Reseña: “Nightwing” #11 - “Blüdhaven”, parte dos

Que veinte años no es nada…

Título: Blüdhaven, part 2.
Escritor: Tim Seeley.
Artista: Marcus To.
Colorista: Chris Sotomayor.
Rotulador: Carlos M. Mangual.
Portada: Marcus To y Chris Sotomayor.
Portada variante: Ivan Reis, Oclair Albert y Sula Moon.

Bueno, no fueron veinte años, pero la cita del gran tema del no menos grande Carlitos Gardel bien puede adornar una historia de retorno como es este arco de Blüdhaven.
Naigüín regresa a su ciudad-base. Claro que también la visita por primera vez.
Porque cuando hablamos de regreso, nos referimos a la iniciativa “Rebirth” que está corrigiendo todos los descalabros que Dan Didio y Jim “devuélvanmemiIPhone” Lee acometieron al inicio de esta década.
Para aquellos que en los noventa ya se afeitaban y leían cómics, Blüdhaven marca el sitio donde el gran mito de Nightwing terminó por forjarse, dotando al personaje de una identidad única y, de paso, transformándolo en un personaje puntal del Universo DC. Para aquellos que aún andaban colgando de la teta de mamá, es hora de que se pongan al día: tienen 75 años de historia de Dick Grayson por asimilar.
Palabras más, palabras menos, el hecho es que todo comienza a volverse familiar para el fándom con Naigüín instalado en el puerto por primera vez en esta continuidad y relacionándose con la bonita vecindad.


Y como no puede haber cómic de superhéroe sin que este se meta en líos, sin querer queriendo ya tenemos al holy ass envuelto en una intriga que tiene que ver con un grupo de ayuda para jóvenes. Y una organización que los está involucrando en un asesinato.
Lo interesante de todo este embrollo es que pareciera que estamos leyendo un buen cómic de los ’70 o inicios de los ’80 —o incluso antes, si se quiere—. De hecho, el acto de apertura nos presenta al Dúo Dinámico original dando solución al Caso de los Monumentos Robados. Sep… casi puede uno escuchar a los Wiener Kindersänger entonando el Nananananana… ¡Batman!... para placer de los melómanos y de los tipos con tendencias griegas
Ahí entendemos de dónde conoce nuestro saltimbanqui amigo a la tal Defacer: ella resulta ser la adlátere de una villana colorinche llamada The Pigeon, cuyo objetivo es reescribir la historia de Gotham destruyendo todo los monumentos… ¿Qué? No lo digo yo, lo dice el cómic… ¿No les dije que parece un cómic de cuando los llamábamos “historietas”?
Así es que la circunspecta señorita Tsang es, en realidad, aquella niñita llevada por el mal camino y que tanto impresionó al también niño Grayson.


Pero este encuentro es sólo la antesala para que se nos revele un grupo mayor, cada cual más sicodélico que el anterior.
Vemos aparecer a Stallion —reinventado para esta continuidad como gay. Para variar…—; a Thrilldevil —capo de las acrobacias motociclísticas y ex de Blockbuster… Ex colaborador, se entiende…—; a Giz —hacker… ya saben…—; y Mouse —ex compañera de Catwoman… sin comentarios…—.
Todos ellos, jóvenes “víctimas” de Batman y asociados, que se han trasladado a Blüdhaven para superar el trauma y rehacer sus vidas. Todos bajo la batuta del, si me lo permiten decir, aún sospechoso James Nice.
Grupo, por cierto, al que pertenece Gorilla Grimm, que es la causa por la cual Naigüín se mete a husmear en el Centro de Rehabilitación.
Aunque no todo es tan al azar como pareciera: Grayson mismo anda en busca de su verdadero yo tras la desilusión sufrida con Raptor. Su sensor de confianza parece dañado y la equivocación que cometió con el enamorado de su mami, le da más inri por cuanto Batman —ya saben, el desconfiado ése— acaba teniendo razón.


Pero Dick Grayson es un muchacho bueno que quiere seguir creyendo que en todos hay algo rescatable. Así es que también necesita curación. Y, siguiendo el caso de Grimm, parece que ya emprendió su camino: todas las pistas indican que el gorila parlante es inocente del asesinato por el que se le acusa.
Hora, pues, de reencontrarse con Tsang y enmendar el equívoco inicial con un bes… Y justo llega la policía para detener a la joven.
Sí, algo huele muy mal en Blüdhaven y no es precisamente el antiguo sector ballenero, ni el famoso mercado de Meadowdale.
Alguien quiere involucrar a los muchachos en rehabilitación. Una conspiración, como murmura Pamela Sweigeld —a.k.a. Mouse—.
Pobre Naigüín que se vino a esta ciudad para descansar un poco de las febriles jornadas nocturnas de Gotham y se ha encontrado su propio infierno particular. Que veinte años no es nada, que febril la mirada, errante te busca y te nombra…
A eso, sumémosle el interés publicitario que ha despertado y los resquemores que comienza a provocar en la noble comunidad criminal. Pero ¡esperen! Hay solución: saquemos del baúl de los recuerdos a otro viejo olvidado. Traigamos al doctor Grace Balin —ningún parentesco con Balin, rey enano de Khazad Dûm, fallecido cuando la invasión orca a Minas Moria—. Este doctor ha logrado transformarse en un hibrido de humano y orca, y se le conoce con el original nombre de… ¡Orca! —qué bien que estén atentos—.


De un modo que, a ratos, se hace demasiado apresurado, Seeley nos está llevando a los noventa para reencontrarnos con el Nightwing que siempre hemos querido. Pero ya hemos apuntado antes que bajo la consigna de Rebirth, todo marcha más de prisa. De las virtudes y defectos de este sistema de contar historias, ya nos hemos explayado bastante en anteriores reseñas de este título como en las de “Batman” y “Detective Comics”. Es cosa que exploren en el Blog y las encontrarán.
Lo que sí ya comenzamos a lamentar es la incorporación de To en los dibujos. Siendo este su segundo número, podemos decir —o, por lo menos, digo yo— que la resolución de varias viñetas no está a la altura y comenzamos a extrañar a Javier Fernández e incluso a Janín —cuyo arte alcanzó cotas maravillosas en el reciente “Batman” #13—.
Pero aún nos queda mucho “Blüdhaven” por delante. Esperemos que afine la puntería. Así como esperamos que Seeley sepa mantener el equilibrio y que, por querer rememorar mejores tiempos, no termine escribiendo una historia digna de Schummaher y su versión cinematográfica de Batman.
Nightwing tiene toda su confianza puesta en ambos… esperemos que tenga razón por una vez…

No olviden que aunque no quise el regreso, siempre se vuelve al primer amorVolveeeer…

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