Reseña: “Convergence: Batman and the Outsiders” #2

I… GO

Título: The New Normal, part 2
Escritor: Marc Andreyko
Artista: Carlos D’Anda
Colores: Babe Eltaeb

Es increíble cómo las buenas historias se nos hacen cortas. Tras lo visto en el #1 de “Batman and the Outsiders” —y también en esta segunda entrega—, esta sentencia llega casi a doler:
Bajo la consigna de Convergence, hemos sido testigos entusiasmados de algo que echamos de menos muchas veces en los modernos cómics de superhéroes: diversión, colorido y personajes carismáticos y profundos.
“Batman and the Outsiders” no se distingue mucho de cualquier otro título que se ha publicado dentro de Convergence, a saber, un grupo de superhéroes encerrados en su ciudad bajo un misterioso domo cuyo propósito es revelado en la primera parte de la historia, lo que lleva a una segunda fase donde los héroes se enfrentan a los adalides de alguna otra ciudad —por lo general algún villano rescatado— hasta que vencen y salen a enfrentar a Telos, este gigantesco eclesiastés que ha puesto en marcha la ominosa convergencia.


Sí, visto bajo esa óptica, este cómic es uno más de este evento. Pero no es así del todo: al igual que algunos contados títulos presentados las pasadas semanas, este cómic es mucho más que la media. Casi desearíamos que obtuviera regularidad en el Nuevo Universo DC.
Sus autores no sólo consiguen poner al día a este grupo de marginados, sino que lo hacen con la gracia del respeto a lo hecho en décadas anteriores, sin perder la frescura de una época pasada en la que los superhéroes depresivos eran la excepción.
Esta es una historia donde sentimos el deseo de acompañar a nuestros protagonistas, Batman, Metamorpho, Geoforce, Katana, Black Lightning y Halo.
¿Qué importa si sus nombres suenen algo pintorescos hoy en día? ¿Qué importa si, por ejemplo, Geoforce tiene una GF en su pecho? ¿O que sus trajes sean un recorrido por el arcoiris?
Lo que importa aquí es la historia. Una muy buena historia que, aun dentro de las restricciones de Convergence, ha sabido moverse con soltura y atraparnos en el intertanto.


Como anunciaba el anterior número de “Batman and the Outsiders”, los convocados a enfrentar a nuestros héroes es una horda comandada por OMAC —pero no el refrito de Futures End, sino un OMAC cercano a sus orígenes, el atribulado Buddy Blank atrapado en el cuerpo de este ejército de un solo hombre comandado por el omnividente Brother Eye, creado en la primera mitad de los setenta por el gran  Jack Kirby recién emigrado de Marvel Comics—.
Tanto así, que en el número presente, se nos presenta a GodMother, sucesora de Brother Eye, conduciendo a un alienado OMAC contra la zarandeada Gotham. Lo que además nos recuerda que ya no hay nada nuevo en los cómics, sólo nuevas vueltas de tuerca a argumentos ya contados —sí, hablo de Futures End, pero también me refiero a grandes runs como el de Morrison con Batman, que supo reconvertir la mitología clásica del Encapotado y brindarnos una de las más brillantes etapas de Batman pre New 52—.


El desenlace, querámoslo o no, podemos anticiparlo: este grupo de superhéroes es un gran grupo de superhéroes. Sabemos que vencerán. Lo interesante está en la forma que Andreyko y D’Anda nos lo relatan: con la gracia de esos cómics de fines de los setenta y principios de los ochenta que tanto nos emocionaban de niños o adolescentes, pero sin olvidar la cuota de modernidad y severidad justa que los viejotes apreciamos mucho hoy en día y que, de seguro, aprecian los Batfans crecidos durante los noventa, cuando nuestros héroes se hicieron un poco menos juguetones y más ceñofruncidos.
Sin embargo, lo que principalmente atrae en esta historia es el cariño que ha recibido cada personaje: sabiendo que las páginas son pocas cuando eres parte de un evento mayor, aquí se logra en pocas viñetas construir caracteres reales, palpables —que son, en definitiva, los que gustamos de acompañar en su travesía—. Halo, Metamorpho, e incluso OMAC, se nos presentan como seres de carne y hueso… y alma. Son el tipo de héroes —y me atrevo a colocar a OMAC en esta categoría, porque así fue concebido y así, me arriesgo a apostar, es cómo nos lo presentan aquí—  que hacen lo que hacen por un deber superior o por una fuerza que los coacciona. Son los que renuncian a todo por el bien de la mayoría —aunque ese “bien” no lo entendamos del todo—.


En Convergence están en juego las ciudades y, con ellas, todo lo que simbolizan: la sociedad, la comunidad. La polis de los griegos, tan necesaria como sagrada.
Por eso mismo, sólo renunciando al ego propio en pos del bienestar de la polis se puede vencer.
Metamorpho, en ese sentido, es el epítome del héroe en esta convergencia. Y, opuesto a él, aunque con un mismo objetivo y propósito, OMAC. Por ello son tan brillantes como conmovedoras esas últimas viñetas en que Buddy Blank mira a Metamorpho, y éste a aquel. Ambos, reflejos de sí mismo. ¡El tipo de momentum que anhelamos en los cómics y que nos hacen sentir parte de algo especial!


Jack Kirby, de seguro, estaría orgulloso de este rescate que se hace del OMAC original.
Y nosotros, por cierto, estamos orgullosos de que se nos haya dado la oportunidad de volver a revisitar a los héroes de la vieja escuela, la de los grandes ideales y de los enormes sacrificios.

Rezaremos porque vuelvan a tener una segunda oportunidad en el Nuevo Universo DC.

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