Título: Rise of the Batmen, part 2: Apocalypse now.
Guión: James Tynion IV.
Lápices: Eddy Barrows.
Tintas: Eber Ferreira.
Colores: Adriano Lucas.
Portada variante: Rafael Albuquerque.
Antes de sentarme
a escribir esta reseña, he vuelto a leer por cuarta vez este “Detective Comics” #935.
Y por una razón
muy simple: hay algo que no logra cuadrarme dentro de la lógica y la dinámica
de esta historia que Tynion nos está
contando desde el número anterior.
Si bien, en el #934, pudimos toparnos con algunos
ripios argumentales, el hecho de ser la primera parte de una historia nos hizo
esperar hasta esta nueva entrega para determinar si era una simple impresión, o
un juicio apresurado, o un defecto auténtico del título.
Repasemos la
historia hasta ahora que nos propone el flamante escritor del título madre de Batman:
Debido al
misterioso ataque de un habilidoso guerrero de silueta similar a Batman, que deja casi al borde de la
muerte a Jean Paul Valley —Azrael—, el Encapotado empieza a recopilar pistas, la más significativa de
ellas, un Batidron que filma todo lo
ocurrido y transmite la imagen a un lugar ignoto, y que parece seguir a varios
integrantes de la Bat-Family
Receloso de algún
ataque mortal contra alguno de ellos, Batman
decide formar una especie de escuela de entrenamiento para aquellos que
pudieran ser blancos de esta figura.
Para ello recluta
a Batwoman, que hasta entonces sólo
se ha vinculado directamente con el Murciélago
en eventos trascendentales —como “Batman & Robin Eternal”—.
El primero en la
lista es Tim Drake —Red Robin—… y este es el comienzo de
nuestras dudas: ¿No es Drake un tipo
altamente cualificado para enfrentarse a cualquier tipo de enemigo? Sus
actividades como líder en Teen Titans
—más allá del fiasco que resultó el título en manos de Lobdell—. El mismo background
que se insinuó tras The New 52 y lo
que supimos y vimos en “Batman & Robin Eternal”,
nos indican que Red Robin es un
superhéroe capaz, casi como Batman y
Batwoman.
¿Por qué
incluirlo? Batman asegura que su
papel es el de Lugarteniente, pero
nos queda la sensación de simple oportunismo.
Luego es llamada Stephanie Brown —Spoiler—, cuyo caso hace más sentido, aunque debido a su vinculación
más bien esporádica con la Batfamily,
uno no puede evitar preguntarse por qué debería ser un objetivo de este
misterioso grupo.
Tal vez la
explicación venga por el momentum que
atraviesa la editorial con el lanzamiento de “Rebirth”, que pretende devolvernos parte de lo que se perdió en el reboot del 2011.
Decimos esto
debido a que tanto Red Robin como Spoiler se nos hicieron irreconocibles
en este reinicio —a Brown, de hecho,
no la vimos sino hasta el especial “Batman Eternal”—. Ambos personajes tenían una rica historia en relación a Batman y, en especial, respecto de
ellos dos mismos. Historia que se perdió por completo y que tuvimos ocasión de señalar
someramente en el especial sobre el Bativerso durante los New 52 que preparó
nuestro Blog.
Pareciera que la
misión de Tynion en “Detective Comics” es recoger algo de
aquel legado y traerlo al mundo de Earth
Prime. Las escenas de Drake y Brown en su departamento, contenidas en este número #395, son una clara indicación de ello.
El tercer elegido
pareciera caer en este mismo apartado. Hablamos de Cassandra Cain —Orphan
ahora—, quien también tuvo una importante participación en el Universo Batman pre-New 52 y que desapareció del mapa desde el 2011 hasta unos meses
atrás en “Batman & Robin Eternal”.
Que una asesina
perfecta —casi una Midnighter
femenina y sin implantes— necesite de entrenamiento se nos vuelve algo
antojadizo y que, repetimos, sólo se justifica por la necesidad de DC Comics de recuperar lo clásico.
El cuarto y
último elegido, sin embargo, es el más extraño de todos: Basil Karlo —Clayface—,
cuya inclusión aparece totalmente injustificada en este grupo.
¿Estaremos
juzgando a priori?
Como indicamos al
comienzo de la reseña, le dimos la chance a Tynion en su primer número. Pero en el mundo vertiginoso de los
cómics, sólo podemos perdonar las lagunas en el comienzo, mas no en sus partes
posteriores.
¿Qué nos hace
decir esto de esta segunda parte?
De partida, lo
poco o nada que se ahonda en este inminente peligro que acecha a los jóvenes
reclutas.
La historia va
desde el entrenamiento dentro de la Belfry,
esta suerte de campanario que es la nueva base de este grupo, en la cima de un
edificio, hasta el encuentro en las azoteas de Batman con Red Robin. De ahí saltamos al hogar del
padre de Kane y luego al
departamento de Brown y Drake. Para terminar abruptamente con un
ataque directo de este grupo denominado The
Colony a Batman, quedando la historia en un cliffhanger muy de Scott
Snyder: el Encapotado rodeado de un grupo de asesinos, al parecer, imbatibles.
Si mencionamos a Snyder, no es por casualidad. Él es el
maestro de Tynion y, si bien ambos
han hecho maravillosas cosas con el personaje, pareciera que la inclinación de Snyder por los arcos espectaculares ha
contaminado la pluma de Tynion y
haya decidido lanzarse con LA gran aventura de Batman, cuando quizá lo más apropiado fuera inclinarse por
historias más contenidas y más abocadas a lo que el título nos hace esperar: la
labor detectivesca de nuestro héroe.
¿Tendremos que
esperar a una tercera parte para encontrar el sentido verdadero de este “Rise of the Batmen”?
Tenemos muchas
esperanzas puestas en Tynion, pero
desconocemos la trastienda detrás del relanzamiento —aunque a Didio no le guste la palabra— y no
sabemos cuánto de tour de forcé hay detrás del argumento de este primer arco.
Quizá sea este el
precio que debamos pagar para restaurar gran parte del legado perdido hace unos
años.
Volver a ver a Tim Drake restaurado a la posición que le corresponde y salvado del
miasma en que quedó sumergido en el soporífero Teen Titans post-New52, es algo que bien vale el
soportar una historia como “Rise of the Batmen”.
No obstante, no
todo es reprochable en “Detective Comics”. Tynion sabe darle agilidad a la historia. Sus diálogos, aunque no
sean todo lo que esperamos para explicar la historia. Son justos y precisos y
se distingue una voz única para cada personaje. Y debemos destacar el encuentro
de Kate Kane con su padre porque,
más que cualquier otra cosa, nos enseña el verdadero sino de Batwoman.
Debido a su
formación militar, a su herencia familiar, ella vive bajo el lema de Stemus Simul —Unidos Venceremos —, y este team forzado es el mejor modo para desarrollar al personaje que,
tras el rescate de Morrison, ha
alcanzado una relevancia que bien le vale la atención que pueda recibir en “Detective Comics”.
Y resulta
interesante además, en contraste con la posición de Batman, un hombre que, se supone, gusta de trabajar como individuo
—aunque esté siempre rodeado de una gran familia y equipo de trabajo que ponen
en tela de juicio tal afirmación, amén de un sinfín de memes que abundan en la
red—.
El apartado
gráfico es un caso aparte. Barrows
sabe disponer a los personajes en la escena y sus escenas finales en el Batmobile son vibrantes. Pero debemos
destacar el trabajo de color de Lucas
en aquellas escenas exviñetas, que le dan un aire distintivo al título
acercando el trabajo de Barrows a lo
que nos brindaban hace dos o tres décadas artistas como Segrelles o Jiménez, y
que, esperamos, se mantenga en los números posteriores.
Si hemos de
colocarlo en la balanza, “Detective Comics” #935 es un número que nos queda al debe, principalmente por una
historia que no logra convencer del todo, pero que salva por el arte y por la
necesidad que tenemos como Batmaniacos
de ver a nuestros personajes queridos de vuelta al status que le conocíamos.
Esperamos, no
obstante, que el siguiente número nos tape la boca y Tynion le haga honor a su maestro quien, en la raya para la suma,
siempre nos legaba grandes aventuras.
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