Reseña: “Batman” #46 - “Superheavy”, parte seis

SO MANY FAMILIAR FACES

Título: Superheavy, parte seis
Escritor: Scott Snyder
Lápices: Greg Capullo
Tintas: Danny Miki
Colores: Fco Placencia
Portada alternativa “Looney Tunes”: Tony Daniel con Tomey Morey y Spike Brandt

Mucho se ha dicho y escrito sobre los villanos de Batman. Su importancia dentro del mundillo comiquero es tan relevante como la del mismo Caballero Oscuro, no encontrándose ningún parangón a la altura entre algunos de los colegas restantes de Batman —tal vez Lex Luthor pudiese postular—.
Para el grueso del público —aquel que apenas conoce referencias sobre los superhéroes o ha visto el último estreno cinematográfico de alguna franquicia por el estilo—, los enemigos de Batman son los más reconocibles y pueden llegar a nombrar a un buen número de ellos.
Si la grandeza de un superhéroe se mide por los villanos que enfrenta —como se nos repite machaconamente en el especial “Necessary Evil”—, Batman es sin lugar a dudas el mayor de todos.
Seguramente —entre muchas otras cosas— han tenido esto en mente la dupla Snyder/Capullo al crear a Mister Bloom. Si estamos ante un nuevo Batman, la única forma de potenciarlo es dotarlo de una contraparte a su altura… y quizá mayor aun.
Porque si bien nadie puede negar que cada cierto tiempo, todo escritor saca algún nuevo villano para no cansar a la audiencia, son pocos los que trascienden y llegan a formar parte del selecto grupo de enemigos oficiales —y por lo tanto, periódicos— de Batman.
Bane es quizá el más claro ejemplo —creado ex profeso para el arco “Knightfall” por Chuck Dixon—. Aunque Harley Quinn —amén de la próxima película de Suicide Squad y del pasado Halloween— tampoco se queda a la saga; seguida de cerca por la infame Court of Owls, que ya comienza a establecerse en el Batiuniverso.


Y el modo en que Mister Bloom ha sido introducido es quizá uno de los más elaborados y efectivos: llegamos a él tangencialmente, lo vislumbramos al fondo de un callejón perdido, lo atisbamos haciendo negocios sucios y esparciendo su semilla. Hasta el número anterior en que hizo su decidida aparición en público.
¿Quién es este Mister Bloom? ¿Cuál es su origen? ¿Qué busca? Los autores, que conocen muy bien su oficio, nos mezquinan detalles al tiempo que nos ofrecen pistas suficientes para que no perdamos la atención y se genere el buen anhelo por conocer la resolución, aquel anhelo que nos mantiene expectantes del siguiente número a salir.
De lo poco que ya podemos deducir —y apoyándonos en lo que Snyder y Capullo han revelado en entrevistas—, el origen de Mr. Bloom está inextricablemente ligado a Gotham y a sus habitantes. So many familiar faces! I think I actually know… all of you, resuena ominosa su sentencia y no podemos evitar preguntarnos hasta qué grado realmente conoce a la socialité gothamita.
Snyder dice que no podemos pasar por alto ningún detalle, que estos números son centrales para entender a este nuevo magnífico villano.
Pero no es sólo el argumento del que el escritor dota a Bloom lo que lo convierte en un personaje tan atractivo, sino también las líneas con que Capullo le define y da corporeidad en el plano bidimensional de la hoja, agregando una cuota de inquietante irrealidad a sus movimientos y tétrica elongación. Bloom, tras muchos años, nos devuelve al Capullo de sus tiempos bajo la tutela de MacFarlane en Image Comics. Un Capullo que juega con las proporciones del villano para entregarnos una criatura inquietante, seductora… y mortífera.
Lo que, por supuesto, merece ser contado entre las pistas para descubrir quién es Bloom.
Este Bloom que, como todo villano, será el que terminé por posicionar a BatGordon. Un Bloom que en un momento es una verdadera estrella de vodevil —como en las primeras páginas de este cómic, un verdadero carnicero—, y al siguiente un reconcentrado y ¿vulnerable? ser en la penumbra, de delicados gestos y arteras palabras —como ocurre hacia el final del número—.
Queda poco para descubrir la verdad tras Bloom. Snyder y Capullo han prometido que se develará todo lo que queremos saber de él. Las implicancias, como siempre, son las que seguramente culminarán en el vaticinado número 50.
Sin embargo, Mister Bloom y su enigma no son el único tópico presente en “Batman” #46.
Ya nos hemos referido a la relación villano/héroe y si, por un lado, Bloom comienza a florecer, por el otro lado, Gordon y Rookie continúan definiendo los verdaderos y necesarios límites de un vigilante como Batman.


Aún cuando se prepare una armada de Batsuits o Batrobots —hasta escalas de tipo mecha nipón—, los enfrentamientos siempre han sido personales, al nivel del hombre, donde no son los poderes y la fuerza sobrehumana lo que decide la batalla y, posiblemente, la victoria, sino el corazón que late bajo el pecho del héroe… eso y su cerebro observando, calculando, deduciendo y actuando. Batman, por decirlo en una palabra.
BatGordon acude sólo a enfrentar a Bloom. Un téte a téte sin artificios ni auspicios más que sospechosos.
El espíritu de Batman, lo que verdaderamente simboliza su cruzada, comienza a tomar forma mientras a bordo del más reciente Batmobile —aunque, no podemos negarlo, con más vocación de Batcicle que mobile…—, y luego a pie, Gordon se acerca para enfrentar a su opuesto y su igual en medio de las sombras y de las sorpresas que conectan el capítulo con el siguiente.
Wayne, a su modo, también es figura central. Su relación con Julie Madison comienza a ser relevante, casi llevándonos a olvidar que en algún momento volverá a portar el manto del Vigilante de Gotham.


¿Es Madison sólo una distracción para nosotros los espectadores? ¿O realmente su presencia será gravitante en el advenimiento de este nuevo Bruce Wayne?
Si bien Snyder y Capullo son directos al señalar que no hay gato escondido en el personaje, uno no puede evitar preguntarse, por ejemplo, si los tatuajes de la mujer son más que un mero adorno.
Y si Wayne nos ocupa apenas una decena de líneas en la reseña, Duke Thomas podría ocupar tres veces más.
Este muchacho, que ha aparecido vez tras vez en el entorno de Batman, pareciera cada vez cobrar mayor importancia. Y en una historia que ha demostrado ser calculada al dedillo, su impronta no es al azar, como tampoco lo es el destino de sus padres, tal vez los únicos que permanecen desaparecidos tras el ataque del Joker en “Endgame”.
¿Qué debemos esperar de él?


A ratos nos recuerda al primerizo Tim Drake, recopilando información con mayor sagacidad que detective viejo… o que el mismo Batman. ¿Estamos ante un nuevo Robin? Snyder ha repetido muchas veces que no se siente cómodo escribiendo a Damian. Pero tampoco podemos esperar que el hijo de Wayne sea dejado de lado en pos de una renovación de la franquicia de sidekicks.
Es seguro que, dentro de los límites de “Superheavy” —y del run de Batman de Snyder completo—, Duke Thomas tiene un lugar relevante. Dentro de “We Are Robin” —y dentro de poco en el crossover “Robin War”— también es figura. Pero en el contexto completo de lo que ha sido Batman desde el reinicio de The New 52, ya contamos con la baja de Carrie Kelly y la cada vez más anodina participación de Harper Row.
Sólo podemos elucubrar sobre él. Lo único seguro es que, si está ahí, es porque está llamado a jugar un papel de mayor trascendencia en el desenlace del arco Superheavy.

Tras un número #46 que ha superado las expectativas, sólo nos queda seguir esperando las nuevas entregas, cuando todas las líneas presentadas inicien su convergencia para entregarnos un final a la altura de lo que hemos visto hasta ahora. Cuando descubramos quién es realmente este Mister Bloom, cuyo primer mayor delito se está convirtiendo en robar la atención de los lectores. Y eso, en una revista donde el protagonista debería ser el Encapotado, es un crimen mayor…

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