A Leap of Faith
Título: Superheavy, Part Ten
Escritor: Scott Snyder
Lápices: Greg Capullo; Yanick Paquette (epílogo)
Tintas: Danny Miki
Colores: Fco Plascencia; Nathan Fairbairn (epílogo)
“Batman” #50 será recordado por muchas cosas por cada seguidor
del Mejor Detective del Mundo. Enumerarlas todas sería laborioso, sobre todo
considerando lo que, a nivel íntimo, cada historia de Batman representa para cada uno de los que seguimos sus andanzas.
Pero sí es nuestra obligación el reseñar aquellas dos que, a la luz del
episodio final del arco “Superheavy”, son las más relevantes para nosotros:
Obviamente, en
primer lugar destaca este número por ser prácticamente la despedida del tándem Snyder/Capullo: sólo queda un número
más trabajando juntos, número que ellos mismos han definido como de cierre para
lo que fue su exitoso —y, a ratos, odiado— run
del título “Batman” desde 2011 hasta
ahora —dentro del reboot The New 52—.
Y, no podía ser
de otra manera por ser, como ya dijimos, el capítulo final del arco “Superheavy”. Arco en el cual, tras la
muerte de Batman en el desenlace de “Endgame”, asistimos al advenimiento de
un nuevo Batman enfundado en una armadura
—la Rookie—, intentando llenar el
vacío que la partida del Vigilante Encapotado había dejado.
Vimos —con cierto
grado de estupor en un comienzo— al mismísimo Comisionado Gordon tomar el manto del Murciélago y
transformarse en una suerte de Batman
institucional al servicio de Gotham.
Asistimos,
además, al posicionamiento de Duke Thomas como un personaje importante —e
imprescindible— dentro de la mitología del cómic.
Y —lo que más
costó que el grueso del público entendiera— a una absoluta revisión de lo que
la figura de Batman representaba
para una ciudad entera: como Blog —y personalmente—, tomamos la opción de
defender este acercamiento a lo que significaba ser Batman y apoyar el intento de Snyder
y Capullo por redefinir su
naturaleza. ¿Fue la elección apropiada? Este número #50 debería ser la respuesta a ello.
¿Y qué nos encontramos
en las cincuenta páginas de este número? Con un salto de fe. Un paso en el
vacío esperando encontrar suelo firme que pisar, como Gordon lo define en su heroica acción final.
Cuando todo se ve
irremediablemente perdido y la ciudad sucumbe ante la voluntad de Mister Bloom —que es, ahora lo entendemos, la voluntad de los ciudadanos
mismos—, Gordon comprende con
claridad que ser Batman no se trata
de ser él, sino de cómo es percibido
por los demás y qué inspira en ellos.
Por ello él ha
fracasado en su intento de resguardar Gotham
de un enemigo tan fiero como Mister Bloom. Porque Batman es fuerte cuando desaparece en las sombras para dejar paso a
la luz que ilumine a los ciudadanos en su andar.
Batman, más que una especie de policía, necesita ser una idea, un mito, que
inspira y mueve.
Gracias a la
investigación del joven Thomas, comprendemos
que lo que dio origen a Mister Bloom no fue un deseo egoísta y
criminal, sino la necesidad de la gente común de poder sobreponerse por sí
misma a sus desdichas. Una idea forjada por un inexperto Daryl Gutiérrez durante
los acontecimientos del “Zero Year” y que, tras “Endgame”, intentó afirmar para encontrarse con un verdadero monstruo
de Frankestein floreciendo que no
pudo dominar.
Batman, su cruzada —nos enseñan Snyder/Capullo—,
es la historia de la ciudad que habita y protege. Es la historia de Gotham.
Batman existe por y para Gotham. Su ausencia no ha hecho sino eclosionar esa aspiración de
un modo equivocado.
Mister Bloom es lo que una ciudad
puede llegar a convertirse si le falta su espíritu verdadero, y ese espíritu,
para Gotham, es Batman. The Batman they
deserve, apunta Gordon al
comienzo de este episodio, mientras las viñetas nos muestran a Wayne enfrentándose con su verdadera
identidad.
En ese sentido,
se han cumplido nuestras expectativas. En un final explosivo, muy hollywoodense
en cuanto a imagen, la verdadera conclusión ha sido más íntima. Ha estado en
las meditaciones de Gordon, en su
comprensión de qué es lo necesario
para salvar Gotham una y otra vez.
Es necesario
detenernos en este punto y no olvidar que, en la forma, Gordon —o BatGordon como
le hemos denominado— es el verdadero protagonista. Y su enemigo natural es Mister Bloom. Ambos, consecuencias de la ausencia de BatWayne. Ambos, distintos modos de expresarse de la ciudad para
sobrevivir. Ambos, por cierto, equivocados.
Por ello, al
volver a ocupar Bruce Wayne el manto del Murciélago, todo llega a su fin.
“Superheavy” fue, en la forma, la historia de Gordon siendo Batman. Por ello debe desaparecer y, junto a él, su propio némesis,
Mister Bloom.
Es notorio cómo Capullo nos regala pequeñas viñetas de
los ciudadanos dándose cuenta de la aparición de BatWayne. Parecen poco significativas, pero cuando entendemos que Bloom se alimenta de ellos y que ellos
proyectan su necesidad en él, qué gran imagen se vuelve ver a las personas arrancarse
las semillas de su piel.
Porque, en el
fondo —siendo fondo, lo contrario de forma—, esta es la historia de la figura
de Batman. Una corriente subterránea
que sustenta a Gotham en todo
momento. Lo que significa y lo que inspira.
En ese sentido, Snyder y Capullo han cumplido a cabalidad lo prometido: Batman ya no es esa figura atormentada, guiada por la tragedia,
buscando infundir temor en sus enemigos: Hoy es una figura motivada por su amor
a la ciudad, a su gente. Sabe que nunca podrá acabar con la maldad que los
rincones oscuros generan, pero está consciente de que su accionar sí puede iluminar las vidas de los
oprimidos y enseñarles que hay un camino hacia la luz.
Que sea BatGordon quien derrote a Mister Bloom, está bien. Ambos están entrelazados y la desaparición de
uno, significa la desaparición del otro. Ambos han protagonizado a las dos
fuerzas arquetípicas que mueven a la ciudad, cada una buscando, a su manera, un
mejor lugar para los ciudadanos. Han sido la figura de un símbolo. De las
motivaciones que mueven a un superhéroe como Batman.
Hoy tenemos un
nuevo Batman que, más allá del
genial Batsuit que diseñó Capullo —y que las últimas noticias
sobre “Rebirth” indican que es
definitivo—; más allá del hecho de que, gracias al Dionesium, sea un Vigilante
con la experiencia de años y el cuerpo renovado y más fuerte; más allá de esto
y mucho más; es un Batman hecho
nuevo en el espíritu, esperanzador. Un dios que se hizo hombre —y qué bella
imagen es la de Julie Madison tocando el ladrillo con el
nombre de Wayne en él— para aprender
de nosotros; y que hoy vuelve a ocupar su sitial, sabedor de que su cruzada no
es una simple vendetta personal, ni
la promesa de un niño ante la tumba de sus padres: es la resolución de un
hombre que ama a su ciudad, que comprende cuál es su deber y que no cejara de impartir
justicia para guiar a los afligidos. Alguien capaz de extenderle la mano a
Thomas para invitarlo a unirse en esta travesía. Batman es Gotham. Gotham es Bruce Wayne. Es Duke Thomas. Es Jim Gordon. Es todos y cada uno.
Saludamos, pues,
a este nuevo Batman. Agradecemos a Scott Snyder y Greg Capullo por el viaje. Y aguardamos el
número final de su run, el “Batman” #51, para despedirnos como
corresponde de ellos.
Comentarios
Superheavy tiene un lugar entre mis lecturas favoritas del murciélago, y la mejor historia por Scott Snyder con Batman.