That’s the thing about Gravity
Título: Rise of the Raptor, parte uno.
Escritor: Tim Seeley.
Artista: Javier Fernández.
Colores: Chris Sotomayor.
Portada: Javier Fernández y Chris Sotomayor.
Portada alternativa: Ivan Reis, Oclair Albert y
Sula Moon.
Como nos señalan las primeras páginas de este
#7 del muchachón Grayson, ahora de vuelta a las mallas
azulnegro, la gravedad tiene la mala tendencia de hacer caer todo lo que sube.
Nightwing, ya lo saben ustedes, nació desafiando a la
gravedad e hizo de ello su carrera, ya fuera como el hijo de una pareja de
saltimbanquis —los Flying Graysons—, como Robin, como Nightwing,
como Batman, como Nightwing de nuevo, como el Agente 37, y finalmente como Nightwing de nuevo.
Lo entretenido de
esto es que Seeley toma esta
verdadera cualidad intrínseca del personaje y hace de ello una verdadera
analogía del aprender en base al error que es otra faceta propia del pájaro
azul.
Y Raptor, el malditamente bueno de Raptor —deberían darle alguna
nominación por juegos de palabras—, es el ejemplo más claro de cómo la
gravedad, vez tras vez, tira hacia abajo las aspiraciones de Naigüín.
Ya al terminar el primer arco de Seeley/Fernández se
nos anunció que la nueva aventura de Nightwing
giraría en torno a este gitano que se fabrica su propia suerte, con buena labia
y mejor entrenamiento físico.
Tras el
decepcionante crossover de los monstruos de Strange, comienza esta
nueva historia del adlátere por antonomasia y todo aquello que tanto nos gustó
de “Better than Batman”, todas las
expectativas que creímos ver satisfechas de la mano de Seeley… parecen caer atraídas por la ley de la gravedad.
Porque ocurre que
algo no encaja del todo en esta
primera parte de “Rise of the Raptor”.
Es cierto, es el
primer número. El autor debe plantearnos enigmas, darnos pistas de la historia
que en los números siguientes desarrollará y responderá.
Hasta cierto
punto, Seely cumple con aquello:
plantea un conflicto que tiene que ver con la identidad misma de Naigüín, enlazado con su pasado —en
especial su madre— y cuyo catalizador es Bruce
Wayne mismo, esa suerte de segundo
padre, con, ya lo dijimos, Raptor
como centro, causa y efecto de la historia.
¿Qué es aquello,
entonces, que nos molesta al leer la historia?
Olvidemos el gran
fallo de continuidad al mostrarnos simultáneamente a Batman marchándose de excursión a la isla de Santa Prisca con sus
nuevos amigotes —“Batman” #9— y a su
álter ego secuestrado por Raptor. Para
seguir a nuestros héroes favoritos y no perder la cordura en el intento,
debemos comprender que la continuidad es más una aspiración que una realidad —si
hay tres Jokers, tal vez existan dos
Bruce Wayne…—.
¿Pudiera ser una
sensación de pie forzado al leer el número? ¿Algo que ver con el nuevo estilo
que “Rebirth” le está imprimiendo a
sus títulos?
De lo que se nos
ha adelantado, pareciese que próximamente tendremos un gran evento en el que
estarán involucrados el Parliament of
Owls y Kobra, ambos con clara
presencia en la historia que Seeley está
desarrollando en torno a Naigüín y
cuyas acciones tienen como amalgama a Raptor.
¿Estará esto guiando
la pluma del escritor para que este nuevo arco coincida con aquello?
Sinceramente,
tras una segunda y una tercera lectura, algo
molesta en “Nightwing” #7. Algo
que no permite disfrutar la historia del todo.
El primer arco, a
pesar de su final a trompicones, tuvo una excelente factura. Buen guión, buen
arte.
El equipo
creativo descansó durante “Night of the Monster Men”.
Ahora vuelve con “Rise of the Raptor”.
¿Nos habremos
vuelto exigentes en demasía? ¿O será la mala resaca tras los monstruos?
Objetivamente
hablando —si es que ha habido alguna vez objetividad en una reseña hecha por
fans—, el guión corre muy de prisa en este número. Nuevamente parece ir
contratiempo.
El dibujo, a
pesar de darnos muy buenas escenas de enfrentamiento, cae notoriamente cuando
se trata de retratar la cotidianeidad de los personajes —algo que alabamos
muchísimo en entregas anteriores—. Las escenas de Wayne y Alfred, y la
siguiente aparición en público del millonario, nos semejan dibujadas por
alguien más. No parece el Fernández al
que estamos acostumbrados.
Quizá la
frecuencia quincenal no sea una idea tan buena como se esperaba.
Quizá esté
dañando el pulido de la escritura y el dibujo.
Quizá eso sea lo
que nos hace ruido al leer “Nightwing” #7.
La gravedad, como
sentenció Naigüín lanzándose de un
balcón, tarde o temprano nos tira abajo.
¿Podrán lograr,
por lo menos, Seeley/Fernández que
la caída no sea tan estrepitosa después de todo?
¿Podrán sus artes
conseguir que el tirón gravitatorio sea una ventaja a la larga y lo que parece
una caída libre, termine con la gracia de un artista de circo tras su pirueta?
“Rise of the Raptor” ha comenzado.
Esperaremos la
continuación para corroborar nuestras dudas o, y eso anhelamos, ver cómo
nuestros temores se disipan y este segundo arco de “Nightwing” acaba por ser un nuevo eslabón del asentamiento del personaje
bajo la iniciativa “Rebirth”.
En palabras de
nuestro cabrón predilecto:
There’s still hope for the Raptor-Nightwing Team.
Imposible no amar
a Raptor… ese gitano que gira contra
la gravedad.
Comentarios