Reseña: “Nightwing” #3

Maze Runner
Raptor School of Sidekick Rehabilitation

Título: Better than Batman, part 3.
Escritor: Tim Seeley.
Artista: Javier Fernández.
Colores: Chris Sotomayor.
Portada: Javier Fernández & Chris Sotomayor.
Portada variante: Ivan Reis, Joe Prado & Brad Anderson.

Lejos han quedado los tiempos en que un jovencito Dick Grayson dormía sin prejuicios en la misma cama que su mentor Bruce Wayne. Lejos, esos tiempos en que un tal Wertham —al más puro estilo de Hugo Strange— concluyó de su análisis de delincuentes juveniles que la relación Batman/Robin no era más que una treta para pervertir las mentes de los lectores llevándolos al “oscuro” mundo del homosexualismo. Lejos, cuando CBS decidió colocar en la mansión Wayne a una tía Harriet para que no se viera tan raro que el millonario playboy compartiera techo con un muchacho huérfano.
Sip… muuucho tiempo.
Pero el tema vuelve y vuelve. Aunque hoy sea más bien en el campo de los memes y parecidos artilugios.
Y nos gusta divertirnos con ello.


A veces hasta encontramos cierto asidero, equiparando la relación del Dúo Dinámico con la del erasta y el erómeno de la cultura griega; la del caballero y el escudero de la tradición medieval; o la del poeta y su “muso” victoriano —tipo Wilde/Bosie—; o la del productor de Menudo y Ricky Martin principiante en nuestros tiempos modernos —no hablemos de Jackson y Culkin. Es de mal gusto, dicen. O de Pablito Ruiz…—.
Sin embargo, por regla, no pasa de una broma… Una broma en la que no podemos dejar de pensar al leer este —de nuevo— magnífico número de Naigüín. Porque recién iniciada la lectura nos encontramos con la súbita aparición de Batgirl en medio de la estepa rusa para increparle a su cuasi-novio por dejarla plantada en Japón —caso aparte merece la mención de cuán rápido se desplazan nuestros personajes por todo el mundo… sobre todo Barbara—. Una escenita de celos que nos mueve a la sonrisa y que tan bien resuelve gráficamente Fernández con las expresiones que coloca en el trío. Una verdadera sit-com.


Claro, uno no puede menos que preguntarse qué hubiera hecho Babs si se entera de las correrías de Dick como el Agente 37 junto a Midnighter, llamados los nemesisters en el “ambiente” de los Bat-Fans —¡sigan el arcoíris, muchachos!—.
Si hay algo que debemos agradecerle a Seeley, es que escribe a un Grayson fresco, enrevesado en aventuras tan acrobáticas como en sus viejos días de circo.
Leer Naigüín se está volviendo un agrado.
La conjunción escritor/dibujante es la precisa para olvidarnos del Agente 37 y enfocarnos en la nueva etapa de nuestro héroe. Que no está exenta de dramatismo y crudeza cuando corresponde —para más referencia, sólo basta ver la misión anterior en “Nightwing” #2 que estos dos pájaros cumplieron a bordo de un barco con sus bodegas llenas de gente—, pero que es muy dinámica y liviana al encarar las relaciones entre los protagonistas.
Ahora, por cierto, también nos encontramos ante una trama sórdida donde el leit motiv de ‘Wing y Raptor es penetrar el laberinto en el que se oculta una tal Knute Ruud, creador del intrincado dédalo que conforma la base del Parliament of Owls en Creta —clara alusión al mito griego en el que ahondaremos en una próxima reseña—. Penetrar, encontrarlo y asesinarlo para que nadie se entere de cómo violar el sancta sanctorum de los Búhos.


Misión a la que se suma la convidada de piedra —¡Batgirl, pues niños! No se distraigan— y cuyo desarrollo y desenlace son tan laberínticos como el lugar por el que se desplazan.
Mención aparte merece Fernández que en una serie de páginas nos entrega secuencias visualmente laberínticas con la superposición de viñetas que ayudan a la confusión visual a la vez que agregan movimiento a los dibujos. De nuevo un 7 para él.
El final nos llega casi sin darnos cuenta —así de entretenido es el número— y ya conocemos un poco más de Raptor, que nos desconcierta en un primer momento y nos maravilla al siguiente.
Sabemos, por ejemplo, que su objetivo es el mismo que el de Naigüín. Y que ni la misma “Night of the Monster Men” puede retrasar la resolución de esta historia. Lo que nos convierte en eterno el corto tiempo que falta para “Nightwing” #4.
También sabemos que la relación Babs/Dick no va a ser miel sobre hojuelas, sino que debemos acostumbrarnos a estos ires y venires en su relación, en tanto Grayson siga interponiendo a algún hombre entremedio… Sí, sí… La eterna duda sobre a dónde realmente apuntan los eskrima-sticks del muchachote…
“Nightwing” #3 es un número redondo. Nada falta y nada sobra. Naigüín no pudo haber tenido mejores padrinos para esta nueva etapa bajo la franquicia Rebirth. Y confiamos en que no quedaremos defraudados con lo que viene, en tanto se mantenga el perfecto equilibrio entre humor y drama, acción y calma, y la relación entre Grayson y Raptor se solidifique, aunque Batgirl tenga que ir a llorarlas junto a su mochila o junto a las Birds of Prey —que nadie le reprocha su amistad con otras mujeres—.


Un último dato que agregar y que me llamó la atención de inmediato apenas lo leí —y seguramente le pasó a la mayoría de ustedes si ya leyeron el cómic—.
Se nos revela que el nombre de Robin viene del héroe scottiano Robin Hood, cuyas aventuras el niño Grayson leía siempre durante sus tiempos en el circo.
Llama la atención porque, a nivel editorial, siempre ha existido la pugna por quién creó este nombre.
Mientras varios de los involucrados en su creación hace 76 años no dudan en afirmar que el nombre fue tomado de Jerry Robinson, auténtico padre putativo del adlátere; Bob Kane siempre afirmó que la idea fue absolutamente suya, tomando el nombre del héroe literario.
Conocidas, como son por todos, las artimañas que Kane realizó para quedarse con todos los honores de Batman, nunca podremos evitar dudar de él. Aunque a nivel ficticio este sí sea el origen de su nombre, para mí Jerry Robinson siempre será el auténtico creador de Robin.
Ojalá un día tengamos un “Bob Kane with Jerry Robinson” en los créditos de nuestro pájaro predilecto. Aunque el with nunca deje de molestarme…

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