Reseña: "Gotham" 2x11 - "Worse Than a Crime"


"Worse Than a Crime"
Guión: Bruno Heller.
Dirección: Jeffrey Hunt.

Las andanzas del clan Galavan, para bien o para mal, terminan aquí. Theo se ha dejado de rodeos y secuestró a Bruce, para así poder dar inicio al ritual final que exonerará a los Wayne de todo pecado y mal infringido a la familia Dumas. Mientras tanto, Alfred se las rebusca para escapar de las garras de Tabitha, para luego relamer sus heridas e ir en busca del amor Bruce. Aunque por supuesto, las manos de su fiel mayordomo no serán las únicas en donde recaiga el destino del joven Wayne. Tiros, alianzas inesperadas, místicos rituales, difícil decisiones morales, más tiros; todo eso en un episodio con sabor a final de temporada. Y si aún nada de eso llama tú atención, tómate unos segundos para recordar que todo esto ocurre en Gotham. Advertencia: hay spoilers.

Sin entrar en detalles, la trama se divide en dos ramas: la primara, la que más nutre al episodio, se centra en Bruce y Silver, y la relación que existe entre ellos dos. ¿Habrá caído la joven St. Cloud bajo los encantos de Bruce o viceversa? ¿El corazón de la joven seguirá del lado de su tío? ¿Se comportará Bruce amablemente con ella tras todo lo sucedido? Son todas interrogantes a responder y, pese a las obvias respuestas que nos brinda el episodio, no deja de ser interesante el ver a Bruce afrontando todo esto de una manera pacífica y estoica. Ya no se trata del mismo joven asustadizo de la temporada anterior; ahora su actitud reboza de confianza y, de vez en cuando, hasta de soberbia. Frío, sereno ante una inminente muerte y sin pelos en la lengua, es posiblemente lo más cercano a una “actitud Batman” que hayamos visto en Bruce hasta la fecha. Y habiendo dicho esto, nada más que recalcar, salvo quizá mencionar el curioso detalle de hacer del búho el animal preferido del joven Wayne.


La segunda rama de la trama involucra a diversos personajes como: Alfred, Jim, Bullock, Lucius Fox, El Pingüino, Nigma, y hasta a Cat. Literalmente todos quieren salir en la foto y, aunque nombrarlos a todos de esa manera pueda resultar un poco chocante, lo cierto es que conviven muy bien, y verlos trabajar juntos termina siendo el gran aliciente de este capítulo. Así entonces, esta segunda rama nos retrata la convergencia de todos estos personajes. Alfred escapando de Tabitha para luego ser arrestado por la policía, Lucius yendo a indagar sobre la desaparición repentina de Bruce al G.C.P.D., Gordon siendo abducido por Oswald y Nigma; todas estas situaciones propician una convergencia entre estos personajes que al final resulta bastante armoniosa, y evita que nos cuestionamos el qué hacen todos ellos juntos. Salvo quizá por Cat, que aparece casi literalmente de la nada y a último momento para unirse a la fiesta porque, como dije, todos quieren aparecer.

Y finalmente, ambas ramas del argumento colisionan para dar lugar al tan esperado clímax. Ver al Pingüino, acompañado de sus hombres que portan armas de grueso calibre, desfilando por la calle junto a Alfred, Jim y Bullock, forma una imagen sumamente emocionante y efectiva. Sin embargo, argumentalmente no es práctico. Y es que luego del impacto viene la reflexión, y nos damos cuenta de que ver caminar a tantos hombres armados (incluyendo a un policía buscado) sin disimulo por las calles, no resulta el mejor plan de acción, ni siquiera para una ciudad tan violenta y tóxica como Gotham. Pero en fin, si nos dejamos llevar por la emoción y la adrenalina del momento, es probable que dicha reflexión no ocurra hasta acabar el capítulo.

No obstante, la escena anterior no es mi única queja al respecto, y aunque la siguiente se trate más bien de un problema de estilo que argumental, no deja de ser menos importante para el disfrute del episodio. El clímax tenía que desembocar en un gran tiroteo, porque no podía ser de otra manera. El equipo de Gordon y compañía por un lado, el padre Creel y sus acólitos de la orden de San Dumas por el otro. La batalla comienza, aunque las balas solo viajan en una dirección, puesto que los monjes de la orden no parecen encontrar digno el uso de las armas de fuego, y por lo tanto se las arreglan con cuchillos, sables y espadas, como cualquier otro culto milenario que se digne. Este solo hecho podría explicar muy bien la arrasadora victoria del “clan Gordon” a pesar de ser ampliamente superado en número, pero en cierta forma, también resulta difícil de tragar considerando los arduos combatientes que demostraron ser en el capítulo anterior. De más está decir que hubo bajas, pero no se preocupen, que solo murieron esbirros del Pingüino que nadie conocía, de hecho, nuestros amigos: Alfred, Jim, Selina, Bullock y el propio Oswald fueron los únicos sobrevivientes. Tal parece que los monjes sabían con quién sobrepasarse y con quién no, tenían bien estudiado el guion, así me gusta.


Pero más allá de la crítica argumental que le acabo de hacer al momento del tiroteo, la escena en sí resulta una gran decepción. Todo el asunto no dura más de un minuto. Luego de algunas tomas bien coreografiadas en donde vemos a Jim, Alfred y a Cat dando golpizas cuerpo a cuerpo, pasamos a un paneo general en donde vemos a todos los monjes tirados en el suelo, a excepción de padre Creel. Que escena perezosa, en serio. Ni siquiera se molestaron en bañar los suelos de sangre, y no es por una cuestión de morbo, es por una cuestión de clima y coherencia. Una maldita masacre acaba de darse lugar y la habitación sigue reluciente. Todo lo que vemos son monjes tirados en el suelo, intactos, tan así que pareciera que se están tomando una siesta. Una verdadera lástima teniendo en cuenta que “Gotham” ha demostrado tener la valía para ilustrar escenas crudas, y más de una vez.

Obviamente el capítulo no terminó ahí, aunque no voy a arruinarles el final para aquellos que aún (sería raro) no lo vieron. Pero sepan que fue un digno final, y que posiblemente traerá sus consecuencias en la serie más a futuro. Leslie Thompkins, un personaje del cual no hable, tiene en realidad un buen peso en este capítulo, sobre todo en lo que refiere a Jim, claro está. A estas alturas creo que ya todos saben lo que se puede esperar de ella, y en este capítulo mantiene su lógica y dinámica como personaje. Busca ser la salida de Jim para una mejor vida a la vez que un recordatorio moral, pero sin llegar a ser invasiva o asfixiante. En un personaje bastante compresivo, de hecho, y por eso me agrada. Aunque sale en evidencia que Jim y Leslie no están exactamente en la misma página, y tarde o temprano la pareja pasará por un punto sin retorno, en donde el detective deberá cargar con el peso de sus decisiones. Lucius Fox es otro a quién nombré a la pasada y que juega un rol levemente significativo. No obstante, ha demostrado ser uno de los personajes más sensatos de la serie (y tratándose de Gotham, eso es decir mucho), y un fiel aliado de Bruce. Sin dudas, me gusta esta versión de Lucius, y creo que tiene mucho más para dar.


Pese a todas las críticas, es un buen capítulo. ¿Qué quieren que les diga? Me divierto criticando, pero no se puede tapar el Sol con el dedo. El episodio tienes sus virtudes, y el hecho de juntar a tantos personajes para que cooperen por un mismo objetivo, es quizás la mayor de ellas. Los momentos entre Bruce y Silver también estuvieron bien, aunque para ser franco toda esa rama argumental fue bastante predecible. Pero en resumidas cuentas fue un buen final para una trama que ya daba señales de agotamiento. Me alegra saber que decidieron dividir la temporada en dos grandes arcos, puesto que Galavan no iba a poder sostener el resto de la temporada por sí mismo. Como dije a un principio, un capítulo con sabor a final de temporada y, ciertamente, el final de algo fue. Pero cuidado, porque ahora comienza algo nuevo. ¡Nos vemos en la próxima reseña! Y abríguense bien, que el invierno está llegando a la ciudad de Gotham.

Nota: 8.0/10. (Muy recomendable)

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