INJUSTICE (REAL GODS
AMONG US)
Título: Making Waves
(#17); White Horses (#18)
Escritor: Brian
Buccellato
Artista: Xermanico
(#17); Mike S. Miller (#18)
Colores: Rex Lokus
(#17); J. Nanjan (#18)
Portada: Tom Raney
con Thomas Mason
Hace unos cuatro mil años, un gran dios pronunció esta
ominosa sentencia: “yo […]
abandono mis altares, que si reina en la ciudad triste soledad, sufre
detrimento el culto de los dioses y no suelen ser adorados como antes. Adiós,
pues, ciudad”.
La cita
pertenece a la obra “Las Troyanas”, del dramaturgo Eurípides. Troya ha caído. La ciudad es arrasada. Los hombres, pasados por la
espada. Las mujeres, tomadas como esclavas. El hijo de Héctor, el pequeño Astianacte,
ha sido lanzado al vacío —aunque con el nombre que le dieron sus padres,
aquello parece más una bendición que una ejecución—. Los templos arden. Y
Helena retoza ya en los brazos de su marido Menelao, renegando de su aventurilla.
Y el que habla es el Crónida Posidón, dios de
los mares y de los terremotos.
Gran
defensor de Ilión durante los diez
años de asedio, ahora ve los templos en que se le adoraba caer piedra tras
piedra. Sin nadie que traiga las ofrendas al templo, ¿qué sentido tiene ser una
divinidad? Y se adentra en el Mar Egeo para nunca más volver a emerger.
Y vaticina,
en su acto, el derrotero que pronto tomarán todos los grandes dioses olímpicos.
Abandonar al hombre porque éste les ha abandonado primero. Dejando, de paso, el
terreno libre para que un nuevo tipo de adoración medre en la cuenca del
Mediterráneo. La religión monoteísta judeo-mora-cristiana.
Si aún
siguen leyendo esta reseña y no han corrido a descargarse “Las Troyanas” de Eurípides para leerla… ¡Qué esperan, cerebritos de cómics! No todas
las buenas historias tienen que traer dibujos.
Para los
que sí se han mantenido al tanto de
las reseñas de este año Injusticiero
y, junto con seguirnos en nuestro reporteo de los avatares de Sups, Batsy, Wowo y compañía,
también le han hincado el diente a obras señeras como “La Ilíada” y “La Odisea” y cualquier otro texto que haya citado o recomendado, para todos ellos estos
nuevos números de “Injustice: Gods Among Us” han resultado una
delicia. ¡Y nosotros compartimos esta opinión!
Aún cuando
no nos recuperamos de la intervención del mismísimo Zeus el Tonante. De la desaparición de Harley Quinn. De la pérdida de poderes de Billy Batson. De la
puesta en su lugar a Wowo. De la
retirada de Sups. Después de tooooodo eso… y más, Buccellato introduce al dios más
cojonudo y serio de todos, al glauco Posidón,
aquel que, en el reparto del mundo, le correspondió tomar posesión de los mares
que circundan al globo. El padre de tritones y nereidas. El agitador de las
aguas. El creador de los caballos. Posidón.
Neptuno para los descarados latinos
que se robaron todo el panteón griego y pasando por alto los derechos de
propiedad intelectual, más encima les dieron nombres a su antojo y gusto.
Sí. El
mismo dios que hace tanto tiempo previó que su época había pasado y era la hora
de otros dioses.
Es que
estamos en Injustice. Y en Injustice se permite todo, hasta traer
de vuelta a los dioses de su hogar de retiro.
Pero decir “Injustice” es decir superhéroes. Y decir
superhéroes es decir DC. Y decir DC es decir Aquaman.
Ah, Aquaman. El dios de los mares, por así
decirlo, en el panteón de los Súper Amigos. Lo que no deja de ser un
hallazgo: si él es equiparable a Posidón…
¿es Superman parangón de Zeus...? ¿Y Batman? ¿A quién podríamos equipararlo? ¿A Hades? Para quienes hacen una lectura concienzuda de “Injustice” —como si el profesor de
Teoría Literaria estuviese esperándolos para un examen. ¡Aún tengo pesadillas
contigo, Nordenflicht! ... Disculpen el exabrupto—, no se les habrá pasado por
alto la aparición de otro actor en esta historia. Alguien que ha hecho un pacto
con Ares —recuerden que ya
descubrimos que éste es el malo que ha movido los asuntos este cuarto año— y
estos dos números nos han entregado algunas pistas:
El número #17 comienza con Caronte transportando por el río Flegetonte a Hyppolita, Harley y Batson. Recuerden que Caronte,
por el valor de una moneda, transportaba las almas de los muertos por sobre
este río —otros dicen que era el Estigia—
para llevarlos ante los tres jueces del mundo subterráneo, Minos, Radamantis y Eaco, quienes juzgaban a las personas y
decidían si estas eran merecedoras del castigo eterno o podían vivir gozando
felices en los Campos Elíseos. Si a más de alguno esto les
suena a plagio de otras creencias, permítanme advertirles que fue el cristianismo
quién les copió a los griegos y no al revés. El mundo subterráneo, gobernado
con justicia —a veces implacable, a veces, benévolo— por Hades, el otro hermano de Zeus,
y que le dio su nombre al Resort
mismo.
El número #18, por su parte, nos muestra a Ares hablando con su compinche, en un
lugar llamado solamente “no la Tierra”,
mientras los rodea un mar ígneo y que, obviamente, no puede ser otro que, again, Hades. Pero aquí sí hay plagio a la inversa. Porque el escenario y
la personalidad misma de Plutón
—otro nombre del dios, debido a que gobernaba sobre todas las riquezas que encierra
la tierra. Pluto significa Rico—, es una máscara que los cristianos
pervertidos —perversión en el sentido de deformar las creencias originales que
tenían, abrazando el paganismo y sus costumbres y vicios— le pusieron a la
divinidad, asociándolo con el concepto de Satanás.
Imagen oscura que películas como “Hércules” de Disney han reforzado.
El Hades real, el que veneraban los
griegos, era el señor de las tierras inferiores, donde iban las almas de los
muertos, buenos y malos, héroes y cobardes. El Infierno —que no significa sino lo de abajo, lo inferior con respecto a la superficie
del mundo— era un sitio donde él y su esposa —y sobrina— Perséfone tenían un bello palacio y gobernaban. Eso y pare de contar. ¡Oh, cuánta herejía
albergan nuestras creencias sobre los grandes dioses griegos…!
Aquaman… porque estábamos hablando de él,
¿recuerdan...? aparece junto a Mera
para impedir que Posidón, nuevo
aliado del maldito Sups, arrase con Themyscira. Pero esto no hace sino agravar
los acontecimientos. Lo que incluye hasta un correctivo del dios del mar a su
sobrino Hermes, que bien merecido se
lo ha tenido siempre por ser tan entrometido.
El tsunami
pende sobre la isla de las amazonas y los dioses y los superhéroes se pelean
entre ellos. Sups y Wowo se ven las caras, pero cuando Posidón manda a la guerrera al fondo
del mar, el musculín rojoazuloso se lanza a su salvamento.
Los dioses están muy indecisos —alerta de herejía olímpica— y Batsy, como siempre, intenta salvar al
mundo.
Menudo
embrollo hasta que… hasta que, al calor de la pelea, Aquaman da de comer a sus tiburones amaestrados una jugosa y salada
porción de Posidón. ¿Qué podrá pasar
ahora? En realidad, no mucho… apenas que las olas gigantescas caigan por fin
sobre Themyscira, ocultándola para
siempre de la vista de los demás —que es, en el fondo, lo que siempre han
soñado las amazonas, así que tanto desperdicio no va a ser—.
Sin
embargo, y como no nos cansaremos de decir nunca, esto es “Injustice” y un maremoto como cliffhanger
no significa necesariamente que las mujeres guerreras lleguen a mojarse sus
sandalias ni menos su peplum. Aunque no lo sabemos tampoco. Como también
ignoramos qué será de Harley y Batson en el Hades. O del Batiescuadrón.
O de Wowo. O de… En resumen,
tendremos que esperar. Esperar que, las portadas ya nos lo han dicho, se
presente Hades —les apuesto que termina
siendo el gran villano de este año… malditos hollywoodenses—. Saber, además,
qué planea Sinestro en la ONU. Y saber, tras todos estos años,
cuál es el plan B de Lex Luthor. Que entre tanto dios y
superhéroe, tanta patada y puñetazo, tanta muerte y destrucción, se nos olvidan
esas otras aristas que hacen de “Injustice: Gods Among Us” una de las mejores
historias de estos últimos oscuros años de DC
Comics.
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