Reseña: “Injustice: Gods Among Us - Year Four” #19 - #22

A HORAS DEL FINAL

Título: Stupid Tartarus (#19); Retreat (#20); Going Dark (#21); Darker Sides (#22)
Escritor: Brian Buccellato
Artista: Xermanico (#19; 22); Tom Denerick (#21)
Lápices: Bruno Redondo (#20)
Tintas: Juan Albarran (#20)
Colores: Rex Lokus (#20; #22); J. Nanjan (#21)
Portadas: Neil Googe con Rex Lokus

Estamos, literalmente, a horas del final de este año en “Injustice”, el cómic más descabellado, violento y divertido desde el advenimiento de los hoy ya fallecidos New 52 —alabados sean los dioses por ello—.
Es Martes 13 de Octubre y mañana aparece el último número de esta temporada.
Diversas razones —principalmente el imprudente trabajo— no me han permitido mantener las reseñas al día este último tiempo, pero antes que suene el pitazo final, es mi deber para con ustedes dar mis impresiones sobre lo que han significado estos 22 números de “Injustice”.
Un año que podríamos definir como “divino”, aunque no por las razones que la expresión nos lleva a pensar: “Injustice” ha sido divino simplemente porque ha habido dioses —dioses reales— en él.
A estas alturas debemos ser honestos y reconocer que los epítetos de descabellado, violento y divertido —aquello que hacía realmente divino a “Injustice”— son más bien una falacia que una realidad comprobable —bue… violento sí ha sido; concedo eso—.
Tras la marcha de Tom Taylor, quisimos confiar en la mano de Buccellato. ¿Qué tanto se podía malograr un cómic tan estupendo y con la absoluta libertad que daba para desarrollar sus argumentos?


Y fue bastante prometedor en un comienzo, dejando un grato sabor en nuestros paladares al concluir el Tercer Año —ya saben, el de la magia por todos lados—… hasta que llegaron los dioses…
Buccellato, de alguna manera, quiso sorprendernos y lo consiguió más de una vez, pero a la larga se volvió pesado y fue más nuestro cariño por el título, que sus cualidades, lo que nos hizo mantenernos en la lectura. ¿Qué pasó? ¿Se habrá estirado mucho una historia que, tal vez, nunca fue planeada para durar tanto?
Seguramente hay mucho de ello, pero no podemos negar que Buccellato tampoco ha estado a la altura de su predecesor. Tara de la que también puede dar cuenta mi compañero Patricio Achille, que nos ha regalado un lapidario informe sobre el arco ya finalizado de Buccellato en la reseña para “Detective Comics” #44.


¿Se han agotado las ideas? ¿O es que el plot sí era efectivo, pero la extrema duración le afectó? Porque así como elucubramos sobre la posible culpa del escritor en la mengua de calidad de “Injustice”, también debemos reconocer que las líneas principales del argumento son bastantes buenas. De hecho, en estos cuatro números que estamos reseñando simultáneamente, encontramos pequeñas joyas, momentums que quedan en nuestra retina de lectores: ¿cómo no adorar a Harley pateando traseros en pleno Tártaro, incluido Ares?; ¿o el momento de la expulsión de Sups de la Tierra?; ¿o cuando, a pesar de las irreconciliables diferencias, la diezmada Justice League aúna fuerzas para salvar a la población de Temyschira de un tsunami mayor que el de la película San Andreas?; ¿o el escueto intercambio de palabras entre Sups y Batsy, que basta y sobra para que el azuloso emprenda el vuelo?; ¿o la revelación del verdadero orquestador de los acontecimientos, el piérdeteuna Darkseid?; ¿o el inicio del desgarrador enfrentamiento entre Darkseid y un ahorasíquesí desatado Sups?; ¿o la entrevista de Batman con el mismísimo Highfather?; ¿o, finalmente, observar cómo los distintos bandos de “Injustice”, sin sus cabecillas, se organizan para el asalto final a los dioses devenidos en verdaderos usurpadores ahora?
Cuánto material exquisito y dibujado con tanta calidad de expresiones, movimientos y fuerza por parte del equipo de excelencia de “Injustice”.
¿Cuál, entonces, es la verdadera razón de que nos sintamos bastante decepcionados de este Cuarto Año?


Parece difícil emitir un juicio, sobre todo cuando nos sentimos tan involucrados.
Confesándome un gran fanático de la Mitología Griega, he de reconocer que la presencia excesiva de los desmadrados olímpicos puede haber jugado en contra.
Por su misma naturaleza, uno hubiera esperado la clase de enfrentamientos que alcanzan la categoría de cataclísmicos, pero sólo los vimos peleándose como niños en cualquier guardería infantil. Murieron unos y otros, y sin embargo pronto se nos hizo repetitivo el esquema de diálogo tirante-pelea. Casi como una versión DCeniana de DragonBall Z con peleas sin ton ni son.
No renegamos de la violencia que inunda las páginas de “Injustice”. Han sido su gran atractivo durante todos estos años. Sin embargo, no podemos hacer la vista gorda a lo básicas que se han tornado. No hablo de su representación, que Xermanico, Redondo o Denerick siempre han graficado estupendamente; si no de las ideologías que las motivan, de los sentimientos que involucran. Aquello que hace que cada golpe nos duela o nos llene de satisfacción. Se echa en falta un guión que nos haga aprehender esta historia. Que nos llame a preocuparnos por sus protagonistas. A reírnos de sus caídas. A celebrar sus muertes. A devorar “Injustice”.
Ahora, pronto a finalizar el Cuarto Año, aún así no dejamos de esperar el desenlace, cuando todas las fuerzas en movimiento convergen. El número #22 nos ha dejado con un cliffhanger innegablemente enganchador: todo el elenco de supers a punto de vérselas con los dioses. Quizá aún podamos rescatar algo de lo hecho por Buccellato. Quizá los oráculos se equivoquen e “Injustice” termine tan dignamente como ha existido en el mundo digital por cuatro años.


Por el momento, alzamos la ceja, dubitativos, mientras a nuestra espalda cruzamos los dedos para que todo lo que hemos escrito aquí resulte un berrinche de fanboy —aunque de boy no tengo nada— y la conclusión nos restriegue en nuestra cara que con “Injustice: Gods Among Us” no se juega ni se le pone en entredicho.
Los mil tormentos del Tártaro me esperen si me he equivocado. Desde allí pienso enviarles las reseñas del Año Cinco que, aún en contradicción de todo lo expuesto, espero con ansias.
Es que los reseñadores también somos humanos… a veces…

Nos leemos en la reseña final de “Injustice: Gods Among Us - Year Four”.

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