BIRD CAGE
Título: Street Fight (#7); Rage (#8)
Escritor: Brian Buccellato
Artista: Mike S. Miller (#7); Iban Coello (#8)
Colores: J. Nanjan
Nunca antes los
títulos de “Injustice: Gods Among Us” habían estado mejor colocados que en estos dos que vamos a reseñar… Sí, sí… ya
sé que el #7 y el #8 salieron hace bastante tiempo… Sí,
sí… estoy poniéndome al día.
Pelea callejera e Ira.
Batsy, Sups, Wowo, Harley, Batwoman, Batgirl… etc.
Todos peleándose con todos.
Wowo contra la ex del Joker y la ex
de Montoya. ¡Genial! Sólo faltó el
barro para que fuera de esas peleas por las que uno paga en ciertos locales
“subterráneos”. Mujer contra mujer, aunque no en plano Mecano, sino… Eee… Bueno,
en vista de que Batwoman tira los
Batarangs para atrás, quién sabe… Mmm, y Wowo.
En una isla sólo de mujeres… Habría que ser muy ciego para no darse cuenta de que
las chicas estas de Themischyra
también le van al sácale brillo… Eso,
sin olvidar que Harley ha sido vista
en actitudes muy sospechosas con Poison
Ivy —algo tipo Sailor Neptune y Sailor Saturn—. PEEEEROOO… no
estamos aquí para hablar de las intimidades de nuestras heroínas, sino para
deleitarnos en cómo se muelen a patadas entre ellas. Para todo lo demás, existe
BatCard.
Como ustedes
recordaran, tras ser capturada Hello
Kitty por Bane y la Emma Frost de DC, Batman elabora un
plan porque él es Batman. Plan que se va al carajo de inmediato cuando llegan los
refuerzos del régimen: nada menos que Sups
y la mentada Wowo y sus conflictos
sexuales. De hecho, el número anterior nos dejó al borde de nuestro sillón
cuando vimos aparecer al mismísimo Batman
en su corcel negro —¡el Batmobile
pues, niños! Déjenme ser poético alguna vez—.
Sin embargo, un
momento… ¿Realmente se ha arruinado todo el plan? ¿O todo es parte de un plan
mayor que no alcanzamos a ver? Acostumbrados como lo estamos los consumidores
empedernidos de cómics de superhéroes, a las vueltas de tuerca y a las
intenciones debajo de las intenciones; ya sospechamos que Batsy ha fríamente calculado todo:
Distracción… Seee. El recurso tan manoseado por los escribidores de guiones.
Porque a la misma
hora, pero en otra parte de quién sabe dónde, Batgirl se las ve con el peor caso de acné de los cómics: Killer Croc. Sólo que la muy listolina
se las sabe por libro —no por nada, hasta unos capítulos atrás, aún las
oficiaba de Oracle, en silla de
ruedas y todo—, y viene equipada con las famosas pastillitas verdes que,
generosa ella —o, más bien, urgida porque Killer
Croc es realmente killer—, comparte con Catwoman para así poder, entre las
dos, agarrar a taconazos al bestia ese.
Pastilla que, por
supuesto, también se ha tomado Batsy
para que su pelea contra Sups tenga
un poco de emoción y dure un poco más de un par de páginas. Y sí, aunque ya es
chiste manoseado a estas alturas, Superman
sangra. De hecho, los dos lo hacen.
Pero como es sólo
una distracción, apenas le llega al orejas puntiagudas el aviso de tengo a la gata, lanza sus humitos y
desaparece con las Ángeles de Batsy.
Sip. Una vulgar y sucia pelea callejera. Faltó Byson para completar el cuadro.
¿Y la Ira?, se
preguntarán ustedes. Ésa viene por cortesía de Hawkman que, tras cinco años, recuerda que tiene esposa —con el
imaginativo nombre de Hawkgirl,
aunque también responda al poco agraciado nombre de Shayera Thal— y que no tiene ni la más remota idea de dónde está. Seguramente, chismorreando con las vecinas,
debe de pensar, mientras se arrellana en su nido en la copa de un árbol thanagariano.
Hasta que le
llega el soplo: tu señora está en la
Tierra, apoyando a un dictador asesino. Asunto que le pone las plumas de
punta al hombre y vuela raudo hacia ese rincón medio maloliente del universo
llamado planeta Tierra.
Su llegada no
puede ser más espectacular. Con el arte de un luminoso Iban Coello, su descenso
se deja sentir y su ira rezuma entre sus dientes aperados.
El arte en “Injustice” siempre ha sido de primera y
el elenco estable de dibujantes, entintadores y coloristas, rara vez nos ha
decepcionado. Sin embargo, es agradable tener cambios como este, sobre todo
cuando su dibujo es tan nítido y las expresiones tan potentes.
Coello se luce mostrándonos cómo se derrama la ira de Hawkman —sí, uno ya puede imaginarse al marcianito aquel,
plantándole cara al odioso Pato Lucas—. Dota de una corporeidad a Carter Hall o Katar Hol —depende de vuestra versión favorita, comensales—que
nos hace creer en su fuerza y carácter. Aparte de su generosidad en viñetas
extra grandes donde cada personaje tiene su “momento”.
Ah, porque no se
trata sólo del pajarraco thanagariano.
Lo divertido para nosotros —y terriblemente humillante y doloroso para él—, es
que Hawkman llega a tocar la puerta
del Justice Hall reclamando a su esposa, y se topa con Cyborg… ergo, se van a
las trompadas.
Luego aparece la
damisela en cuestión, que de señorita no tiene nada, sino más bien le planta
con el mazo en plena boca al amante despechado.
Y como si esto
fuera poco, se une Wowo, que siempre
le va a las causas feministas, y remata a Hawkman.
Son unas cuantas
páginas, pero bastan y sobran para enviar de vuelta a su palomar al pájaro en
cuestión, con las alas entre las piernas, y mascullando más de alguna idea de
venganza. Lo que no deja de ser una emocionante puerta entreabierta por el que
la ira vuelva a colarse entre las páginas de “Injustice”. Ya saben, hay maridos que ni con orden de restricción…
Raya para la suma:
dos muy buenos números. Algo de fórmula ya vista, pero que no se puede evitar encontrar
cuando uno lee demasiados cómics. Y un artista revitalizador que, esperemos,
vuelva a aparecer por el callejón donde todos los súper —y los no tanto— se
pelean y se hacen sangrar.
A destacar: Coello. No cabe duda.
A esperar: Que Buccellato mantenga el ritmo.
A desear: Que
terminando esta reseña, siga con los siguientes dos números.
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