martes, 31 de marzo de 2015
I WAS TOO LATE
Título:
The Sacrifice
Escritor:
Gerry Duggan
Arte:
Shawn Crystal
Color:
Dave Mccaig
“Quizá
siglos de oscura incubación han otorgado a la ruinosa y llena de leyendas
Arkham una peculiar sensibilidad a la hora de ver tales sombras”.
(La
sombra más allá del tiempo, H.P. Lovecraft)
“Arkham Manor” quedará en la
historia de Batman por varias
razones. Algunas tienen que ver con la costumbre que parece asentarse en DC Comics de llevarnos de paseo por el Asilo cada cierto tiempo —como “Arkham Asylum”de Morrison y Mckean, o “Living Hell”de Slott y Sook—. Otras, por las semillas de nuevos enemigos que, sabemos,
volverán para hacerle difícil la vida al Detective —ahí queda un Warren White transformado en el Tiburón
Blanco—. Y aun otras, por la huella que deja en Batman mismo.
Si bien la recibimos en un comienzo alzando la ceja con escepticismo, página a página,
número a número, su historia —y su arte— nos cautivó y nos devolvió la fe en
que todavía pueden contarse grandes historias del Encapotado y de las extensas sombras que proyecta en las almas el
tristemente célebre Asilo.
Enmarcada dentro de
los acontecimientos de “Batman: Eternal”—cuyo desenlace, tanto esta serie
como “Endgame”, nos han adelantado de
una manera u otra—, esta vez la visita cambió de dirección y nos encontramos
cruzando la puerta de la otrora Wayne
Manor, para enfrentar al renovado Asilo Arkham. Y, como no podía ser de otra forma, nada más inaugurado el
recinto, la muerte asoma de las sombras en las esquinas, lo que obliga a Batman a crearse una identidad para
entrar como un interno más, Jack Shaw, y así investigar el misterio tras
las horribles muertes de algunos pacientes.
Nuestro guía
principal fue, no obstante, otra persona: Seth
Wickham, a quien conocimos como un
joven muy perturbado y agresivo. Recurso que ya se había dado en otras
historias de Arkham, donde el eje de
la historia era uno de los internos y Batman
resultaba, a lo más, un invitado ocasional.
Pero aquí
encontramos la primera trampa de “Arkham Manor”: se nos hace olvidar a Wickham en pos de los pasos de Shaw tras el asesino, para revelarnos
su gran importancia recién al final del quinto episodio del cómic. Las
verdades, de la mano de Duggan y Crystal siempre se cobijan en las
sombras.
La mayor virtud de
esta serie fue justamente esa: tomando lo mejor de la tradición de la novela
negra, los autores nos llevaron por pistas falsas, confundiendo nuestra
atención para arrojar luz en los momentos más oportunos.
La búsqueda del
asesino, a quien se le llama Spider
tras ser capturado por Batman —poco
dura la ausencia de la figura oscura del superhéroe en estas páginas—, es sólo
la excusa para contarnos la terrible historia de Wickham y para enseñarnos que los peores enemigos de Batman son muchas veces su
responsabilidad directa o el fruto de su imperdonable descuido. Aquí resulta
evidente lo último: mientras Bruce Wayne es Jack Shaw, recuperamos
al Gran Detective. El investigador cuyo mayor don es la inteligencia. Pero
apenas Batman vuelve a entrar en
escena, es la violencia física la que ocupa las páginas. Violencia tal que
obnubila la mente de nuestro superhéroe y le hace perder de vista lo realmente
importante: Wickham.
Es sólo el
descubrimiento de los padres asesinados por el joven, lo que lleva a Batman a recomponerse y tratar de
enmendar, en parte, el descuido
cometido.
Hemos mencionado en
otras reseñas de este título y de “Batman: Endgame”, que, de alguna manera, nos
han devuelto a un Wayne más humano,
falible. Un hombre caminando entre los semidioses como un igual, pero sólo un
hombre. Agradecemos eso y lo constatamos en este número final.
Sentado en una
limosina tras Alfred, Wayne renuncia a su posibilidad de
recuperar la mansión. Se ha dado cuenta de que su cruzada no es sólo ir de
tejado en tejado por la noche, repartiendo golpes a diestra y siniestra. Tras
los acontecimientos de “Arkham Manor”, empieza él a tomar conciencia de
la responsabilidad que tiene para con los internos del Asilo. El joven Wickham
le ha enrostrado su grave error. Los superhéroes pueden ser un faro para las
almas torturadas, pero —como citamos alguna vez— encender una luz es también
proyectar una sombra…
Podríamos quejarnos
de que este número seis es un mero epílogo, que todo quedó resuelto al final
del número anterior —el asesino atrapado, etc.—; pero a la luz de un análisis
más profundo, descubrimos que éste es el verdadero
cierre de la verdadera historia que
nos contó “Arkham Manor”: la historia de Batman mismo y del catalizador de su
toma de conciencia profunda, Seth Wickham.
Incorporados ya a
la mitología del Caballero Oscuro, quedan Wickham, Clownface, Spider y Meek —el tímido asesino
serial que conocimos en “Batman”#34—. De sobra tenemos razones para
creer que volverán a aparecer en el futuro. El siniestro Doctor Arkham también toma un papel más
importante del que ha tenido tras el fallido reboot de los New 52.
Esta historia ya
tiene un lugar en nuestra biblioteca al lado de otros títulos centrados en el Arkham Asylum.
Pero, quizá lo
mejor, ha remecido el camino de Batman,
devolviéndonos a ratos al Gran Detective que nunca ha debido dejar de
ser, recordándole su humanidad, con sus debilidades y fortalezas, y, en primer
lugar, enfrentándolo con las consecuencias de sus actos.
Las sombras han
sido su guarida por setenta y cinco años… y las sombras cobran renta.
Para pensar que Arkham es, en realidad, el lugar que
más acomoda al Caballero Oscuro.
Etiquetas: Arkham Asylum, Arkham Manor, Batman, Batman: Eternal, Clownface, Gerry Duggan, Jack Shaw, Mansión Arkham, Meek, Reseña, Reseñas, Review, Seth Wickham, Shawn Crystal, Spider
Subscribe to:
Enviar comentarios (Atom)
2 Batcomentario/s:
Me dijeron que esta historia continua en Endgame, ¿es cierto eso o tiene un verdadero final?
Dante: Continúa en "Arkham Manor: Endgame" #1, cuya reseña podrás leer a continuación http://www.elblogdebatman.com/2015/04/resena-arkham-manor-endgame-one-shot-1.html
¡Batisaludos!
Lichu.
Publicar un comentario