ENTER MARVILA
Título: Awakenings,
part 2
Escritor: Brian
Buccellato
Lápices: Sergio
Davila
Tintas: Juan Albarran
Colores: Rex Lokus
Cuando a Hayao
Miyasaki —el gran director japonés del Estudio
Ghibli— le preguntaron por qué los protagonistas de sus películas siempre
eran mujeres, dio una hermosa respuesta que sólo puede resumirse en una frase
“Porque ellas son la verdadera fuerza de la naturaleza”.
Nosotros, los aspiracionistas
habitantes del tercer mundo —sí, ¿qué se creían, ingenuos? ¿Qué los países
desarrollados ya nos consideran sus iguales?—, tenemos razones de sobra para
asentir ante el maestro nipón: las mujeres en Latinoamérica han sido una gran
fuerza motora. Sufriente. Paciente. Pero principalmente emprendedora.
¿Cuántos de nosotros hemos sido criados por una mujer sola,
que se ha quebrado la espalda por darnos educación, valores, una vida?
Sí. Exceptuando a ciertas mujeres —cofcof… Michelle… cofcof…
Cristina… cofcof.. Dilma… cofcof…—, que dejan bastante que desear; la mayoría
de nuestras mujeres son dignas de admiración y elogios.
¿Y qué diablos tiene todo esto que ver con un cómic digital?
Wonder Woman.
Simplemente, Wonder
Woman.
Porque ha despertado. Y despertado muy enojada.
Wonder Woman, en
una época en que las mujeres eran unas señoritas sumisas de mirada al suelo,
aparecía dándole puñetazos a los más increíbles enemigos y salvando al
enamorado en apuros —Steve Trevor
para ser más explícitos—. Conducta que los conservadores de la época —que eran
aún más conservadores que los conservadores de hoy en día— abominaron.
Pero la dama en cuestión… o más bien, la Amazona, superó
todas las críticas y llegó a nuestros días para ser, incluso, la que le vuele
el trasero a Sinestro, cuando todos
los demás —los compinches de Superman,
quiero decir— han permitido que el ex Green
Lantern prácticamente maneje al kriptoniano
maldito ése.
Sí, ya estamos hablando de “Injustice” de nuevo.
Pero, como Taylor
nos acostumbró, ésta es una serie llena de vueltas de tuerca. Y Buccellato, crucemos los dedos, está
haciendo lo mejor para tomar el testimonio de su antecesor. Así que cuando
esperamos el puñetazo final que le vuele el bigotito cursi a Sinestro, una mano emerge para detener
a Wonder Woman. ¡Superman ha
despertado de su coma profundo, Ares
mediante! (qué gusto habría sido tener a un Ares por acá que nos hubiese despertado a nuestro querido Cerati. Porque este Dios cristiano… Con
razón no tiene terroristas que maten en su nombre…)
Se acabó el sueño y si la Amazona estaba enojada, Superman lo está aún más.
Tras haber visto lo que pudo ser su vida, el dictador vuelve
a sentir la ira creciendo en su pecho. Y, por cosas del guión más que nada,
vuelve a cargarle la cuenta a Batman.
Pero antes del siguiente movimiento, Wonder Woman le quita el anillo y lo destruye —seguramente
consideró que, si iban a seguir peleando a la par, el color no haría juego con
ella—.
Oportunidad que aprovecha el vuelto de chaqueta The Spectre para aparecer y soplarles
la ubicación de la Resistencia.
El capítulo nos deja justo cuando Superman y asociados golpean a la puerta de la Tower of Fate, interrumpiendo la charla entre Constantine y Batman…
Sip… Cuando las mujeres se enojan, las cosas suelen ponerse
muy serias.
Bastó que Marvila
—como la llamaban en Los Súper Amigos, allá por los setenta— despertara,
golpeara la mesa, y todos en la casa se pusieran en movimiento. Algo parecido a
lo que pasaba en nuestras propias casas cuando se nos pasaba la mano
holgazaneando y la “jefa” nos daba esa
mirada.
Tenía razón Miyasaki:
la mujer es la verdadera fuerza en nuestras vidas. Y por estos lares, la que
reparte manotazos cuando nos pasamos de la raya. Y en “Injustice” también…
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