"Detective Comics" #50
Guion: Peter J. Tomasi.
Arte: Fernando Pasarin y Scot Eaton.
Tinta: Matt Ryan y Wayne Faucher.
Color: Chris Sotomayor.
Tinta: Matt Ryan y Wayne Faucher.
Color: Chris Sotomayor.
Portada: Tyler Kirkham.
Y llegamos finalmente al #50 de este nuevo volumen de “Detective Comics”, y con él también concluye un pequeño arco con el que Tomasi prometió mucho, pero que termina cerrando de forma inconsistente. Casi al borde de la desesperación, Jim Gordon vuelve a hacer un último esfuerzo para meterse en la cabeza del asesino de las estatuas de bronce, a la vez que ocurre un nuevo e intrigante asesinato que desequilibra todas las teorías y suposiciones formuladas hasta el momento. ¿Quién es este asesino? ¿Cuáles son sus motivaciones? ¿Por qué remueve algún hueso de sus víctimas? ¿Qué lo lleva a realizar estas fatídicas recreaciones históricas? Tomasi nos brinda las respuestas a dichas incógnitas en este número… más o menos. Advertencia: hay spoilers. No haré un resumen sistemático y detallado del número, pero aun así contaré lo que yo crea que es necesario para la reseña.
Las primeras páginas funcionan como una suerte de síntesis sobre el perfil del asesino gracias a una conversación entre Jimbo y Bullock, pero también sirve para ilustrar la desesperación de Jim al verse acorralado, sin pista o idea alguna de cuál podría ser su siguiente movimiento. El darle ese toque de desesperación al detective vino genial, porque les recuerda a los lectores que estamos ante otro Batman; este no es el estoico Bruce Wayne que todo lo puede y que medita tranquilamente en frente de su Bati-Computadora cuando se encuentra atascado, Jim Gordon es un policía de la vieja escuela y cuando un asesinato tiene lugar en Gotham asume la completa responsabilidad. Este asesino ya tiene muchas muertes en su haber, y estos cadáveres le pesan cada vez más a James, que siente que es Batman y que debería tener todo bajo control, pero no es así. Dicha desesperación es contrastada por Bullock, que sigue la filosofía del mínimo esfuerzo junto con la de “esto no cubre mi salario” pero, una vez más, al menos eso le sienta mucho mejor que un rol protagónico. Al momento de preguntarse para qué el asesino extirparía un hueso a sus víctimas, Harvey le responde a Jim que quizá los necesite para un ritual de porquería, algo que yo al principio interpreté como parodia hacia la típica resolución de estos casos, y respiré aliviado sabiendo que entonces Tomasi no haría eso. Mala mía por cantar victoria antes de tiempo. Encima, para más tensión e intriga, tenemos un estupendo panel en donde Gordon pierde los estribos de forma definitiva, cuestionándose cuál será las motivaciones de este maniático.
La historia avanza, y en el camino un pobre perro sufre el cruel destino de ser el próxima blanco del asesino. Este hecho desconcierta tanto al GCPD como a Gordon por igual, ya que no esperaban encontrarse a un animal como víctima, aunque por supuesto, la muerte del perro hacía referencia a un can famoso, que también tenía su propia estatua en la ciudad. Jim decide ir a revisar esa estatua, y por obra y magia de la providencia, se da cuenta que todas las estatuas elegidas por el asesino se encuentran mirando hacia una misma dirección que, trianguladas, marcan el camino hacia otra estatua de bronce: la de San Jorge contra el Dragón. ¿Y cómo esto conduce a Gordon hacia el asesino? No lo hace, es el rastro de polvo y suciedad encontrado en el pelaje del perro muerto lo que termina ubicando al asesino en un cementerio. Así que, de hecho, Gordon no hizo nada, fue el propio asesino el que terminó develando su paradero a través de un error muy grosero: no lavar al perro. Así que básicamente podemos mandar a volar de un plumazo todo el trabajo detectivesco hecho hasta el momento, y resumir todo en un can.
Pero esperen, que no se trata solo de olvidarse de todo el trabajo forense realizado hasta el momento, sino también de todo el maldito modus operandi. Porque al final, Bullock tenía razón, el asesino necesitaba los huesos para un loco ritual, y todos esos bizarros asesinatos realmente solo se ven justificados por el lado de su aparente locura. "¿Y su motivación?", pensarán muchos, esa por la que tanto Jimbo se rompía el coco. Bueno, se ve reducida a un fanatismo (no explicado) por San Jorge, y el deseo de querer emular su hazaña de haber derrotado a un dragón, ya que todo el ritual servía como nexo entre el mundo real y aquél mundo, sea cual fuese, en el que habitaba el dragón. De más está decir que todo esto tiene lugar en la lógica del propio asesino, ya que la historia no tuvo tintes paranormales en ningún momento y dudo mucho que dicho ritual funcionara, principalmente porque está claro que a nuestro “San Jorge” no le llega mucha agua al tanque. Lo peor de todo es que este contexto ni siquiera es explicado de forma orgánica. En un momento tenemos a Jim reflexionando sobre la estatua del santo, y al otro ya vemos al asesino disfrazado de caballero, preparado para enfrentarse al dragón, y hablándole a sus últimas dos víctimas de cómo necesitaba los huesos de hombres, mujeres y un animal de cuatro patas para llevar a cabo su ritual. Y les juro que eso es todo.
¿Explicaciones? ¿Quién necesita más explicaciones? Ahora es momento de que Gordon entre por la ventana y detenga al demente éste. Las siguientes páginas ilustran la pelea final entre Batman y el falso San Jorge, que dentro de todo es bastante interesante, más que nada porque finalmente escuchamos al asesino hablar desde su persona, y no interpretando a alguien más. “Mi error fue dejarte vivir luego de nuestro primer encuentro.”, probablemente sea lo más inmotivado que oigamos decir al asesino en todo el arco ya que, como dije, no responde a la interpretación de ningún personaje histórico, sino que parece ser algo realmente dicho por la personalidad del propio asesino. Más allá de esa frase, el resto de sus líneas parecen estar inspiradas en San Jorge y su afán de exterminar el mal (el dragón). Su verdadero “yo” se vuelve a perder en esa maraña esquizofrénica. De resto nada más para decir en cuanto a la trama, queda en ustedes saber cómo terminó, y a pesar de que luego le vemos el verdadero rostro al asesino, créanme, no les dirá nada y no podría importar menos.
Creo que no hace falta que explique la decepción que resultó ser la conclusión de este arco. Todo lo que parecía indicar que sería una gran historia policial al mejor estilo Batman, se arruina por la naturaleza de su asesino. Y me confunde, porque Tomasi escribía y se enfocaba en su villano como si realmente hubiera tenido algo interesante entre manos. A lo largo de los números se tomó la molestias de narrar escenas desde la perspectiva del asesino, incluso en éste número lo vemos en su intimidad, preparando lo que más tarde sería el ritual y el asesinato al perro. ¿Por qué le dio tanta importancia narrativa si al final lo que nos esperaba era un trasfondo genérico y soso? Es una lástima, porque realmente me había cautivado y había conseguido que me mantuviera expectante, pero lamentablemente no tengo otra forma de calificar a Tomasi en esta ocasión como un verdadero vende humo.
En cuanto al apartado artístico realmente no tengo muchas objeciones con Pasarin, cuyo estilo me ha fascinado a lo largo de los números. Sin embargo, es Scot Eaton el que se encarga de ilustrar la pelea entre Batman y el asesino, y la verdad que extrañé a Pasarin enormemente, ya que me había acostumbrado a la excelente anatomía de sus dibujos, y no pude evitar sentir que los dibujos de Eaton estaban un tanto desproporcionados. Tampoco me convenció la forma en que dibujó los rasgos faciales al darle un tono muy caricaturesco, y no se confundan, no es que sea muy crítico de ese estilo, pero es que pasar de Pasarin, un dibujante que se enfoca en rostros naturales y orgánicos, al estilo caricaturesco de Eaton, bueno, incómoda un poco. Pero en fin, en términos generales, el arte complace y da gusto. Sotomayor, una vez más, se luce con los colores oscuros y le otorga a la historia ese aspecto sombrío que tanto colabora con la narración.
En conclusión es un mal cierre. Decepcionante. Tomasi sabe contar una historia y hacer que resulte más interesante de lo que realmente es, se preocupa por sus personajes y eso es algo que no se puede decir de todos los guionistas. Pero sus guiones se quedan a mitad de camino, es como si tratara de decirnos algo, y al final ni él mismo se convence y flaquea. No sé, es solo una opinión. Me gusta Tomasi, pero creo no hemos visto lo mejor de él en estas últimas entregas. Sé que puede hacerlo mejor, y ha demostrado que es capaz de entretener y mantener expectante al público, porque hasta este número, yo al menos no pude despegar los ojos de las páginas y realmente me transportó al caso. Una lástima su conclusión. ¡Hasta la próxima reseña!
Nota: 6.0/10. (Algo recomendable)
Las primeras páginas funcionan como una suerte de síntesis sobre el perfil del asesino gracias a una conversación entre Jimbo y Bullock, pero también sirve para ilustrar la desesperación de Jim al verse acorralado, sin pista o idea alguna de cuál podría ser su siguiente movimiento. El darle ese toque de desesperación al detective vino genial, porque les recuerda a los lectores que estamos ante otro Batman; este no es el estoico Bruce Wayne que todo lo puede y que medita tranquilamente en frente de su Bati-Computadora cuando se encuentra atascado, Jim Gordon es un policía de la vieja escuela y cuando un asesinato tiene lugar en Gotham asume la completa responsabilidad. Este asesino ya tiene muchas muertes en su haber, y estos cadáveres le pesan cada vez más a James, que siente que es Batman y que debería tener todo bajo control, pero no es así. Dicha desesperación es contrastada por Bullock, que sigue la filosofía del mínimo esfuerzo junto con la de “esto no cubre mi salario” pero, una vez más, al menos eso le sienta mucho mejor que un rol protagónico. Al momento de preguntarse para qué el asesino extirparía un hueso a sus víctimas, Harvey le responde a Jim que quizá los necesite para un ritual de porquería, algo que yo al principio interpreté como parodia hacia la típica resolución de estos casos, y respiré aliviado sabiendo que entonces Tomasi no haría eso. Mala mía por cantar victoria antes de tiempo. Encima, para más tensión e intriga, tenemos un estupendo panel en donde Gordon pierde los estribos de forma definitiva, cuestionándose cuál será las motivaciones de este maniático.
La historia avanza, y en el camino un pobre perro sufre el cruel destino de ser el próxima blanco del asesino. Este hecho desconcierta tanto al GCPD como a Gordon por igual, ya que no esperaban encontrarse a un animal como víctima, aunque por supuesto, la muerte del perro hacía referencia a un can famoso, que también tenía su propia estatua en la ciudad. Jim decide ir a revisar esa estatua, y por obra y magia de la providencia, se da cuenta que todas las estatuas elegidas por el asesino se encuentran mirando hacia una misma dirección que, trianguladas, marcan el camino hacia otra estatua de bronce: la de San Jorge contra el Dragón. ¿Y cómo esto conduce a Gordon hacia el asesino? No lo hace, es el rastro de polvo y suciedad encontrado en el pelaje del perro muerto lo que termina ubicando al asesino en un cementerio. Así que, de hecho, Gordon no hizo nada, fue el propio asesino el que terminó develando su paradero a través de un error muy grosero: no lavar al perro. Así que básicamente podemos mandar a volar de un plumazo todo el trabajo detectivesco hecho hasta el momento, y resumir todo en un can.
Pero esperen, que no se trata solo de olvidarse de todo el trabajo forense realizado hasta el momento, sino también de todo el maldito modus operandi. Porque al final, Bullock tenía razón, el asesino necesitaba los huesos para un loco ritual, y todos esos bizarros asesinatos realmente solo se ven justificados por el lado de su aparente locura. "¿Y su motivación?", pensarán muchos, esa por la que tanto Jimbo se rompía el coco. Bueno, se ve reducida a un fanatismo (no explicado) por San Jorge, y el deseo de querer emular su hazaña de haber derrotado a un dragón, ya que todo el ritual servía como nexo entre el mundo real y aquél mundo, sea cual fuese, en el que habitaba el dragón. De más está decir que todo esto tiene lugar en la lógica del propio asesino, ya que la historia no tuvo tintes paranormales en ningún momento y dudo mucho que dicho ritual funcionara, principalmente porque está claro que a nuestro “San Jorge” no le llega mucha agua al tanque. Lo peor de todo es que este contexto ni siquiera es explicado de forma orgánica. En un momento tenemos a Jim reflexionando sobre la estatua del santo, y al otro ya vemos al asesino disfrazado de caballero, preparado para enfrentarse al dragón, y hablándole a sus últimas dos víctimas de cómo necesitaba los huesos de hombres, mujeres y un animal de cuatro patas para llevar a cabo su ritual. Y les juro que eso es todo.
¿Explicaciones? ¿Quién necesita más explicaciones? Ahora es momento de que Gordon entre por la ventana y detenga al demente éste. Las siguientes páginas ilustran la pelea final entre Batman y el falso San Jorge, que dentro de todo es bastante interesante, más que nada porque finalmente escuchamos al asesino hablar desde su persona, y no interpretando a alguien más. “Mi error fue dejarte vivir luego de nuestro primer encuentro.”, probablemente sea lo más inmotivado que oigamos decir al asesino en todo el arco ya que, como dije, no responde a la interpretación de ningún personaje histórico, sino que parece ser algo realmente dicho por la personalidad del propio asesino. Más allá de esa frase, el resto de sus líneas parecen estar inspiradas en San Jorge y su afán de exterminar el mal (el dragón). Su verdadero “yo” se vuelve a perder en esa maraña esquizofrénica. De resto nada más para decir en cuanto a la trama, queda en ustedes saber cómo terminó, y a pesar de que luego le vemos el verdadero rostro al asesino, créanme, no les dirá nada y no podría importar menos.
Creo que no hace falta que explique la decepción que resultó ser la conclusión de este arco. Todo lo que parecía indicar que sería una gran historia policial al mejor estilo Batman, se arruina por la naturaleza de su asesino. Y me confunde, porque Tomasi escribía y se enfocaba en su villano como si realmente hubiera tenido algo interesante entre manos. A lo largo de los números se tomó la molestias de narrar escenas desde la perspectiva del asesino, incluso en éste número lo vemos en su intimidad, preparando lo que más tarde sería el ritual y el asesinato al perro. ¿Por qué le dio tanta importancia narrativa si al final lo que nos esperaba era un trasfondo genérico y soso? Es una lástima, porque realmente me había cautivado y había conseguido que me mantuviera expectante, pero lamentablemente no tengo otra forma de calificar a Tomasi en esta ocasión como un verdadero vende humo.
En cuanto al apartado artístico realmente no tengo muchas objeciones con Pasarin, cuyo estilo me ha fascinado a lo largo de los números. Sin embargo, es Scot Eaton el que se encarga de ilustrar la pelea entre Batman y el asesino, y la verdad que extrañé a Pasarin enormemente, ya que me había acostumbrado a la excelente anatomía de sus dibujos, y no pude evitar sentir que los dibujos de Eaton estaban un tanto desproporcionados. Tampoco me convenció la forma en que dibujó los rasgos faciales al darle un tono muy caricaturesco, y no se confundan, no es que sea muy crítico de ese estilo, pero es que pasar de Pasarin, un dibujante que se enfoca en rostros naturales y orgánicos, al estilo caricaturesco de Eaton, bueno, incómoda un poco. Pero en fin, en términos generales, el arte complace y da gusto. Sotomayor, una vez más, se luce con los colores oscuros y le otorga a la historia ese aspecto sombrío que tanto colabora con la narración.
En conclusión es un mal cierre. Decepcionante. Tomasi sabe contar una historia y hacer que resulte más interesante de lo que realmente es, se preocupa por sus personajes y eso es algo que no se puede decir de todos los guionistas. Pero sus guiones se quedan a mitad de camino, es como si tratara de decirnos algo, y al final ni él mismo se convence y flaquea. No sé, es solo una opinión. Me gusta Tomasi, pero creo no hemos visto lo mejor de él en estas últimas entregas. Sé que puede hacerlo mejor, y ha demostrado que es capaz de entretener y mantener expectante al público, porque hasta este número, yo al menos no pude despegar los ojos de las páginas y realmente me transportó al caso. Una lástima su conclusión. ¡Hasta la próxima reseña!
Nota: 6.0/10. (Algo recomendable)
Comentarios
¡Batisaludos!
Lichu.