ME, AND JOKER
Título: 4: Rome
Historia: Matteo Casali y Brian Azzarello
Bosquejos: Giuseppe Camuncoli
Arte: Gerald Parel
Portada variante: Jock
“Me, and Joker. Good versus evil. The eternal
struggle, ends here…”
Como una frase
admonitoria, un moribundo Batman da
inicio al relato de la última parte de “Batman: Europa”, esta historia de cuatro
partes que nos ha tenido recorriendo igual cantidad de capitales europeas: Berlin, Praga, Paris… y Roma.
Para quienes nos
siguieron en nuestras reseñas de esta mini-serie, saben ya que fuimos
incondicionales de esta historia de superhéroes, pero con un sesgo europeo —y
particularmente italiano— en su autoría, que nos cautivó en medio del panorama mainstream habitual de las editoriales made in
USA.
Desde los
bosquejos de Camuncoli,
perfectamente acabados por grandes artistas —incluso un reivindicado Jim Lee, importante mecenas de este proyecto—, a la historia misma de Casali junto a Azzarello; todo se conjugó para entregarnos una experiencia única
dónde, sentimos, fue aún más importante el viaje que el desenlace. Una suerte
de Road Story, que no son sino historias de crecimiento y de
descubrimiento.
Es cierto,
nuestros protagonistas nos parecen hombres suficientemente maduros. Mas todos
tenemos algo que aprender y descubrir de nosotros mismos, sin importar cuán
recorrida esté la carretera de nuestra vida.
¿Qué aprendieron Batman y Joker en este viaje? O más bien, ¿qué aprendimos nosotros de ellos?
Su
vulnerabilidad. Aunque nunca nos cansemos de oír aquella conseja de que lo que
destaca a Batman es su humanidad, su
mortalidad, etc.; estamos más que acostumbrados a constatar que, en la realidad
de la página impresa, Batman es un
súper hombre. Su presunta normalidad, es un concepto relativo que poco anclaje
tiene en el contexto de sus historias.
Pero en “Batman: Europa” hemos encontrado a este Batman
realmente humano. Un Batman
agonizante que pronto comienza a balbucear, a errar, a desdibujarse aquella
frase del ‘cause I’m Batman. Se está
muriendo y la desesperación hace mella bajo su escudo.
Por el contrario,
ante la cercanía de la muerte, Joker
se nos torna un poco más cuerdo. Él es quien toma las decisiones más sensatas.
Quien salva el día.
¿Qué descubrimos?
Que la fragilidad, la insanía, el
miedo siempre nos persiguen, aunque la apariencia diga que somos personas
perfectamente cuerdas y medidas.
Sí. Hay mucho que
agradecer de este viaje.
Pero hoy
reseñamos el final y, como todo final, no deja de haber amargura en él. No la
amargura que sentimos cuando terminamos de leer alguna buena historia y sabemos
que extrañaremos a los personajes de aquella. Como buenos amigos que ya no
volverán.
No. Por supuesto
que en un cómic de este tipo, dentro de una industria cuyo fin último es
repetir todo una y otra vez mientras haga dinero, no extrañaremos a los
personajes en sí. Tal vez sí extrañemos la faceta
que nos mostraron. Pero en “Batman: Europa” el final nos sabe amargo porque,
con tres capítulos excepcionales, su última parte resulta tan manida y decepcionante
como brillante fue su desarrollo.
La revelación de
la verdadera identidad de Trojan Horse arruina nuestro tour, no tanto porque se trate de Bane —que bien pudiera haber sido
cualquier otro—, sino por la naturaleza de sus acciones. ¿Cuál es el punto en
querer demostrar, por enésima vez, la dependiente simbiosis entre Batman y Joker? ¿Qué motiva a Bane?
¿Los celos?
En medio de un
escenario maravilloso como el Coliseo,
donde la muerte bañó sus arenas por décadas para gusto y regocijo del emperador
de turno y del espectador anónimo; ¿qué relevancia tiene un plan tan absurdo
sin un propósito verídico?
Sentimos —debo
aclarar que uso el plural como integrante del Blog, pero principalmente es mi
opinión— que se ha estado jugando con nosotros. Que nada tuvo razón de ser.
Y, sin embargo,
aún podemos rescatar el viaje en sí.
No todo está perdido por tres o cuatro páginas en más de un centenar: Eliminado
Bane de la ecuación, siempre nos
quedan Batman y Joker.
Se salvarán, eso
es obvio. Pero el sendero que han recorrido, los ha transformado de alguna
manera, haciendo un poco peor a uno y un poco mejor al otro.
Incluso en medio
de sus delirios más grande, la naturaleza de Batman latió fuerte bajo la vista extraviada. Aunque falló más de
una vez, lo intentó.
Y Joker… Siendo la mente lúcida de esta
extraña pareja, no pudo abandonar su inclinación: disfrutó acuchillando, sonrió
al ver morir a Nina.
Quizá la mejor y
más seria propuesta en muchos años para demostrar que Batman y Joker no son
muy diferentes el uno del otro pero que, aun así, hay mucho de distinto entre
ellos. Un abismo insalvable que distingue al héroe del criminal, al cuerdo del
loco, al sano del enfermo… aunque no nos atrevamos la mayor de las veces a
aseverar quién es quién en realidad.
“Batman: Europa” finaliza. El viaje fue
intenso, fue excitante… y fue sombrío. ¡Como nos gusta!
Pero el destino
final preferimos obviarlo y quedarnos con las palabras de Batman:
“Me, and Joker. Good versus evil. The eternal
struggle, ends here…”
Por más que
sepamos que es sólo para reiniciar el juego en una siguiente aventura.
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