HELLO, BRUCE.
Texto:
Scott Snyder
Lápices:
Greg Capullo
Tintas:
Danny Miki
Colores:
Fco. Plascencia
Texto:
James Tynion IV (para “The First Laugh”)
Arte: John
MacCrea (para “The First Laugh”)
Colores:
Michelle Madsen (para “The First Laugh”)
Nada más
comenzar la lectura de “Batman” #37,
nos encontramos con una imagen a página completa del rostro de Bruce Wayne, cortesía del gran
dibujante Greg Capullo, expresión
gráfica del guión de Scott Snyder.
Si ya antes
hemos alabado la labor del tándem Snyder/Capullo,
hoy no podemos avanzar en la reseña de la tercera parte de “Endgame” sin volver a hacer necesario hincapié en la dupla de
artistas a cargo del título insignia del Caballero
Oscuro.
Los aciertos del
guión de Snyder, su cadencia, su
dosificación de la información, el estallido de la acción… Todo en él está
calculado, trabajado finamente como sólo los buenos escritores pueden hacerlo.
Quién no se ha
quejado alguna vez de lo flojo de ciertos episodios, de lo innecesario de
ciertos bocadillos, pero cuando se está obligado a cumplir con determinado
número de páginas en determinado tiempo, tales momentos de lapsus cálami son inevitables y nunca constituyen demérito para el
texto total.
“Endgame” es un título difícil. Difícil porque debe mantener encantados a los
incontables seguidores de Batman.
Porque debe mantener la altura tras arcos como “Court of Owls”, “Death of theFamily” y “Zero Year”. Porque marca
el regreso del Joker, devenido en el villano más importante no sólo del Bativerso, sino de todo el universo DC.
Porque tras los acontecimientos de “Batman: Eternal” —obra también dirigida por Snyder—,
el mundo de Bruce Wayne ha cambiado
notoriamente. Porque, en definitiva, “Batman” siempre será un título demandante.
Greg Capullo, en su respectiva esquina, también ha transformado su línea de dibujo en
la expresión gráfica por excelencia del Caballero
Oscuro. Sus trazos lo han redefinido para las generaciones actuales y para
aquellos que seguimos sus andanzas desde los setenta —caso del que escribe esta
reseña—. Más que los nuevos diseños que Jim
Lee creó para la generación New 52,
ha sido el lápiz de Capullo el que
ha dado corporeidad a este Batman
actual.
Capítulo a
capítulo, nos ha ido construyendo un hombre tan real que no podemos negar que
la potencia de las historias de Snyder
es deudora de la labor del dibujante.
Pero, no nos
engañemos: en el difícil trabajo del cómic, la preciosidad de dibujo no basta.
El detallismo puede ser hasta un impedimento. Cuando hablamos de cómic,
hablamos de texto ilustrado —bande
dessinée, “secuencia de dibujos” al decir de los franco-belgas,
progenitores del mejor cómic mundial—. El verdadero buen dibujante de cómics
es, en palabras sencillas, un director de cine cuya pantalla es la viñeta y la
secuencia, la página completa. Y Capullo
lo es sin duda.
Sus viñetas
están diseñadas con lo justo para el momento del guión que describen. Sus
viñetas se enlazan unas con otras de manera natural, siguiendo esos cortes
característicos de las series de acción, pero siendo capaz de detenerse por un
instante, al estilo de película contemplativa, para regalarnos momentos que
concentran expresión y sentimiento, más decisivos en su inmovilidad que toda
una doble página con el personaje moviéndose en medio de sus enemigos,
repartiendo golpes a diestra y siniestra.
Y la primera
página de “Batman” #37 es un gran
ejemplo de ello. La conjugación perfecta del momentum que vive Bruce
Wayne. Una especie de pico paralelo en las líneas de desarrollo entre el
guión de Snyder y el dibujo de Capullo. Esa sola imagen del rostro de Batman, shockeado, dubitativo,
sorprendido, en expectación, resume todo lo que este número nos entrega en sus
siguientes páginas. En la hermosa recreación de sus ojos, limitados y definidos
por la cauta filigrana de achurados, vemos lo que ha ocurrido en las dos
primeras partes de “Endgame”, vemos lo
que pasa con Wayne justo ahora, y
adivinamos con temor lo que se viene.
El Joker ha golpeado muy fuerte y las
páginas siguientes nos advierten —y constatan a la vez— que todo se pondrá
peor.
Tras la cura
para esta infección que ha vuelto a toda la población en contra de sus seres amados,
Batman deberá enfrentarse al enemigo
primigenio, el gran provocador: Joe
Chill, la serpiente que alguna vez rompió la armonía del paraíso infantil
del protagonista, se encuentra en el punto de inicio de la propagación del
virus. La génesis de los males pasados unida al apocalipsis desatado por las
calles de Gotham, mientras el Demonio
tras la serpiente, se desliza desde debajo de la cama —como el coco que
temíamos de niño— para asustar al mismo James
Gordon y cerrar círculos abiertos tanto tiempo atrás (como parece
recordarnos o, más bien, enseñarnos el nuevo backup de Endgame, donde
Tynion, acompañado por MacCrea esta vez, también comienza a
acercarse a la historia central reforzando la teoría de un horror primigenio
que asola Gotham desde su fundación. “The First Laugh” es una nueva pieza,
indispensable, para entender lo que ocurre —y no ocurre— en “Endgame”).
Como una represa
que colapsa hasta no poder detener el aluvión, Snyder fuerza la trama, iguala los momentos, hasta llevarnos al
clímax del capítulo. Y Capullo
divide una, dos, las veces que sea necesario la página en viñetas cada vez más
asfixiantes que generan nuestra ansiedad y reflejan en nosotros mismos la
ansiedad que Batman y Gordon sufren, cada uno por su lado,
ambos siendo reflejos del otro.
Todo para guiarnos
a la última viñeta cuyo bocadillo, simple, de pocas palabras, nos perturba
tanto como la primera página: Hello,
Bruce.
Un final que
llega en su momento exacto, dejándonos a la espera… La inquietante espera…
Comentarios
En fin, a esperar el anual, a ver si se revela algo en este misterio.