Con
un estrepitoso comienzo en su haber,
la Guerra de los Robin continúa cumpliendo con las enormes expectativas generadas y esta vez nos ofrece un giro argumental totalmente inesperado que, huelga decir, hizo que muchos lectores pusieran el grito en el cielo, mas al mismo tiempo demuestra perfectamente el cambio de actitud que
Dick viene experimentando desde que se unió a las filas de
Spyral.
Richard es un líder nato, de eso no quedan dudas. Lideró a los
Jóvenes Titanes, a la
Liga de la Justicia, a la
Bati-Familia y estoy bastante seguro de que no destruirá
Spyral sino que tomará control de la agencia para utilizar todos sus recursos en favor del planeta, pero con eso ya me estoy yendo de tema. La cuestión es que
Grayson es una persona responsable y, como tal,
asume las obligaciones pertinentes, aunque esta vez
lo encontramos en un terreno muy personal. Quizás
demasiado personal. Los que estuvieron siguiendo el desarrollo del
movimiento urbano de Petirrojos saben como viene la mano: inspirados en la figura de
Robin,
un grupo de adolescentes comenzó a patrullar las calles de Ciudad Gótica vistiendo de verde, rojo y amarillo, el vigilantismo pasó entonces a convertirse casi en una moda y más jóvenes comenzaron a unirse, hasta que
una serie de tragedias derivó en el repudio unánime de los ciudadanos y una serie de leyes que prohibían su accionar, habilitando al
Departamento de Policía a aprenderlos sea como sea. Frente a semejante panorama,
Damian, Jason y Tim no tuvieron más alternativa que acudir a su hermano mayor, la única persona capaz de controlar la situación en
ausencia de Batman, el padre de esta gran familia, que por estos días se encuentra indispuesto por
pérdida de memoria involuntaria.
Con esta idea en mente, y después de una tensa deliberación, los
Robin originales convocan a una reunión clandestina multitudinaria en las alcantarillas de
Gotham. Como era de esperarse,
Grayson da un discurso ante
centenares de
Petirrojos, explicándoles por qué siente que lo ocurrido es su responsabilidad y por qué estos chicos, a pesar de lo que digan, todavía no son
Robins. Énfasis en el
"todavía". Sin más preámbulos, el
Agente 37, el
Hijo de Batman, Red Hood y Red Robin dan comienzo a
La Escuela de Robin, que vendría siendo una noche de entrenamiento exhaustivo destinada a prepararlos para lo que se viene. Casualmente, los alumnos más destacados resultan ser
Duke Thomas, Isabella Ortiz, Dre Cipriani y Dax Chill, cuatro de los cinco protagonistas de
"We Are... Robin!", por lo que más tarde
terminan uniendo fuerzas con sus respectivos maestros para cumplir una serie de
misiones de reconocimiento, mientras el resto de los adolescentes continúa su entrenamiento en las alcantarillas.
Es así que
Red Robin y Dre intentan
hackear los servidores del G.C.P.D. para tratar de develar sus planes,
Red Hood y Dax se proponen
averiguar con qué clase de armas cuentan los oficiales y
Damian e Isabella tratan de
interceptar a BatGordon, con
Dick y Duke ocupando un puesto estratégico en caso de que alguien necesite su ayuda. Un plan bastante redondo, ¿no? Pues si, demasiado. No solo
la policía tuvo acceso a la discusión inicial de los Robin originales, sino que el propio
Grayson cedió de forma anónima la ubicación de todos sus compañeros. Una vez que todo está dicho y hecho,
la gran mayoría de los Petirrojos (si no es que todos) son capturados instantáneamente, siendo Dick el único héroe idóneo en libertad. ¿Su nueva misión?
Cerciorarse de que todos los Robin estén seguros en custodia de la policía para ganar tiempo y tratar de descubrir a los verdaderos responsables detrás de este complot, porque nuestro suculento protagonista sabe que obviamente esto
trasciende a las autoridades locales. Continúa en
"Detective Comics" #47.
Vaya sorpresa, ¿eh? Gracias a ciertos spoilers que estaban flotando en la red hace días sabíamos que los
Robin terminarían tras las rejas, pero ver cómo llegaron ahí y ver quién es el verdadero responsable plantea una serie de puntos interesantes para analizar. El impensado plan de
Dick obviamente trajo consigo un poco de polémica pues a simple vista parece que estuviera traicionando a sus colegas, cosa que incluso el pequeño
Damian parece creer y que la gran mayoría de los lectores se tomaron muy a pecho. Lo cierto es que, dejando el factor sorpresa de lado, este es un recurso clásico que podemos encontrar en cualquier historia de espías y, por sobre todas las cosas, demuestra lo lejos que el primer pupilo de
Batman ha llegado luego de pasar tanto tiempo en el campo.
Dick sabe como funcionan las cosas en su línea de trabajo y sabe que a veces hay que tomar decisiones arriesgadas, incluso si eso significa poner en riesgo la vida de sus aliados, cosa que en este caso no es del todo cierta pues se aseguró que
Jason, Tim y Damian, los miembros
más experimentados del ejército de
Robins, estuvieran con los novatos en caso de cualquier eventualidad. ¿Ven? A pesar de todo,
Grayson sigue siendo un tipo
responsable y considera todas las variantes habidas y por haber dentro de sus planes,
algo que claramente le inculcó su mentor. Ahora, meter a
Bruce Wayne en la ecuación aporta un punto de vista completamente distinto sobre el tema.
"Batman and Robin Eternal" nos mostró la tendencia de
Dick a
actuar como Bruce sin siquiera darse cuenta y esto demuestra que las acciones de
Batman dejaron una enorme huella psicológica en sus protégés. De más está decir que los guionistas de esa serie quieren probar que las decisiones de
Bruce quizás no estuvieron tan erradas dadas las circunstancias, pero al mismo tiempo quieren dejar en claro que
las experiencias de los Robin originales son la clave para no repetir los mimos errores y cosechar relaciones sanas a futuro. Un tópico complejo que vale la pena ponerse a analizar en profundidad.
Decíamos que
Grayson, al igual que el
Caballero Oscuro, tienen a analizar las posibles variables de sus planes pero si en algo fallaron los dos fue en darse cuenta que la
Corte de los Búhos les estaba pisando los talones. Ya sabemos como terminaron las cosas la primera vez, eso ya es historia, pero en esta oportunidad todavía no tenemos en claro las verdaderas intenciones de la secta más allá de
querer que la figura de Nightwing se alce una vez más en Ciudad Gótica. Todo apunta a un regreso temporal del personaje, obviamente con
Dick bajo la máscara, cosa que tiene sentido considerando que se trata del
Hijo Gris de Gotham, pero no puedo evitar pensar que quizás todo esto sea una simple excusa para introducir a
un nuevo Nightwing. Sea como sea, la cuestión es que
Grayson todavía no conoce la verdad de la milanesa pues apenas sospecha de la concejal
Noctua, lo cual hace que sus decisiones sean mucho más arriesgadas de lo que parecen y le agrega un sabor muy especial a la trama.
Con
Dick a un lado, lo más destacable del número fue sin lugar a dudas la interacción entre los Petirrojos originales y los protagonistas de
"We Are... Robin!".
La apertura de este crossover dejó en claro que
Damian, a pesar de tener un carácter horrible, tiene el potencial necesario como para que sus interacciones con los "pretendientes" se convierta en oro puro, y las escenas que comparte con
Isabella lo comprueban. Es evidente que los
Robin callejeros subirán varios escalones dentro de la
Bati-Familia cuando esto termine, aunque antes
espero ver cómo el lado oscuro los seduce. Es más, en otra ocasión vimos que
Isabella y Dre tienen potencial como para unirse a esta sombría organización de un modo u otro, y honestamente no me molestaría en lo más mínimo que hagan la gran
"Star Wars". Es una movida bastante trillada, si, pero por otro lado sería un paso lógico asumiendo que quieran darle más de dramatismo a la guerra.
"Grayson" #15 es una lectura que funciona de maravilla en el marco de
"Robin War", pero a la vez
implica un corte completamente brusco en la historia que se venía desarrollando en la serie y que quedó en suspenso desde
el número pasado. Ese es quizás el mayor problema de eventos tan abarcativos, que muchos guionistas se ven obligados a interrumpir súbitamente tramas que venían desarrollando hace tiempo o a concebir historias breves solo para hacer tiempo hasta que arranque el evento en cuestión *cof cof* los primeros
dos números del
run de
Tomasi en
"Detective Comics" *cof cof*, y esto es algo de lo que todos aquí podemos dar fe porque no es la primera vez que un crossover
Batmaníaco causa estragos similares. No es que sea una tragedia editorial, obvio, pero si atenta contra el flujo de ciertas tramas y sobre todo con su continuidad. Lo mismo ocurre con
"Batman and Robin Eternal", una propuesta que ha demostrado ser excelente pese a nuestro enorme escepticismo pero que no parece encajar muy bien con la historia que hoy nos congrega, planteando
todavía más inconsistencias de las que ya hay en el Bativerso.
Tom King, encargado general de este crossover, da cátedra una vez más de cómo se debe narrar una buena aventura de espías en un mundo de super héroes, pavimentando el camino hacia el segundo acto de la
Guerra de los Robin, donde todo parecería irse al demonio y de la mejor forma posible. Junto a él encontramos al aclamado equipo artístico regular de la serie,
Mikel Janín y Jeromy Cox, que continúan deslumbrándonos como ya nos tienen acostumbrados hace casi un año y medio. Cómics como éste dejan en evidencia que tanto los guionistas como los artistas tienen las mismas responsabilidades a la hora de darle forma a una historia, regalándonos otro capítulo de uno de los mejores eventos que la franquicia del
Encapotado ha tenido en años.
Es una buena época para ser un Bati-Fanático.
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