Reseña: "Detective Comics" #48

 
"Detective Comics" #48
Guion: Peter J. Tomasi.
Arte: Fernando Pasarin.
Tinta: Matt Ryan.
Color: Chris Sotomayor.
Portada: Andrew Robinson.

Tomasi continúa su trabajo en “Detective Comics” con un nuevo arco que deja a un lado a la Justice League para enfocarse plenamente en Batman. Las páginas de la serie que vio nacer al Encapotado se tiñen nuevamente de misterio y horror con la llegada de un psicótico asesino en serie, cuyo modus operandi es tan particular como su esquizofrénica personalidad y conducta. BatGordon se encuentra, una vez más, ante un adversario que le exige una fina agudeza mental y física. ¿Estará el detective a la altura de las circunstancias? ¡Vamos a descubrirlo!

Como ya aclaré, este es el inicio de una nueva trama, y para aquellos que no quedaron del todo conformes con el experimental arco argumental que Tomasi nos brindó en las últimas dos entregas (sin contar el tie-in de "Robin War"), ahora están de enhorabuena, porque el reconocido guionista cambió el rumbo hacia sendas más convencionales, aunque no por eso menos interesantes o atractivas. Ya no tenemos tierras distantes y heladas donde yacen cuerpos de criaturas incognoscibles y probablemente de origen alienígena, no. Ahora estamos en Gotham y, aunque los misterios que alberga dicha ciudad pueden resultar menos vastos en la escala cósmica, los lunáticos que viven en ella de vez en cuando se las arreglan para dar forma a las más retorcidas e insanas historias. Porque si en algo tenemos que estar de acuerdo, es que la psicosis que alberga Gotham no tiene límites, y Tomasi parece estar dispuesto a demostrarlo.

Sin entrar en detalles, en “The Bronze Age” Gordon debe lidiar con su primer asesino en serie en toda regla, en decir, un individuo que asesina cronológicamente a un determinado número de personas siguiendo un mismo modus operandi, del cual quizá se pueda prever la futura víctima del asesino. Por eso este tipo de casos no solo representan un desafío físico en cuanto a persecuciones y riñas, sino que es sobre todas las cosas una batalla de ingenio en donde el detective, en este caso BatGordon, trata de averiguar el siguiente paso del criminal. Todas estas reglas del “juego” resultan muy obvias, pero nunca está de más repasarlas cuando se habla de un caso tan particular y llamativo. Sepan disculpar mi pretenciosa empresa de querer reseñar sin dar spoilers, sé que esto ocasiona que algunas veces diga mucho sin decir nada realmente. Así que mejor me dejo de generalidades y vamos hacia algunas cosas concretas de este número.


Que BatGordon sea el protagonista de la historia no es ninguna sorpresa, pero que ahora se disponga a ser Batman sin su armatoste de metal sí es algo a tener en cuenta y en lo personal lo celebro, porque Gordon tiene muchas más posibilidades de mostrar su virtud como Batman sin ella, amén del carisma extra que gana el personaje al poder ver más variedades de expresiones faciales que antes el casco ocultaba; y teniendo a Fernando Pasarin en el arte, a quien considero particularmente talentoso en cuanto a rostros se refiere, la verdad que hubiera sido una lástima optar por continuar con la armadura. A nivel argumental, Gordon justifica esta decisión al querer priorizar la agilidad y la velocidad sobre el poder de ataque, y la verdad que razón no le falta, si vamos a los hechos, la Bati-Armadura ha demostrado ser inservible más de una vez. Nada mejor que la vieja escuela para impartir justicia.

Pero además de detective y justiciero a tiempo completo, Jim también es padre y las primeras páginas del número se encargan de recordárnoslo con una secuencia que mezcla tanto la ironía, como la dulzura propia que proviene del amor de un padre por su hija y viceversa. Además, en dicho momento Gordon también se toma su tiempo para reflexionar sobre la ciudad y el rol que él cumple en ella, dejando bien en claro por qué hace lo que hace y renovando sus motivaciones. Estas secuencias mundanas y tranquilas son propias de Tomasi y, aunque a priori parezcan despreciables, lo cierto es que a veces se disfrutan más que la propia trama en sí y son un gran punto de contacto entre los personajes y el lector, aunque claro, no es más que la tranquilidad que precede a la tormenta. No viene al caso, pero cóomo extraño esos momentos entre Bruce y Damian “Batman and Robin”; teniendo en cuenta el magnífico trabajo que Tomasi hizo al explorar la relación padre e hijo del Dúo Dinámico, no es de sorprender que le otorgue a Gordon momentos similares con Bárbara.

Harvey Bullock también tiene su participación en esta entrega, y luego de verlo en su rol como protagonista, la verdad que es todo un alivio verlo retomar su status quo. Francamente Bullock jamás me agradó como protagonista, es algo que simplemente no encaja con el personaje. Es un detective que siempre ha estado a la sombra de Gordon, no porque el buen Jimbo sea tan egoísta de querer acaparar toda la atención, sino que Harvey es una persona que odia su trabajo, pero que lo hace de todos modos. Digan lo que quieran, pero esa mi visión de Havey Bullock, y está claro que a un personaje así lo que mejor le sienta es un rol secundario y no mucho más, y por fortuna ese es el rol que vuelve a ocupar. No me malinterpreten, no digo que sea un mal personaje, pero las cosas en su lugar.


Por más spoilers que quiere evitar, ineludiblemente tengo que hablar del villano o estaría ignorando gran parte del cómic. Se trata de un asesino en serie, como ya mencioné, y su particularidad es que usa máscaras de figuras históricas estadounidenses, a la vez que disfraza a su víctima de la misma figura antes de asesinarla. Así es como en las primeras páginas lo vemos disfrazado de George Washington, asesinando a su vez a alguien que también esta disfrazado de Washington. Lo sé, retorcido. Lo más curioso es que, a pesar de incluso poder verlo regresa a su guarida, jamás vemos realmente de quién se trata, ni tampoco podemos llegar a vislumbrar su verdadera personalidad o carácter, ya que todas sus líneas son citas del persona histórico a quien interpreta, en este caso, del primer presidente de los Estados Unidos. Así que en definidas cuentas, se nos presentó al villano pero no sabemos realmente quién, ya que su verdadero “yo” está cubierto por toda una capa de horrida psicopatía, y supongo que por eso resulta interesante.

Antes del cierre me toca hablar del arte, aunque ya destaqué la habilidad de Pasarin para otorgarle carácter a los rostros, su estilo tétrico y detallista resalta a lo largo de todo el número, y es un verdadero placer acompañar la lectura junto a sus lápices, gracias a él, una atmósfera de tensión, misterio, y por qué no, horror, está presente en cada página. Aunque claro, no sería justo omitir a Matt Ryan, cuyo entintado fue satisfactorio y se complementó muy bien con el trabajo de Pasarin. A pesar de que no pudo lucirse debido a la tétrica atmósfera y sus tonalidades oscuras, el color de Sotomayor también estuvo correcto y, a mí en lo personal, me gustó mucho el iluminado que le otorgó a los interiores de aquél abandonado cementerio alumbrado por antorchas. Todo muy bien conseguido.


En conclusión es un buen número y un prometedor comienzo. Estamos ante una trama que grita “Detective Comics” bien fuerte, pero con la obvia particularidad de tener a Gordon como Batman. Con tan solo ese contexto, “The Bronze Age” merece nuestra atención. A partir de ahora, dependerá de Tomasi el que nuestro interés se ve recompensando o no, pero por el momento la cosa pinta bien señores. ¡Hasta la próxima reseña!

Nota:
7.5/10. (Recomendable +)

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