PROCESS COMPLETE
Título:
Superheavy, part nine
Escritores: Scott
Snyder & James Tynion IV
Artista: Yanick
Paquette
Colores: Nathan
Fairbairn
Portada Alterna:
Neal Adams
“Intrate per angustam
portam: quia lata porta, et spatiosa via est, quæ ducit ad perditionem, et
multi sunt qui intrant per eam”. (Evangelio según Mateo, capítulo 7 versículo
13)
Esta nueva
entrega de “Batman”, a un paso del
final de “Superheavy”, sólo podemos definirla como potente. Un verdadero golpe a
nuestra mente y corazón.
En un número que
transcurre casi íntegramente en un solo lugar, con apenas un par de personajes,
toda la vorágine de acción, revelaciones y caracteres múltiples se ha visto
condensada en lo que es quizá una de las expresiones más básicas y crudas de Batman: Él —o, más bien, Bruce Wayne—, Alfred y la Batcave.
Porque, cuando a
la hora de definir —o redefinir—
quién es o qué es Batman, todo se
reduce a ellos dos dentro de las profundidades de una cueva.
Todo el capítulo
es un solo gran momentum: contra las
súplicas de Alfred, Bruce Wayne decide renunciar a su nuevo yo para volver a ser Batman.
Una encrucijada
de dos vías: O ser Bruce Wayne. O ser Batman.
Desde el comienzo de “Superheavy”, dijimos que las
intenciones de Snyder —acompañado
del arte de Capullo— buscaban
redefinir el concepto de lo que significaba ser Batman. Entendimos, en ese contexto, que el Rookie y BatGordon eran
sólo un recurso, una herramienta para, a través de su experiencia, lograr
entender a cabalidad por qué Batman
es cómo es y por qué no es de otra forma.
Así mismo, como
un modo de refrescar a un personaje con más de setenta y cinco años en el
cuerpo, los autores intentaban recrear a Batman
ya no como un ser motivado por el
trauma en una seudo búsqueda de la
justicia, que no era otra cosa que la vivificante venganza disfrazada: Batman habría de regresar para iluminar,
para generar el cambio no en base al miedo en sus enemigos, sino por la
esperanza que pudiera inspirar en alguien más.
¿Lo han logrado Snyder y Capullo?
Este
capítulo-puente encierra gran parte de la respuesta. Apoyado por Tynion. su verdadero socio en el run de “Batman” todos estos años desde el lanzamiento de los New52, Snyder se la juega en un capítulo explosivo, casi caleidoscópico,
donde Paquette —suplente de Capullo por meras razones de tiempo— se
la juega por un dibujo ágil, con múltiples focos de atención que traducen los
procesos mentales por los que Wayne
pasa intentando recordar lo que un día fue.
¿Es un nuevo Batman el que cierra este episodio? ¿O es,
en el fondo, el mismo de siempre?
Snyder —y lo digo a título personal— ha sido un gran escritor en el total de Batman. Aquejado, quizá, por un deseo
de emular las megalíticas aventuras de Morrison,
sus historias ya han marcado huella en el itinerario del Murciélago.
Sin embargo, no
nos abstraemos a los ripios que hemos hallado en más de una parte del camino, y
hoy, al leer las páginas de “Batman” #49, no podemos evitar reflexionar si “Superheavy” realmente marcará la
diferencia o será una larga vuelta al status quo.
Sabemos que
cambios esenciales están fuera por grandes motivos comerciales de DC, pero, en el espacio en que sí puede moverse un escritor, ¿logra Snyder
realmente devolvernos a un nuevo Batman?
Como no podremos
verlo en acción sino hasta el esperado gran número #50, sólo cabe la especulación. Mas la especulación ha sido siempre
la base de nuestras reseñas, intentando desentrañar qué late bajo las
variopintas historias de nuestro héroe.
Basados en lo que
sí podemos leer en este número, el
temor nos asalta y más de una escena pareciese decirnos que, simplemente, Bruce Wayne seguirá siendo el Batman
que conocemos, con la novedad de un rediseño exterior del Bati-Traje.
Aunque también
podemos equivocarnos. Y esperamos que sea así.
Snyder no tiene mucho tiempo para elaborar al nuevo Batman en acción —se ha anunciado que dejará el título tras el número #51, junto a Capullo—. Por lo tanto, todo quedará en
manos del nuevo escritor designado. Pero dentro del corto margen que le queda,
deseamos que realmente haya marcado la diferencia.
¿Y qué tenemos
que sea tangible en este número #49?
Tenemos,
principalmente, a Bruce Wayne. El nuevo Bruce Wayne. El Bruce Wayne que siempre debió haber sido si su vida hubiese sido otra. Si
aquella noche él y sus padres hubiesen regresado sanos y salvos a la mansión.
Un hombre que se ha enamorado. Cuyas prioridades son otras y su enfoque está en
continuar el legado filantrópico de su padre y madre.
Pero, tras la intervención de Duke Thomas, también es un hombre que sabe
que, alguna vez, fue alguien más. Y el estallido de la violencia en Gotham le deja más que claro que, hoy,
su única forma de salvar realmente a su ciudad es tomar una decisión: la de
abandonar esta nueva vida y entregarse a las tinieblas de su vida pasada.
Lo que tampoco es
contradictorio con este nuevo Wayne.
Su relación con la sociedad a nivel de calle. Su relación amorosa con Julie Madison. Un montón de detalles le han enseñado lo valiosa que es la
vida y, en el intertanto, ha aprendido lo que significa dar. Dar, incluso
cuando el dar signifique sacrificarse a sí mismo.
Porque al entrar
en la Batcave, él sabe que para
rescatar a ese antiguo Batman, el
nuevo Wayne debe morir. Y muerte es una palabra que se lee más de
una vez en este número. De hecho, Wayne
muere de nuevo para volver a renacer como Batman.
La sucesión de
escenas mentales con las que inunda su cerebro en prosecución de ese símbolo
que es el Murciélago, no sólo son un
deleite para nosotros los lectores, sino que la clara expresión gráfica de lo
que sucede a nivel cerebral con nuestro héroe.
Cuando todo
termina, sólo se nos deja a un Batman
despojado de máscara —y extrañamente de barba—, mirando con esa expresión que
creíamos olvidada en él: un héroe abrazando la oscuridad para enfrentar al mal
mismo.
De ahí, algunas
de nuestras reticencias respecto del cambio real de Batman; pero, también, la emoción de tener de vuelta al verdadero Justiciero de Gotham.
Wayne debe elegir entre dos caminos —como queremos insinuar con el texto bíblico
supracitado—, el ancho que le
conducirá a una vida normal y la quieta muerte al final de esta; o el estrecho,
que tarde o temprano le traerá la muerte, pero la vida eterna como héroe. Casi
un parangón de lo que el héroe troyano Héctor
debe enfrentar al poner su espada al servicio de la polis arrostrando la muerte o el huir, conservar la vida y dejar a
su pueblo a la suerte de los sitiadores.
Sin embargo, Wayne no está solo en este proceso. A
su lado está, como siempre, Alfred.
Un Alfred que se nos hace muy humano y
frágil —a ratos, mejor versión que el Alfred
combativo al que se nos está acostumbrando en recientes apariciones—. Un Alfred que no es otra cosa que un padre
con el corazón roto por las decisiones de su hijo.
Sobrecogen sus
expresiones que, vez tras vez, intentan detener a Wayne. ¿Qué padre quiere ver a su hijo sacrificarse a riesgo de su
propia vida?
Alfred, quizá aún más que Batman, es
un personaje que ha sufrido desde la muerte de los Wayne padres. Le ha tocado ser testigo en primera fila de las
obsesiones que han gobernado la vida de su pupilo. Lo vio convertirse en este
justiciero enmascarado. Lo vio enfrentarse a los mismos enemigos año tras año,
mes tras mes. Y, ahora, que ha visto lo que sería un Bruce sin Batman, debe
contemplar cómo vuelve todo el dolor que conlleva el manto del Murciélago.
Incapaz ya de
obedecer a su amo, es la mano de Julie
Madison la que debe poner todo en
marcha. Sólo ella puede asesinar al nuevo Wayne,
para que resurja el Wayne antiguo,
el Wayne que no es sino la máscara
con que se disfraza Batman de día.
Casi pudiéramos asignar a la presencia de Madison,
la personificación del deber sobre el querer. Ese deber que entristece a Alfred, pero que decide a Wayne.
Bruce y Alfred. Ambos y la Batcave como el escenario y el recuerdo
de que la tragedia debe volver a ser representada una vez más.
El alcance de
este capítulo, ya lo hemos dicho, no podremos constatarlo hasta tener el número
#50 en nuestras manos.
¿Es este un nuevo Batman?
Esperemos que Snyder/Capullo no nos hayan hecho andar todo este trecho para volver a un
principio inalterado. Confiamos en que sí
podremos distinguir las sutilezas de este Batman
renacido. Tras casi cinco años a cargo del título principal de la editorial, no
podrían despedirse de otra forma.
Comentarios
La máquina fue presentada en un número especial de Detective Comics (#27) en el que participaron varios escritores. Esa historia en particular fue escrita por Snyder y jugaba ya con la posibilidad de distintas versiones de Batman.
¿Qué puede resultar? Todos esperamos que el regreso de Batman se ajuste a lo que se prometió: un cambio en las motivacionea para ser un justiciero.
Batman ya no debe existir como el producto de un trauma, sino porque es lo correcto. Y ya vimos algo de eso en este número #49.
Además, Snyder quiere posicionar a un Batman que no se caracterice por el temor que infunde en sus enemigos, sino por la esperanza que pueda traer al oprimido.
De ser así, significaría un real cambio en las motivacionea de Batman, no la simple versión del escritor de turno.
Sin embargo, como Snyder abandona la serie en dos números más (y pensando que el personaje es un producto de una editoial cuyo fin es hacer dinero), queda por verse qué ocurrirá con el personaje finalmente.
Patricio Córdova.
Ya salió el preview de Batman #50