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jueves, 2 de junio de 2016



"A Legion of Horribles"
Dirección: Rob Bailey.
Guión: Jordan Harper.

Preocupado por el paradero de Selina y ansioso por confrontar a Strange, Bruce se dispone a visitar el Asilo Arkham acompañado de Lucius Fox y de un incógnito Jim Gordon. Mientras tanto, puertas adentro del asilo, Hugo se deleita con sus nuevos logros en la reanimación y modificación estructural de sus pacientes, a la vez que recibe una pavorosa intromisión de sus empleadores, que se muestran disconformes con los resultados obtenidos por el Profesor. Una fuerza omnipresente, tan antigua como la propia Gotham, ejerce presión sobre los experimentos llevados a cabo en Indian Hill y el reloj comienza a marchar, tanto para Bruce como para Strange.

Debido a que este es el episodio previo al season finale evitaré todos los spoilers que pueda y no entraré en gran detalle con la trama.

Como recordarán de anteriores reseñas, me cansé de remarcar el excelso dinamismo que ésta segunda temporada demostraba tener capítulo a capítulo. Los personajes se movían por un trepidante argumento y nada ni nadie nos aseguraba que, tras acabo el episodio, volvieran a ser los mismos, porque estaban en constante evolución y sufrían cambios, ya sean de carácter o de status quo. Jim Gordon pasó de ser un civil a reincorporarse a la fuerza policíaca como detective, para más tarde convertirse en un preso de Black Gate, luego en un fugitivo, y devuelta en un civil aunque con aires de vigilante, y todo esto en una misma temporada. Ni hablar de Bruce y su transmutación de ternura por determinación, estoicismo y osadía. Con tanta acción, tanta trama ocurriendo, tanto villano suelto por ahí, no era descabellado pensar que éste último tramo sería una locura vertiginosa total. Bien, graso error, porque lo cierto es que aquí la serie se toma un respiro, para terminar espirando Dios vaya a saber qué al final.


La estructura del episodio es la siguiente: Selina no ha vuelto, así que está claro que Bruce debe partir para Arkham, pero antes de que eso ocurra nos toca presenciar el origen de Clayface, el regreso de Fish Money –lo lamento, señores, era inevitable–, lo mal que lo está pasando Ed en su celda compartida con Stirk (interesante cameo), y como Alfred esta tremendamente decepcionado de Bruce por desobedecerlo. Con todas estas cosas ocurriendo, que francamente no captaron mi interés, la incursión de Bruce y compañía a Arkham se retrasa para la segunda mitad del episodio, en donde finalmente logran juntar a varios personajes importantes en un lugar tan emblemático como lo es el infame asilo, y aún así se las arreglan para hacer de esto lo más intranscendente posible. No pondré en evidencia el recurso utilizado para rellenar gran parte de esta segunda mitad porque no deja de ser un spoiler, pero de todos modos es bastante notorio y se cae de maduro con solo verlo en acción. Pocas cosas terminan importando y lo realmente rescatable es la charla íntima que logran entablar Strange y Bruce. De hecho, es lo más significativo de todo el capítulo. Al final, todo termina en una maraña de cliffhangers con la obvia pretensión de dejarnos pegados a la pantalla, ansiosos por esperar la resolución de esto aunque, si les soy sincero, los cliffhangers, por más que sean varios y sean diversos, no me parecieron la gran cosa y sus resoluciones no sonaban prometedoras, todo se sabrá en la próxima entrega.

Ahora sí es momento de comentar cosas puntuales, ¿por que si no de qué estamos hablando? Vamos a quitarnos esto de encima: el regreso de Fish Money. Oh sí, está de vuelta, pero esperen que eso no es todo, porque ha vuelto con habilidades especiales para conseguir que las personas hagan lo que les pida con solo tocarlos. Miren, les voy a ser franco, debo de ser uno de los pocos televidentes que no odia de forma encarnizada a este personaje, aunque tampoco es que me apasione. En su momento supo cumplir un rol, que era ser el rival de Oswald, nada más. Pero a pesar de no compartir ese desagrado colectivo sigo sin entender el papel que Fish juega en todo esto, y el hecho de que además resurja con poderes lo vuelve todo más confuso, caótico y, por ende, innecesario. Quizá esa sea la palabra que más reflote en todo esto: innecesario. Como sea, ha vuelto, tiene poderes y ya veremos donde acaba. ¿Quién sabe? Quizá sí encaje de algún modo inteligente en la trama y nos sorprenda, aunque lo dudo.

El caso de Clayface es extraño, cuando se dio el anuncio de que dicho villano tendría su participación en la serie, no me costó imaginarme una amorfa masa de barro y lodo generada por computadora. Y aunque el efecto final hubiera sido basura (con horribles precedentes del uso de CGI que lo pronostican), el concepto hubiera encajado sin ningún problema por más estrafalario que fuese. A estas alturas ya hay pocas cosas a las que el show les cerraría las puertas, yo creo. Pero en vez de ir por lo más bizarro y vistoso optaron por algo más sutil y el resultado es, bueno, bastante indiferente, al menos por el momento. Clayface ya no se encuentra compuesto por aquella famosa masa moldeable de barro, sino que ahora es un tipo común –traumado a causa de la resurrección, por supuesto–, pero su rostro se ha vuelto plástico, capaz de adquirir cualquier forma tras pasar por un procedimiento de moldeado. Extraño por dónde se lo mire. No voy a inmiscuirme en el asunto de si el personaje conserva la esencia o no para no aburrirlos, pero no caben dudas de que es una versión muy propia de la serie y sumamente limitada con respecto a su contraparte del cómic. Una vez más, se trata de un villano con plena dependencia hacia el profesor Strange.


Los otros dos viejos conocidos que también tienen sus minutos en pantalla son Nigma y Bridgit Pike, quién siempre estuvo destinada a ser “Firefly” y aquí finalmente se concreta su bautizo. En mi opinión, las dos líneas argumentales que involucran a estos dos villanos son las más flojas de todo el episodio. En el caso de Firefly la languidez no era tan previsible y, pese a que era obvio que no presenciaríamos un infernal combate de otro mundo contra Cat, tampoco fue justo el desarrollo tan erráticamente apacible que tuvo la trama y su resolución “de libro” al borde del cliché. Mientras que con Nigma todo se cristaliza en un sinsentido prácticamente intolerable. A pesar de los esfuerzos de Ed por querer ser parte de la fiesta, el Profesor Strange supo mantenerlo a raya y dejar los roles bien claro: tú eres el paciente, yo el profesor. Sin embargo, sin explicación aparente y como si se tratase de un mero capricho, Hugo decide finalmente invitar a Ed a unirse y formar parte de su plan encomendándole la tarea de interrogar a Lucius y Bruce. Y sí, ver a Nigma al mando de un micrófono, saboreando su nueva posición de poder, fue una perspectiva del personaje agradable de ver por obvias razones, pero es imposible no pensar en la incoherencia que se tuve que pasar para llegar ahí. ¿Y todo para qué? ¡Para construir un cliffhanger, por supuesto! Todas las sub-tramas terminan en cliffhanger y, debido a esto, se nota que han tenido que forzar la maquinaria para que las cosas caigan en su lugar en el momento justo, o más o menos. Y bajo esta filosofía de forzar las cosas el relleno es inevitable, las incoherencias son inevitables, y una trama sosa y estancada es inevitable. Es evidente que buscaban meter a Ed en el season finale a como dé lugar y lo consiguieron. ¿A qué costo? Cada quién dirá.

No me he olvidado de ellos. Tras varios rumores, su adhesión al show se veía como algo inevitable, pero de todos modos resultó en sorpresa la precocidad con la que se vio introducida. No hizo falta una tercera temporada para que, finalmente, La Corte de los Búhos hiciera su gran debut. Aunque su naturaleza como organización sigue reposando en las tinieblas de lo desconocido, no caben dudas que son los que manejan los hilos, y su principal función y objetivo no parecen haber sido alterados demasiados con respecto a lo visto en las páginas de los cómics escritos por Scott Snyder. Su participación juega un papel introductorio, pero también son los responsables de apurar a Strange con sus planes, ocasionando otro cliffhanger. Por el momento, el liderazgo de la corte recae en una mujer entrada en años, de carácter tosco y semblante rígido, aunque de identidad desconocida, como no podía ser de otro modo. Aunque sé bien que esto puede ser tomado como “criticar por criticar”, no quedé muy convencido con el diseño de las emblemáticas máscaras que portan los miembros de la Corte. No obstante, soy consciente de que “Gotham” transcurre en el pasado, así que todavía cabe la posibilidad que en un futuro las cambien por unas de aspecto más moderno y fieles a las originales, que la verdad infundían más desconcierto y pavor.



Y así, entre sub-tramas que quedan en suspenso y una trama principal que tampoco inspira demasiado dinamismo, Gotham nos invita desesperadamente a esperar hasta el último capítulo para cosechar lo sembrado y darnos un digno final en concordancia con lo que fue la temporada. A estas alturas es difícil que la serie aburra, incluso cuando se vuelve sosa y predecible como es la ocasión, pero es una pena pensar que no idearon el final de la serie como una balanceada historia de dos partes, sino que prefirieron reservar todos los cartuchos para el último capítulo, dejando a ésta bastante desamparado y pobrecito. ¡Próxima parada: season finale! ¡Hasta entonces!

Nota: 7.0/10. (Recomendable)

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