Man of Steel, still a man
Título: Man of Steel (2013)
Director: Zack Snyder
Escritores: David S. Goyer, Christopher Nolan
Productores: Christopher Nolan, Deborah Snyder,
Emma Thomas, entre otros
Música: Hans Zimmer
Actores: Henry Cavill (Superman/Clark Kent), Amy
Adams (Lois Lane), Michael Shannon (General Zod), Diane Lane (Martha Kent),
Russell Crowe (Jor-El), Kevin Costner (Jonathan Kent), entre otros
Hubo una época,
hace mucho, mucho tiempo atrás, en que hablar de Superman era hablar del gran héroe americano. El inmaculado
defensor del American Way of
Life. El siempre listo Gran Boy
Scout.
Y aquello se
sentía bien.
En años en que la
gente confiaba en otros, cuando nuestro presente parecía perfecto y el futuro,
aún más brillante, esa imagen de un gran superhéroe en azul y rojo sobrevolando
Metropolis —símbolo de cualquier
ciudad próspera y positiva—, era un sueño hecho realidad.
Desde su
aparición en la revista “Action Comics” #1 en junio del año 1938, Superman
ocupó el lugar del gran héroe por excelencia. Sitial en el que permanecería
inamovible por décadas —aún cuando la amenaza de nuevos superhéroes, como Captain Marvel, hicieran bambolear su trono en más de una ocasión—,
ejerciendo su benéfica acción no sólo en los comics que le vieron nacer, sino
traspasándose rápidamente a otros medios como la televisión y los matinés de
cine.
Pero su verdadera
consagración a nivel mundial, aquel momento que lo transformó en un indiscutible
ícono de nuestra era moderna fue “Superman:
The Movie”. Dirigida por un inspirado Richard Donner y
protagonizada por el novato Christopher
Reeve, la película —estrenada en
1978— simplemente nos asombró y nos hizo creer que un hombre podía volar
—acertada frase publicitaria que escondía detrás lo que se podía lograr con un
personaje bidimensional cuando las intenciones, y aún más las ideas, eran
buenas—.
Hoy en día vemos
aquella cinta y no podemos evitar sonreírnos por alguna escena que, a nuestros
ojos, parece algo naif; pero en su
época fue la primera aproximación a la figura de un superhéroe como alguien de
carne y hueso. En resumen, la primera película “realista” del género.
Huelga decir que
la actuación de Reeve fue —y es— insuperable. Gracias a él pudimos creer en Superman. Pudimos creer que un torpe reportero y un decidido héroe
podían habitar un mismo cuerpo y, sin embargo, ser dos personas que jamás
relacionaríamos entre sí.
Christopher Reeve,
en la mente de todos aquellos que fuimos niños en los setenta, pervivirá por
siempre como la mejor interpretación de Superman
en una producción de Live-Action.
La franquicia,
lamentablemente, se agotó con rapidez —en gran parte por la miopía de los productores
que arrebataron el título de manos de Donner—
y terminamos teniendo una tercera y una cuarta parte bastante lastimeras. La
segunda, con la llegada de Zod y
compañía, se salvó porque, en gran parte, se había filmado paralela a la
primera y fue poco el daño que produjo el cambio de director.
Tras la
nostálgica “Superman Returns” dirigida por Bryan Singer y protagonizada por Brandon
Routh —el actual Atom de “Legends of Tomorrow”—, pareció
que Superman perdía presencia en la
pantalla grande, del mismo modo que su preeminencia dentro de los comics era
olvidada en pos del héroe para estos tiempos, Batman.
Ignorando el
cambio ocurrido en la sociedad, Singer
intentó rememorar la esencia de Superman,
recreando la actuación de Reeve con Routh.
Aunque a los más
viejos, “Superman Returns” nos encantó, obviamente ya no
tenía un lugar en nuestros días.
¿Qué había ocurrido?
Habían ocurrido,
en términos generales, los ochenta. Y en términos particulares, había ocurrido Frank Miller y su poderosa e influyente “The Dark Knight Returns”. El escritor y dibujante supo tomarle el pulso a los años
que vivíamos y recrear a los caracteres principales de DC Comics bajo el manto
de escepticismo y desencanto que la década tuvo. Y, si bien Batman se alzó como el vigilante rudo,
agresivo que los noventa —Image Comics de por medio— supo ensalzar
hasta la posición que hoy mismo sigue ocupando; Superman salió perdiendo.
Convertido en un
simple títere gubernamental, con una moral agriada, su estampa del gran Boy Scout
se vio empañada para siempre.
Y no es que fuera
simple ocurrencia de Miller: aquello
era un signo de los tiempos. Ya no se podía creer en nadie de buenas a
primeras. Todos éramos sospechosos de todo. Superman incluido.
“Superman Returns”, en ese sentido, fue
una apuesta que llegó demasiado tarde. Y el cine ya no se arriesgaría con el
personaje. Demasiado bueno para estos tiempos.
Hasta que
apareció Zack Snyder. Con dos monumentales adaptaciones del cómic a cuestas —“300” y “Watchmen”—, resultaba el hombre justo para entender qué era lo que
se necesitaba para devolver la gloria del gran Hijo de América.
Obviamente
inspirado y guiado con el apabullante trabajo de Christopher Nolan en su
trilogía del Caballero Oscuro, Snyder y equipo se abocaron a la idea de re-imaginar a un Superman actual, en un contexto actual,
con las problemáticas actuales que ello conlleva.
El resultado: “Man of Steel”, que se estrenó
en el año 2013, precedida de una importante campaña publicitaria que buscaba
crear la expectación justa para este nuevo Hijo
de Krypton, además de preparar a la audiencia general para un
superhéroe que no era tal y como lo recordábamos.
“Man of Steel” no dejó indiferente a nadie.
Pletórica de
acción y CGI, fue su trama y el cariz
de sus personajes lo que más llamó la atención.
Cinematográficamente
hablando fue perfecta. Con la visión casi de spot comercial y de cómic del director, nunca antes Superman fue filmado de manera más
soberbia. Con una paleta de colores bastante sombríos, dio con el tono justo
para una película que no intentaba ser un retrato de un alegre campeón de la
justicia peleando con los malos de turno. La imagen que se nos entregaba, cada
plano, en especial aquellos más quietos, querían contarnos una historia dura
sobre la adaptación y el miedo al rechazo. Sobre conspiraciones y sobre violencia
humana.
Casi épica en
muchas escenas. Vertiginosa y golpeadora, su mayor mérito iba en los silencios
y en los procesos internos del personaje principal.
Con una actuación
no descollante, pero por fortuna medida —Cavill
no es un actor de muchos recursos—, se nos entregó el retrato de un superhéroe
que, más que nada, buscaba encajar en el mundo que lo cobijaba. Un alienígena
—y nunca antes se nos hizo ver de tantas maneras que Superman es un extraterrestre— que aspiraba a ser sólo un humano. Hombre de acero, pero aún un hombre.
Sus decisiones
estaban dirigidas por los acontecimientos a su alrededor. El Superman de “Man of Steel” es reaccionario antes que
proactivo. Actúa tras un suceso, nunca es él quién toma la iniciativa.
Puede sonar
contradictorio en un héroe tal actitud, pero en el contexto que Snyder nos
planteaba, era perfectamente lógico: criado desde pequeño con la idea de que
sobresalir era peligroso, “Man of Steel” es el largo proceso de un extraterrestre que se reencuentra con su naturaleza y
entiende que ser hombre es más que simplemente haber nacido en el planeta.
En este sentido
es importante la presencia de su padre, Jonathan
Kent —interpretado por un Kevin Costner que construye un personaje creíble en pocas líneas—. Es él
quien le transmite sus miedos que no son sino los muy humanos miedos que los
padres sentimos cuando nuestros hijos se enfrentan al mundo. Es él, más que
nadie, quién da forma al carácter que eclosionará cuando Clark Kent descubra que
puede hacer una diferencia por aquellos que realmente están desprotegidos.
Jor-El, por otra parte, puede
resultar un poco excesivo. Tal vez pesó el nombre de la estrella hollywoodense
que lo interpretó, pero lo cierto es que en “Man of Steel”, el verdadero padre es Jonathan Kent, y Jor-El resulta
un recurso fácil para explicar cosas a la audiencia.
Aunque no, por
ello, desmerezcamos las escenas en Krypton
que nos entregaron una rica imaginería kryptoniana
que más tarde será de utilidad en la película misma.
¿Es buena “Man of Steel”? ¿Es una buena
adaptación de Superman?
Manteniéndonos en
lo estrictamente objetivo, la verdad es que la película —en cuanto película— es
muy buena. Está bien contada. Su fotografía es rica en momentos icónicos. Su
banda sonora —creada por el minimalista Hans
Zimmer, el mismo de la trilogía Dark Knight— es, a la vez, intimista, y absolutamente monumental. El
guión sabe contarnos la historia, con la única muletilla de un demasiado
explicador Jor-El. La actuación es
correcta, siendo la de Michael Shannon —el General Zod—
sobresaliente como un hombre de armas que simplemente busca recuperar lo que
perdió.
¿Está bien
adaptado Superman? Entramos aquí en
el plano subjetivo:
“Man of Steel” generó polémica tras su estreno. Fanáticos de
toda la vida y otros recién llegados, rasgaron vestiduras por la versión que se
entregó. No se explicaban por qué Jonathan
Kent prefería dejar morir a un grupo
de niños antes que su pequeño fuera expuesto. No asimilaban que Superman le rompiese el cuello a Zod. Simplemente, no entendieron “Man of Steel”.
Siendo una de las
definiciones de “adaptación” que se encuentran en el RAE, “Acomodarse a las
condiciones de su entorno”, “Man of Steel” es una grandiosa adaptación.
En vez de mirar
hacia atrás —hacia el Superman de Donner, pero también a la sociedad en
la cual nació el personaje—, Snyder
se atreve a preguntarse cómo sería Superman en nuestros días, con todo lo
que pasa a nuestro alrededor, con todo lo que hemos vivido desde fines del
siglo XX. Y lo hace sin miedo.
En un mundo
cínico y descreído como el nuestro, nadie aceptaría de buenas a primeras a un
alienígena libre por ahí —los recientes y dolorosos episodios de refugiados en
Europa nos han enseñado cuán xenófobos somos todos—.
Superman es perfectamente coherente con el nuevo mundo que lo recibe y sus
decisiones son las adecuadas para el medio en que se mueve.
¿Puede alguien
cuestionar a un padre por querer lo mejor para su hijo, aún a costa de los
demás? ¿Puede culparse a un hombre por mancharse las manos de sangre para
detener a un magnicida?
Cuando muchos
miran con nostalgia a Reeve,
pensando que ése sí es Superman, olvidan que Jor-El mismo —Marlon Brandon en
aquella versión— le ordena no intervenir en los asuntos terrestres; lo cual, no
es difícil de calcular, puede traducirse por “deja morir a la gente en sus
disputas” o algo parecido. “Deja morir a los niños en el autobús”.
Olvidan que
cuando Reeve alza al General Zod —el impecable Terence
Stamp— y lo arroja a un abismo en el
hielo ártico, no lo está enviando de paseo. Más humano, por cierto, sería que
le rompiese el cuello de una vez.
Sí. “Man of Steel” recibió muchas críticas de
aquellos que se sienten los verdaderos fans de Superman. Esa subjetividad, lamentablemente, lleva a olvidar otros
factores involucrados en las acciones de los personajes.
Yo soy de
aquellos que no puede disociar la imagen de Reeve de la del Superman
de carne y hueso; pero soy capaz de reconocer el mérito y el riesgo que se
tomaron para producir “Man of Steel” y
entiendo que este es otro Superman. El Superman de Tierra-Snyder,
si se quiere.
Un Superman del siglo XXI, que
perfectamente podría caminar —o volar— por nuestras ciudades. Hoy, cuando los
villanos de los cómics son una pálida caricatura de lo que los reales villanos
de nuestro mundo hacen, yo me siento cómodo y seguro con un Superman como el de Cavill.
“Man of Steel” tomó un gran riesgo y salvó el día.
Hoy, sabemos que
se ha transformado en la punta de lanza del Universo Cinematográfico Extendido de DC. Es en esta propuesta donde “Man of Steel” se siente aún más correcta.
Y, sin embargo,
incluso independiente de lo que se viene, “Man of
Steel” es una gran película que merece verse más de una vez. No tanto por la acción, por la espectacularidad o algo por estilo —que tiene de sobra y de muy buena factura—, sino porque, más que anteriores versiones, ahonda en el hombre bajo la “S”. En aquel hombre que siendo de acero, sigue siendo un hombre. El alienígena más humano que podamos encontrar. Man of Steel, still a man.
Steel” es una gran película que merece verse más de una vez. No tanto por la acción, por la espectacularidad o algo por estilo —que tiene de sobra y de muy buena factura—, sino porque, más que anteriores versiones, ahonda en el hombre bajo la “S”. En aquel hombre que siendo de acero, sigue siendo un hombre. El alienígena más humano que podamos encontrar. Man of Steel, still a man.
Comentarios
Qué decir? Tiene mucha influencia Nolan, para mí. Y eso la hace mejor que la anterior. El ver la transformación al total del personaje, hizo que todo tuviera su "Dame la mano y te llevo a un lugar que te va a gustar". No se si lo vieron así.
¡Buena reseña compañero!
Otra cosa que no me convence es el filtro de color que le da Snyder. Su Metrópolis tiene color a Gotham... lo cual me asusta para esta nueva película.
Pero sacando esos detalles, disfruté mucho la película, y es mi favorita después de Superman I y II.
Ahora a esperar que BvS esté a la altura de la manija que tenemos todos!