Título: Year Of Blood – Part 6
Guión, arte & tapa: Patrick Gleason.
Tintas: Mick Gray & Tom Nguyen.
Colores: John Kalisz.
Letras: Tom Napolitano.
La ‘R’ es por ‘redención’.
En una semana marcada principalmente por la salida del tan esperado Dark Knight III: The Master Race,
también hay que destacar que nos acercamos a la no menos esperada Robin War y, mientras la gran Batman & Robin Eternal nos continúa sacudiendo la cabeza, el número 6 de la serie de la que aquí hablamos presenta un
emotivo número con un pequeño quiebre en algunos detalles importantes que
sirve de prólogo a la guerra de los Niños Ave.
Como es habitual en este libro tenemos el vistazo al pasado,
a una de las pruebas del Año de la Sangre. Damian
ingresa en una cueva-laberinto situada en Byalia (lugar ficticio que estaría, digamos, en Oriente Próximo o Medio Oriente, según a quien le preguntes; cerca de Arabia
e Irán) donde se hace con un cetro. Para salir con su botín debe
enfrentar a los guardianes del tesoro: una familia de (lo que después Damian
define como) Dragones Murciélago.
Tras masacrar a todos los que lo enfrentan, se da con uno pequeñito al cual
desafía a defender el honor de su caída familia. Este pequeñito es nada más y
nada menos que el querido Goliath. Damian iba a ultimarlo pero se arrepiente al
ver la inocencia y el gesto de cariño que éste tiene con él. Es una escena
emotiva por demás, porque estamos hablando de cuando nuestro protagonista era
despiadado y termina desmoronándose ante lo sucedido.
Así que conocemos el origen de Goliath, que no es un Man-Bat como un servidor creía sino un
monstruo. Vale destacar que Byalia es la primera ciudad que vemos al comienzo de
la historia durante el #1, donde Robin aparece para justamente rescatar a su
temible mascota.
Ya en tiempo presente Talia ingresa a Byalia con su hijo aún
inconsciente después de la batalla en la Isla de los Al Ghul, mostrando el
cetro y autoproclamándose como nueva reina mientras el soberano, príncipe Abush, no puede
hacer demasiado para evitar el cambio de administración. Detallito: el príncipe
tiene una dentadura nueva de oro porque Robin
le rompió la jeta en el primer número.
El Niño Demonio
despierta en medio de un baño monárquico
y ve a su madre. El momento explota de dramático:
madre quiere ser perdonada, pero hijo quiere rebanarle la garganta. Talia
insiste en que ahora es una nueva persona, desde que Den Darga le extirpó sus pensamientos oscuros y los encerró en perlas. Aunque la explicación solicitada a su madre de porqué lo mandó a matar
(“locura, desesperación, autodecepción…”) no
satisface a nuestro protagonista, Talia le hace entrega la perla que tiene los
sentimientos oscuros hacia él y le propone un encuentro en la arena de su nuevo
reino. Deberá decidir en dicho encuentro si se le unirá a la batalla contra Darga o si le devolverá su vieja memoria, perla mediante, para que le cueste menos
cobrar su venganza.
Ahora viene una ya novelesca escena cuando se da el
encuentro con Maya. NoBody II está poniéndose al día con las noticias de Gotham y es
así como Robin se entera de la aparente muerte de su padre. Sin embargo, esto no parece
afectarle tanto, ya que le confiesa a su amiga que la muerte ahora es una
especie de área gris. Él y su madre
ya pasaron por ella y volvieron, ¿por qué no podría pasar lo mismo con su
padre? Una emotiva conversación entre
los dos es iniciada por un Damian con la guardia baja que considera que su legado
es pura miseria y terminará por implorar a NoBody el perdón por haber asesinado a su padre. “Perdonar no es olvidar, es
darle al otro la libertad de tomar nuevas decisiones”, son las sabias
palabras que Maya dice haber aprendido de su madre. “Aunque ahora te sientes solo, y perdiste a tu padre y tus hermanos…
Ganaste una hermana… Estás perdonado, Damian Wayne”. Si la carita del pequeño Goliath al principio no los noqueó y esto tampoco lo hace, ustedes no tienen alma. He dicho.
Los jóvenes se despedirán uno del otro: Maya decidirá
emprender su viaje en búsqueda de su madre. Damian decide liberar a Goliath y
darle un dispositivo a la joven para mantenerse comunicados. Ravi recibe una
carta de Robin que debe ser entregada a su madre.
En una formidable escena de las que sobran en este épico
libro en el que Pat Gleason parece superarse número a número, Talia, frente a un
feroz y enorme ejército, lee las palabras que su hijo le ha escrito:
“… Para cuando hayas
recibido esta nota me habré ido, mi padre y Gotham me necesitan. No debería ser
una sorpresa que nunca más unamos fuerzas. Pero, a pesar de lo que el hijo de Al
Ghul hizo, elijo despojarme de mi amargura para transitar el camino de mi padre.
Si lo que dices sobre Den Darga es cierto, entonces nos veremos de nuevo. Pero
solo para hacer justicia por mis hermanos y combatir la oscuridad que he
ayudado a liberar. Tenías razón sobre una cosa madre, ambos recibimos una
segunda chance… ¿Quién soy yo para negar la libertad que se me dio? Por eso
haré una única excepción y te daré la libertad de elegir… Mientras puedas mantenerla. Pero recuerda mis
palabras, perdonar no es olvidar… Y ahora eres tú quien debe probar ser digna
de mi padre y de mí. Si cruzas la línea, dañas a mi gente o vuelves a tu
antiguo camino, iremos por ti. No habrá debilidad. No habrá duda. No habrá
piedad... Y ningún lugar en la Tierra donde puedas ocultarte de mí… El Hijo De Batman”.
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