Reseña: "Batgirl" #51


Hace más o menos cincos años DC Comics le restituyó a Barbara Gordon la capacidad de andar, liberándola de la silla de ruedas que la aprisionaba para permitirle reclamar su emblemático álter ego original. Durante ese tiempo, Batgirl tuvo una transición en la que paso de ser una vigilante sombría e insegura a una superheroina hipster y determinada. “Batgirl” #51 es la primera parte de otro proceso transitorio en la vida de Barbara. El final feliz fijado el número pasado es hecho de lado a favor de colocarla en un lugar adecuado para el nuevo status quo del siguiente equipo creativo.

Gladius, la nefaria organización terrorista que Batgirl combatió durante su ultimo Anual, ha retornado empeñada en buscar venganza en contra de aquellos que los han agraviado, específicamente Batgirl y la prestigiosa Academia de Gotham. Barbara se percata de la tormenta que se está formando demasiado tarde, después de que sus aliadas se topan con células de Gladius en Gotham y Europa enfocadas en robar y almacenar armamento para algo grande: Liberar a su comandanta durante su transferencia a una prisión en Metropolis. Batgirl los intercepta pero fracasa al intentar detenerlos, lo que la hace dudar de sus habilidades y su rol como defensora de Burnside.

Y esa es la cruz del número: la incertidumbre de nuestra protagonista sobre su lugar en una ciudad que ha defendido por tanto tiempo tras sentarse en su nuevo rol como CEO de una compañía informática. Se asume que ha pasado algo de tiempo desde el ataque de The Fugue para justificar el letargo que ha atrofiado las destrezas justicieras de Barbara, aún así no deja de ser muy súbito y algo extraño, en especial por como decide acabar su relación con Luke Fox y ceder el mando de la empresa a Alysia. Dichosamente la otra excusa para la vacilación de Babs acerca de su estadía en Burnside tiene mayor base: ahora hay suficientes heroínas capaces de patrullar sus calles.


Spoiler y Operator (el nuevo nombre código de Frankie) se destacan este mes en una persecución donde Stephanie Brown, al mando de la moto de Batgirl y con Frankie al oído, despacha sin problemas a un par de soldados rasos de Gladius, solo para después reabastecerse de herramientas y coquetear con Qadir, quien es incapaz de mantener su identidad en secreto. Al otro lado del mundo en Polonia, Black Canary, con auxilio de Vixen, también le patea el trasero a miembros de esa malvada organización (básicamente son la versión barata de Hydra del Universo DC. No solo se visten igual, incluso tienen una expresión a lo “Hail Hydra” sobre “El filo de la espada de Gladius”), quienes le revelan el plan de su líder de asediar Gotham Academy.

“Batgirl” #51 tiene el mismo problema de “Batgirl” #50: hay demasiados artistas con estilos demasiado parecidos, por lo que cuesta distinguirlos. DC debería de aclarar quien dibujo cada sección y darle el crédito debido a los dibujantes por las páginas en las que trabajaron. Asumo que Minkyu Jung y Roger Robinson se encargaron de la primera mitad de la historia y Eleonora Carlini de la segunda. Pero cantidad no equivale a calidad y con tres artistas cuyo trabajo se ve apresurado y poco inspirado, el resultado es la caída de gracia de una historieta que otrora era alabada por ser visualmente excepcional.

En el estrecho final de la serie, Brenden Fletcher se aprovecha de ser ahora el único escritor para fraguar un crossover furtivo en Batgirl con las otras dos series que escribe, Balck Canary y Gotham Academy. Pero no me quejo, más poder para Fletcher y más poder para las chicas de la editorial de Batman. Nadie dijo que Fletcher no podía divertirse mientras prepara la casa para sus próximos inquilinos.

Y el próximo mes: Goodbye!

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