Reseña: "Robin: Son of Batman" #4

Título: Year Of Blood – Part 4
Guión, arte & tapa: Patrick Gleason
Tintas: Mick Gray
Colores: John Kalisz


Algunas cosas han cambiado desde el número anterior: ahora Robin y Nobody (o Nobody II si gustan) ya tienen asumido que están juntos en esto. Como pueden ver en la fantástica tapa de esta entrega, las cosas se van a complicar con la aparición de Ben Affleck Deathstroke.

Arrancamos con el Niño Demonio en sus ‘Años de Sangre’, con el flashback clásico característico. Damian está demostrando sus destrezas en pintura (ya que fue concebido y entrenado para dominar todas las artes y destrezas posibles, más allá de las de batalla) con su tutor, Ravi. En el primero número se puede apreciar que Ravi parece estar ciego y en este ya se confirma: veremos que pierde la visión como castigo por presenciar accidentalmente un ritual de Ra's, siendo que su joven pupilo pudo perdonarle su accidental impertinencia pero no lo hizo.

El presente: Damian, Maya y, por supuesto, Goliath realizan un air strike sobre un edificio vigilado por ninjas que se creía abandonado. La instalación pertenecía a un filántropo que se trajo un pedazo de Alejandría a ese edificio (exacto, están leyendo bien) y decidió montar un hospital paranormal, un sitio de curación cuyo poder reside en vasos canopos (jarrones donde se depositaban las vísceras extraídas en el proceso de momificación). La misión del Año de Sangre fue el robo de esos recipientes, que poseen los interiores de tres Faraones.

El motivo de la misión será devolver los recipientes, poner el lugar en funcionamiento y hacer una donación monetaria al dueño, que cayó en desgracia después del golpe a la instalación. Aquí entra Deathstroke. Slade rastreó a Nobody con la intensión de hacerle pagar pornegarse a seguir trabajando con él y hacerle perder plata (no se imaginaba que Morgan Ducard era comida de peces). Se lleva la sorpresa de que era su hija quien había estado suplantándolo. Después de atacar y capturar a Nobody, Deathstroke es atacado por Robin y empieza el mano a mano.

Cuando Damian cumplió la misión tuvo que sortear una variada gama de trampas mortales, por esto decidió llevar al Terminator a pelear en constante movimiento conduciéndolo a todas las trampas posibles. Huesos, flechas, cimitarras, un rodillo gigante, serpientes, etc. Después de este cóctel el Boy Wonder decide poner un alto y ofrecerle pagar la deuda de Nobody. Los 5 millones que iban a ser donados van a la cuenta de Wilson y todo perdonado (si hasta se retira con un consejo para la joven: ¡que mate al que ultimó a su padre!).

Personalmente un poco insulsa me parece la resolución del conflicto, pero quizás por 5 millones pueda cambiar de opinión. Me conformo con 500 verdes nomás (¿alguien dijo 50?).

Por último, las instalaciones médicas, que estaban sumergida, comienzan a inundarse por las consecuencias de la batalla. Los jóvenes y el querido monstruo toman refugio en un pasadizo que se abre cuando los jarrones son devueltos a sus respectivos lugares. Acceden entonces a una cámara secreta y, como Damian dijo sospechar, hay nada más y nada menos que ¡UN POZO DE LÁZARO!

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