Rob Bailey.
El episodio inicia con la introducción del villano en cuestión, pero antes de sumergirnos de lleno en la trama, recordemos quién es
Mad Hatter y sus orígenes en el mundo del tebeo. Para empezar, decir que es uno de los tantos villanos salidos de la cabeza de
Bill Finger (junto a
Lew Sayre Schwartz) ya le otorga un aura especial, sin mencionar cierto prestigio ya que se trata, por lo tanto, de uno de los villanos más antiguos del
Hombre Muciélago debutando en
“Batman” #49. El personaje inició siendo un ladrón de lo más corriente sin ninguna particularidad notable pero, como suele ocurrir, se fue complejizando con el pasar de los años hasta alcanzar su encarnación más popular en
la continuidad post-“Crisis en Tierras Infinitas”. En ella,
Tetch trabajaba para
Wayne Enterprises en la rama de neurociencia antes de, en algún punto, volverse completamente loco. Su obsesión por la obra de
Lewis Caroll “Alicia en el País de las Maravillas” lo llevó a transmutarse en uno de sus personajes:
El Sombrerero Loco. Así fue que, utilizando sus increíbles habilidades para la hipnosis y el control mental,
Jervis logra secuestrar a varias mujeres que bautiza como
“Alice” y las obliga a participar en fiestas de té para luego venderlas a modo de sirvientas. Naturalmente, es detenido por nuestro héroe y termina internado en el
Asilo Arkham, del cual escapará para dar inicio nuevamente al ciclo.
Volviendo a
“Gotham”, las primeras escenas sirven de introducción para el personaje y desde un primer momento queda claro que, como mencioné al principio, se trata de un hombre bastante cuerdo y hasta cierto punto encantador, algo que podría ir en contra de cualquier noción que se tenga de este villano conocido por ser repulsivo pero que, sin embargo, cuando es meditado junto con su don para el hipnotismo, la verdad que cobra bastante sentido. El
Jervis Tetch de
“Gotham” es efectivamente un hipnotista, un
showman que se gana la vida en el escenario, por lo que tener cierto grado de carisma es algo fundamental para que esta concepción del personaje se sostenga y cobre sentido.
Benedict Samuel, actor australiano conocido por su participación en
“The Walking Dead”, hace una estupenda labor interpretando al personaje, dotándolo de misterio, calma, pavor o sorpresa según lo amerite.
Jervis no es necesariamente un personaje complejo, de hecho, que derive de otro ya le otorga cierta banalidad, pero definitivamente se esmeraron en resaltar su faceta más humana. Si el villano hubiera sido introducido en la primera temporada de la serie, sólo Dios sabe qué clase de bizarreada habría resultado. A partir de la segunda temporada el show fue cada vez más consciente de la importancia de profundizar en sus antagonistas, enseñar al público las aristas que los vuelven similares a nosotros, para luego impactar con sus facetas más oscuras, y el desarrollo de
Jervis sigue este mismo patrón. Tras una increíble exhibición de sus habilidades a modo de espectáculo en el club nocturno de
Barbara y
Tabitha,
Tetch se dispone a hacer uso de la hipnosis con propósitos algo más tétricos. Le ordena a un hombre que asesine a su esposa para luego suicidarse y, tras una escena que resulta más cómica que terrorífica debido a la ejecución de la actriz y, quizá, a una inesperada excentricidad en
Jervis, excentricidad que dicho sea de paso no volverá a mostrar en lo que resta del episodio,
el Sombrerero consigue un nuevo hogar en
Gotham,
revelando de paso su verdadero objetivo en la ciudad: Encontrar a su hermana
Alice.
He ahí la trama principal del capítulo. Por algún motivo que no queda lo suficientemente claro pero que tan poco es tan reprochable,
Jervis acude al
ex-Detective Jim Gordon para que busque a su hermana en vez de usar sus poderes y así armar una cuadrilla de búsqueda. Pero en fin, la trama tiene que avanzar de algún modo y lo cierto es que resulta bastante efectivo.
Jim ahora es un caza recompensas pago,
Jervis tiene dinero y quiere contratar al otrora mejor Detective del
G.C.P.D., es así de simple. Comienza entonces la búsqueda por
Alice, de quién nos enteramos que no es una joven ordinaria, sino que fue uno de los tantos experimentos de
Hugo Strange que consiguieron escapar durante
la gran fuga. Así es, la mayor licencia creativa que se tomó la serie fue otorgarle poderes a
Alice, convertirla en un ser extraordinario. No abordaré más la trama principal, cuya conclusión espera en la
próxima entrega.
Tal y como se venía perfilando en
el episodio anterior,
Cobblepot
termina por anunciar su candidatura oficial para la alcaldía de
Gotham, y aunque es cierto que obtuvo el cariño del pueblo casi de modo forzado y que pudieron haber sido más minuciosos con el guion, complace el saber que la idea finalmente se llevará a cabo y que no tendremos que esperar varios capítulos para ver a
Oswald en el poder, porque al igual que en la temporada anterior, todo parece estar predestinado al dinamismo. El que
Oswald sea alcalde es algo que de algún modo ya está instalado en la
mitología Batmaníaca, y darle a
“Gotham” el espacio para desarrollar semejante concepto me parece una decisión más que acertada. El personaje siempre ha estado en busca de cariño y afecto, de aceptación, y este es uno de los modos que tiene de autentificar aquello, de sentir que es un miembro respetado de una sociedad en un ámbito legal.
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