliados... o seguidores... o esbirros... o cómoquiera que los llamemos. Y éstos son
poderosos.
De partida, llega el chicobueno Batson, el primer
y único Captain Marvel. Y con su
truco del ¡Shazam! debilita a Ragman lo suficiente para que, a la
entrada de The Spectre, el vengador
de la sangre termine la labor y libere al dictador —y pensar que DC le va a dar serie propia a ese vueltodechaqueta verde en “Gotham by Midnight”—.
Sip, mala semana para querer ser John Constantine. O, derechamente, para
ser John Constantine.
El “Injustice” #8 cierra con el nigromante boquiabierto —casi en actitud coitus interruptus—, rodeado por The Spectre, Captain Marvel, Sinestro
y Hal Jordan... Y cara a cara con un Superman
más enojado que Lobo con el cambio
de imagen que le hicieron para los New
52… Y éso es muuuucho enojo.
Con un dibujo de líneas rápidas y, en apariencia,
sencillas, Miller da vida gráfica a
la vertiginosa historia de Taylor
para sorprendernos una semana más.
“Injustice: Gods Among Us - Year Three” —¡cómo
nos gusta decir aquello!— avanza con paso resuelto, al estilo de esas matinés
de cine de barrio que dejaban a los niños de más de medio siglo atrás, colgando
del borde de sus asientos, a la espera del siguiente capítulo.
Y sin Batman.
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