My Friends will Come
Título: Rise of the Batmen, part seven: The Red Badge of Courage.
Guión: James Tynion IV.
Lápices: Eddy Barrows.
Tintas: Eber Ferreira.
Colores: Adriano Lucas.
Portada: Barrows, Ferreira & Lucas.
Portada variante: Rafael Albuquerque.
“I
can’t keep track of each fallen robin
[…]
I
don’t think of you that often”.
(Chelsea
Hotel, Leonard Cohen)
Literalmente, el título de este fortísimo
número #940 de “Detective Comics” es “La insignia roja del coraje”.
“Coraje” es definido por la R.A.E. como la “impetuosa decisión y
esfuerzo del ánimo, valor”, pero también como “irritación, ira”.
Si ya leyeron este número no sólo sabrán
que todos estos sustantivos hacen precisa referencia al Robin Rojo, sino que las
páginas mismas de este cómic apuntan desde la primera viñeta a resaltar la
decisión del joven Tim Drake de afrontar incluso la muerte en
su esfuerzo por hacer lo que es correcto. (Si aún no lo han leído, les aconsejo
hacerlo antes de seguir con esta reseña.)
Una palabra basta para definir aquella
actitud que a todos nosotros ha emocionado: héroe.
Aquel ser que, indignado, airado contra la injusticia, tiene el ánimo
suficiente para mirar a la muerte a la cara y decidir con calor que su vida
bien vale ser sacrificada para salvar la de otros cientos.
“Nec cogitatis quia expedit vobis ut unus moriatur homo pro populo, et
non tota gens pereat”, proclama el Sumo Sacerdote Caifás, según la versión Vulgata,
respecto de Jesús. “Es provechoso que un solo hombre muera en el
interés de una entera nación.”
O, en
jerga Trekkie, “las necesidades de muchos se anteponen a las de uno”.
Sea como
sea que lo interpretemos, lo que siempre ha distinguido a los verdaderos héroes
es su disposición al sacrificio para salvar a los demás. Y Tynion no ha escatimado en recursos para hacer de este magnífico
número no sólo el relato de la desaparición de Red Robin, sino también
una elegía a su partida: mientras la primera mitad del cómic nos revela los
dramáticos momentos que anteceden a la segunda ola de drones asesinos que acabará con el tercer adlátere de Batman, la segunda es capaz de
ralentizarse y brindarnos emotivos momentos que transforman las páginas en una
sentida elegía.
Las
viñetas precedentes a la inmolación de Drake
—que Barrows dibuja como nunca— son
ciertamente dramáticas.
El
enfrentamiento entre Batwoman y su
padre es de antología y claramente remarca lo que ya comentábamos de los primeros
números de este arco: Kate Kane adquiere status de verdadero
superhéroe integrante de la Bati-Familia
rompiendo todo lazo con su avieso padre.
Pero más
llama la atención la desesperación del hombre que siempre tiene todo bajo
control: Batman.
Ya fuimos
testigos de algo parecido en “A Death in the Family”, cuando los esfuerzos del Murciélago
resultaron infructuosos para salvar a Todd.
Tras la
inevitable desaparición de Red Robin, el panorama no es más amigable.
Vemos al
equipo profundamente afectado. Y nuevamente es Batman quién captura nuestra atención. Lo vimos destrozado cuando Damian murió a manos de Heretic en “Batman Inc.” sin embargo, siempre resulta perturbador verlo
quebrarse, mientras abraza a Spoiler
en esta ocasión.
Tim Drake, como hemos repetido desde su incorporación a “Detective Comics”, fue uno de los grandes damnificados tras The New 52, y entendimos su inclusión en
este variopinto grupo como parte de la estrategia de Johns para re-encantarnos con las historias de DC Comics y recuperar a
aquellos personajes que se hicieron irreconocibles tras el reboot de 2011.
Y ciertamente
Tynion lo logró. En estos siete
números conseguimos volver a sentirnos en confianza con Tim Drake. Por fin
podíamos decir que éste era el gran genio que se ganó a puro pulso su lugar
como Robin. Por fin podíamos verlo
junto a Brown. Todo volvía a ser
como en los viejos tiempos.
Pero se
necesitaba un último paso. Un bautismo de fuego tras el cual Red Robin fuera re-creado a imagen y semejanza de sí mismo antes de Los Nuevos 52.
Y su
aparente muerte es la herramienta perfecta para colocarlo de vuelta en el
sitial que le corresponde dentro Bativerso.
Los que
integramos el Blog de Batman somos, en
primer lugar, fans del Encapotado,
al igual que ustedes. Y, aunque tratamos de ejercer cierta objetividad que nos
permita reconocer cuando algo no está bien o debe criticarse, no podemos evitar
emocionarnos ante momentos como los que este número nos prodiga.
La muerte
de Tim Drake venía comentándose desde varias semanas atrás. No es que
fuera una gran novedad. El mismo ciclo superheroico
ya ha establecido como norma que alguno de sus personajes muera de vez en
cuando… y regrese.
Tras el
número anterior de “Detective Comics”, supimos que aquí habría de ocurrir su desaparición
—no olviden que hay otro Tim Drake, que protagoniza “Batman Beyond”en un futuro alterno, secuela del soporífero “Futures End”— y, de cierto modo, estábamos preparados.
Pero nunca
pudimos prever que la carga emocional —gracias a un magnífico guión y un no
menos destacado dibujo— sería tan fuerte, y que leeríamos sus páginas con el
corazón encogido.
Qué
agradecidos estamos que DC Comics vuelva a producir historias de
este nivel y haya sabido elegir a los profesionales precisos para cada título
que nos están entregando desde la puesta en marcha de “Rebirth”.
“Detective Comics”, en cierto modo, está recuperando su lugar como el principal
título de la franquicia y, personalmente, sólo puedo sentirme honrado de ser el
asignado para escribir las reseñas de cada número.
Seguir la
evolución de Batwoman. Atestiguar la
reivindicación de Red Robin… ¿Qué mayor privilegio hay para
un fans?
Y, no obstante, “Detective Comics” #940 es aún más.
Es aún más
porque el epílogo de este número enlaza directamente con el misterio tras “Rebirth”.
Cuando ya
creemos que podemos cerrar la revista y lamentarnos por la ida de tan especial
personaje, nos encontramos cara a cara con el gran complot tras bambalinas, el
misterio que modificó la realidad de todos nuestros personajes.
¿Pensábamos
que Tim Drake por fin era representado dignamente? Las últimas páginas de
este cómic dan un paso más adelante y colocan a Red Robin —vivo y prisionero
por este extraño Mr. Oz, que hasta
ahora sólo habíamos visto relacionado con Superman
y su familia— a la vanguardia de la meta-historia que Geoff Johns y equipo
están tejiendo: alguien o algo alteró la realidad y Red Robin, sin saberlo,
se ha acercado de tal manera a la verdad que ha llamado la atención de poderes
en las sombras.
Las
últimas palabras del joven, “my friends
will come”, nos despiden de un número que sólo podemos calificar de
perfecto. Posiblemente el mejor publicado desde el inicio de “Rebirth”, no sólo
dentro del Bativerso, sino de todo DC Comics.
My friends will come nos llena de
expectativas de que, a pesar del nivel alcanzado, aún vienen cosas mejores para
los que somos devotos de Batman y su
escolta.
Sí, amigos
que siguen nuestro Blog: Es un muy
buen tiempo para ser un Bat-Fan.
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