Reseña: “Nightwing” #8 - “Rise of Raptor”, última parte

I jumped because I knew you’d catch me

Título: Rise of Raptor, finale.
Escritor: Tim Seeley.
Artista: Javier Fernández.
Colores: Chris Sotomayor.
Rotulado: Carlos M. Mangual.
Portada: Javier Fernández y Chris Sotomayor.
Portada alterna: Ivan Reis, Oclair Albert y Sula Moon.

Con hierro, el hierro mismo se aguza. Así un hombre aguza el rostro de otro”.
(Proverbios 27:17)

¿Qué no se ha dicho de la relación entre Bruce Wayne y Dick Grayson, Bruno Díaz y Ricardo Tapia, Batman y Robin?
Desde las más bien intencionadas opiniones a las más retorcidas teorías freudianas, la relación entre ambos es una piedra de toque dentro del generalmente plano, repetitivo y hueco mundo de los cómics de superhéroes… ¿Qué? ¿Qué dije? ¿Se pensaban que estaban leyendo literatura seria?
Y la segunda parte de “Rise of Raptor” ha resultado, a la larga, una nueva historia sobre los lazos que unen a la célebre pareja: justo cuando creíamos que este pequeño arco sería todo sobre Raptor y la desconocida relación que el gitano tuvo con Mary, la madre de Grayson, el número acaba siendo una re-revisión del Dúo Dinámico.


Y resulta.
Sí, resulta más que bien.
Es que, mirando las cosas desde la distancia, siempre han aparecido y desaparecido personajes en el Batiuniverso que nos atraen por un rato y luego desaparecen, algunos dejando una inolvidable estela —como el exquisito Doctor Simon Hurt que Morrison redescubrió para nosotros en su tremendo run—, y otros permaneciendo desconocidos para las generaciones posteriores —como la anodina tía Harriet Cooper de la serie “Batman ‘66”—.
Pero lo que permanece ahí es el núcleo central conformado por Batman y su séquito, en especial los Robin —y, dentro de ellos, el primer adlátere por supuesto—. Y la importancia o no importancia de los actores secundarios o invitados gravita en torno a cuánto afecta a la Bati-Familia en sí.
Porque son ellos, Batman y sus compañeros de lucha, los que siempre nos han acompañado y por quienes nos preocupamos e interesamos.
Raptor —personaje que, en lo personal, me pareció un gran acierto de Seeley y al que Fernández siempre dotó de una presencia física entre arrogante, cínica y divertida, unida a las mejores líneas que hemos visto en número alguno de Naigüín— se coló a la fuerza, hizo y deshizo, ayudó a desmantelar al Parliament of Owls, se alió con la organización Kobra y dejó patas pa’ arriba la mente del Petirrojo original al revelarle la relación con su madre.


Y en este número tuvimos una gran respuesta a las dudas planteadas en la primera parte.
Conocimos algo más de la madre de Tapia. Incluso conocimos, de reojo, algo de la personalidad de papá Grayson. Y, por supuesto, conocimos a Raptor que, repito, es un gran personaje que espero que vuelva a aparecer por las páginas de Naigüín de nuevo.
Pero todo esto sólo fue el maderamen que sostiene a la principal relación del Batiuniverso: Bruce y Dick.
Lo que finalmente aprendimos es la clase de relación que siempre ha existido entre ambos personajes y de qué modo ambos son partes casi de un mismo organismo, sosteniéndose mutuamente y definiendo al otro.


Alguna vez el niño Grayson voló en caída libre y la mano de su mentor estuvo ahí para sostenerle y rescatarle, aunque, al mismo tiempo, la mano del niño rescataba de la alienación y la oscuridad total al adulto.
Como remata Wayne al final de este número: Salté porque sabía que tú me atraparías.
“Rise of Raptor” es, por lo tanto, otra invitación a seguir profundizando en la relación que sustenta al Dúo Dinámico original. Una necesaria aclaración para completar el regreso de Nightwing a la palestra tras su periplo por los caminos de la muerte fingida y la autopista del espionaje.
Este es Batman. Este es Nightwing. No hay modo de concebirlos por separado. El uno definiendo al otro. El uno perpetuando la imagen del otro.


Seee… es un buen tiempo para leer cómics de DC Comics.
Un buen tiempo para leer cómics del Batiuniverso.
Un buen tiempo para leer cómics de Nightwing.

¡Aunque no sean literatura seria, intelectualoides!

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