SEMPER FI
Título: Superheavy Part Five
Escritor: Scott Snyder
Lápices: Greg Capullo
Tintas: Danny Miki
Colores: Fco Plascencia
Con ocasión de la
inauguración del arco “Endgame” —“Batman” #35—, nos referimos escuetamente a dos valores imprescindibles para
entender cualquier tipo de trabajo artístico. Hablamos de la forma y el fondo, el signo y el símbolo, el significado y el significante.
Aquello que es evidente a la vista y aquello que debemos descubrir.
El trabajo del
cómic tiene, en este sentido, un doble valor: se conjuga texto e imagen. Hay
una historia que se nos cuenta en dos niveles. Lo evidente, el guión, el
dibujo. Y lo oculto, el texto entre líneas, el simbolismo de tal figura ocupada
en la viñeta.
Ejemplo clásico
de esta yuxtaposición de temas en una obra es “Watchmen” de Moore y Gibbons, donde tanto el escritor y el
dibujante juegan con los múltiples significados de su trabajo —nunca antes se
había hecho un trabajo tan extraordinario con las portadas como el que hizo Gibbons y las imágenes por doquier que
nos recordaban el icónico Smile y la
mancha de sangre—. Y a nivel de cómic de autor más independiente, “Rork” de Andreas Martens, cuyo trabajo con las imágenes ambiguas
y sugerentes es imperdible para todo verdadero amante del noveno arte.
Snyder y Capullo —dupla más que acoplada
a esta altura—, también han logrado aquello en muchos puntos de su obra. Y este
número #45 es pródigo en señales y
subtextos que debemos rescatar de entre el artificio de la acción y las frases
inteligentes.
Tomemos dos
ejemplos:
A nivel de texto, Snyder
nos plantea a Wayne y Madison conversando sobre cómo disponer
de los escombros del fatídico desfile del Joker.
Diálogo que podría colarse de interludio romántico, pero que obviamente Snyder usa para definir aún más a este
nuevo Bruce Wayne y el valor de su renacimiento, ignorante de la tragedia que
guió su vida anterior. Porque cuando el ex Encapotado repasa los vestigios de
su antiguo yo, no puede evitar sentir lástima por aquel que era y por la misión
que, intuye, llevaba a cabo. It´s like
—razona—, behind the mision, he didn’t
really exist. Es en esa frase, crucial dentro de este episodio —y seguramente
de lo que vendrá de ahora en adelante con miras al esperado #50—, que Snyder nos señala entre líneas “ojo, éste es el camino por el que
marchaba Batman, un vigilante que
sólo podía ser definido por su trabajo. Este es el paradigma que vamos a
cambiar”. No por nada Madison le
dice que la mejor virtud de Wayne
siempre fue inspirar a los demás.
A nivel de imagen, Capullo
nos cuela lo que podría transformarse en un gigantesco spoiler a simple vista:
Iguala en líneas, textura y color al Colisionador
y el rostro de Mr. Bloom que llena
una de las últimas páginas de este magnífico número. ¿Una coincidencia?
Preferimos pensar que, como en la obra de todos los grandes creadores, nada es
al azar aquí.
Los ejemplos
podrían multiplicarse, sobre todo los referidos a la relectura de los
arquetipos definidos en el universo de Batman
por tantos años. Fíjense solamente en cómo esos ominosos recordatorios del
último paso de Joker, son transformados
en trofeos de la victoria sobre la maldad por Wayne. Trofeos que hasta a un neófito en las andanzas del Caballero Oscuro le resultan reconocibles como los que desde siempre han
adornado la BatCave.
O el paseo por la
tabla periódica de los elementos donde Powers
le cuenta a Gordon que han encontrado
un elemento más allá de toda posibilidad, en un lugar que han llamado una Isla de Estabilidad, el Batmanium 206. ¿Es ese el lugar a dónde nos están llevando Snyder y Capullo para encontrar a un nuevo Batman, inamovible, poderoso,
movido por la luz de la esperanza que puede dar a otros, más que por la
intimidación que pueda provocar?
Pero en este
número #45 ocurre aún mucho más.
Acontecimientos que nos remiten a otra de las líneas que los autores vienen
desarrollando: el rescate del verdadero símbolo que Batman es. Porque es ahora cuando Gordon —en su rol de Batman—
comienza a darse cuenta de que este superhéroe no puede trabajar al amparo de
las instituciones. Que los objetivos que persigue no pueden estar limitados por
el establishment. Batman, por antonomasia, debe actuar al
margen de la sociedad para proteger a esta misma sociedad que quiere
controlarle.
El par de veces
que nos encontramos con Wayne, es
para reforzarnos la idea de que este es un hombre nuevo, el Bruce Wayne que nació para ser, parafraseando al mismo Alfred, y que cuando —eventualmente—
retome el manto, será bajo otro signo, otra motivación.
Y, por supuesto,
está Mr. Bloom, que, cual vedette del mejor vodevil bonaerense, hace una
aparición pública espectacular, una declaración aparatosa de principios que ya
no podrá ser negada. Mr. Bloom ha
llegado para quedarse y para convertirse, sin lugar a dudas, en uno de los
mejores villanos nuevos de Batman.
Los tres
personajes gravitantes de “Superheavy”,
cada cual, a su manera, definiéndose como personajes, alcanzado una cota o una
meseta por la cual discurrirán sus pasos en los siguientes capítulos.
Cualquier duda
que las primeras imágenes de Rookie
nos pudieran haber causado, se han desvanecido ante la evidencia de tan buen
argumento y resolución gráfica. Las piezas se están moviendo y con cada giro se
nos develan más hechos y se nos insinúan aun más posibilidades. Posibilidades a
las que no escapan ni siquiera Julie
Madison —yo no pasaría por alto la
referencia que hace a su padre—, Geri
Powers —que, en mi opinión, pinta
como villana, más allá de la broma que ella misma hace—, y al adolescente Duke que, a su manera, también busca
respuestas.
Ahora nos queda
sólo esperar un mes más para el siguiente número, sabedores que “Superheavy” y sus creadores nos seguirán
sorprendiendo; elucubrando sobre las posibilidades del arco, sobre el futuro de
Wayne, de Gordon y de Gotham
entera. Elucubraciones que bien pueden terminar en meros bluffs mentales, pero que tienen la gracia de ser provocados por
las sinuosidades de un guión y un dibujo cautivadores. Lo que, en jerga
callejera, llamamos una historia endiabladamente buena.
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