Reseña: “Nightwing” #13 - “Blüdhaven”, parte cuatro

Sip. A Naigüín se le cae la cara de vergüenza por este número
Doesn’t mean we’re good enough to be heroes

Título: Blüdhaven, parte cuatro.
Escritor: Tim Seeley.
Artista: Marcus To.
Colorista: Chris Sotomayor.
Rotulista: Carlos M. Mangual.
Portada: Marcus To y Chris Sotomayor.
Portada alternativa: Ivan Reis, Oclair Albert y Sula Moon.

“Hacia poniente
se dirigen las miradas;
hacia saliente
se desliza la nave.”
(Tristan und Isolde, primera escena del Primer Acto)

“Nightwing” #13
¿Qué decir de un número que parece acercarse a un punto magnífico de inflexión al revelarse su villano principal, pero que genera una frustración tal que casi nos quita las ganas de seguir leyendo el título?
Piensen en Tristan und Isolde, la ópera del compositor alemán Richard Wagner — léase Rijard, con J fuerte de nazi—.
¿A que no han sentido una especie de anhelo por su resolución cuando escuchan esa magnífica primera frase de apertura en que las cuerdas quedan suspendidas en una sola nota?
Ese recurso estilístico —el acorde de Tristan, como se le conoce— que refleja el espíritu fatídico de la obra, donde sólo la muerte puede ser la solución a las pasiones humanas que gobiernan nuestras acciones —especialmente el deseo sexual como expresión animal de nuestro comportamiento—, está magníficamente escrito por el autor alemán. Magnífica e inteligentemente escrito.
Intencionalmente, Wagner busca movernos y conmovernos ante el drama en tres actos que se avecina.
Sí; bien manejado, este recurso anti clímax es sorprendente. Alzamos el brazo derecho con la palma extendida hacia abajo para saludar: Hail Wagner!

Dick y los Run-Offs escapan de Seeley

Mal manejado, con “M”de “Tim Seeley”, sólo nos provoca el cuestionamiento de si nos cambiaron al autor o este perdió todo entusiasmo por el personaje.
Recuerden, estamos hablando del mismo Seeley que logró estupendos momentos con el Naigüín de emblema rojo en el pecho. Del mismo que reinventó a Grayson en el título homónimo, donde las aventuras del Agente 37 fue una de las pocas cosas buenas que nos legó Forever Evil. Del mero mesmito que tomó a Ricardo Tapia y volvió a enfundarlo en el traje clásico del petirrojo desertor, con dos primeros arcos bastante entretenidos y mejor escritos en la bendita nueva era Rebirth.
El mismo Seeley que ante un evento tan importante como devolver a Nightwing a su ciudad base, Blüdhaven, se nos desinfla y arma una historia anodina que ni pega ni junta. Una historia como la de este número #13.
Si tienen la gentileza de desconectarse de YouTube y dejar de ver quizá por enésima vez Tristan und Isolde —y qué agrado tener un público lector que no es sólo mañanas de revistas de monitos, tardes de Cartoon Network y noches de Playstation—, recordarán que, desde la llegada de Dick a Blüdhaven y su introducción al simpático Mr. Nice, aseveramos que este último era, con toda seguridad, el villano principal. Cosa que quedó corroborada en este #13.

La detective de apellido raro le apunta al pájaro... raro...

Sí, sí. Ya sé lo que estarán pensando: este reseñador debería estar trabajando con DC porque su imaginación y creatividad le hace la competencia a los mejores autores de la editorial… Pero tal no es la cosa:
Les agradezco los halagos, sin embargo no hubo nada especial en saber quién sería el chico malo en este caso: simplemente, pequé de obvio. O, más bien, Seeley pecó de obvio. Cayó en el más común de los lugares comunes de la escritura de guiones. Y eso, no se puede perdonar. En ningún autor y menos en él.
Lo que buscamos al leer semana a semana nuestros títulos preferidos es diversión, sorpresa, un anhelo que necesita ser satisfecho número tras número.
Como la nota suspendida de la ópera de Wagner, nosotros aguardamos al borde de nuestros asientos… Y aquí nos hemos quedado casi en un coitus interruptus, frente al monitor o la página, pensando si esto era todo lo mejor que podía darnos Seeley.
Ya algo fastidiados con el dibujo poco convincente de To, leer este “Nightwing” #13 ha sido la peor de las desilusiones.

El simpático Nice y su fetiche por las máscaras

Queda sólo esperar que este in descenso del arco “Blüdhaven” sea algún ingenioso recurso literario de Seeley y que la verdadera sorpresa venga en el siguiente y final número.
No se imaginan con cuánta expectación espero que Seeley y su tropa me tapen la boca y que yo resulte ser como Kurwenal, el gran amigo de Tristán, que no entiende el significado de la llegada de Melot y los demás.
Pero si lo va a hacer, que lo haga antes que Nightwing termine más muerto que los dos amantes de la ópera wagneriana.
Ya saben, ser reseñador no significa ser lo suficientemente bueno para achuntarle a todo

“¿Debo beberlas a sorbos,
sumergirme en ellas?
¿Respirarme en dulces fragancias?
En la crecida ondulante,
en el sonido resonante,
en el universo suspirante
de la respiración del mundo,
anegarse,
abismarse,
inconsciente,
supremo
deleite.”
(Tristan und Isolde, tercera escena del Tercer Acto)

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