Reseña: “Nightwing” #14 - “Blüdhaven”, última parte

I ran away from myself

Título: Blüdhaven, Finale.
Escritor: Tim Seeley.
Artista: Marcus To.
Colorista: Chris Sotomayor.
Rotulista: Carlos M. Mangual.
Portada: Marcus To y Chris Sotomayor.
Portada alternativa: Ivan Reis, Oclair Albert y Sula Moon.

“Nightwing” #14
Seamos sinceros, queridos Run-Offs de la vida real:
Cuando comencé a leer la última parte del arco “Blüdhaven”, lo hice con la desidia de alguien muy desilusionado por lo que estos últimos números de Naigüín habían sido. El regreso al Blüd no había resultado todo lo que esperábamos y la trama misma se nos hizo predecible y, por no encontrar otra palabra mejor —o peor—, soporífera.
Pero me equivoqué.

Nice: ¡Quiéranme! ¡Necesito atención! (típico adolescente mamón)

Me equivoqué porque este “Nightwing” #14 partió de menos a más y el resultado final no fue tan nefando como supusimos.
Entiéndase bien que no estamos hablando de un número único que vivirá en nuestros recuerdos como una piedra de toque para definir la nueva vida de Grayson en mallas ajustadas, mas, en relación a lo que el arco fue, es una gran mejoría.
Incluso Marcus To parece dar por fin con el tono en un par de viñetas, en especial aquella en que vemos por primera vez a Cherry amarrada a una silla y, en primer plano, a Nice siendo lo menos nice que se puede con una mujer atada. El ángulo y la combinación de luz y sombra dan a la escena un aire peligroso que no habíamos visto.

Cuando lo quiere, To dibuja muy bien. Lástima que no lo quiera tan a menudo...

Claro que tampoco es que dure mucho porque el resto de las páginas continúa quedando al debe. Lo bueno es que, como el mismísimo Fernández nos confirmó personalmente hace un tiempo, él estará de vuelta en el “Nightwing” #16.
Entonces, ¿vale la pena leer la última parte de “Blüdhaven”?
Sí. Necesitamos la excusa para tener de vuelta a Naigüín en su ciudad-base original y este #14 nos la brinda excelentemente.
Todo tiene que ver con aceptar nuestra propia identidad, con encontrar nuestro lugar.
En las escenas finales del enfrentamiento entre nuestro héroe de las nalgas turgentes y Nice, se nos recuerda algo esbozado al principio del arco: necesitamos reflejarnos en nuestros pares para aprender quiénes somos en realidad bajo las máscaras.
Una proposición muy interesante y que, si Seeley lo hubiese manejado de una manera menos burda, podría habernos brindado una gran historia sobre las apariencias y lo que realmente somos. Tal vez no con tanta acción gratuita —aunque sea ello lo que primordialmente busquemos en estos cómics de consumo fácil—, permitiéndose la detención de la viñeta para plantear una idea, un axioma.
Pero, claro, hay ciertas condiciones que un cómic de este tipo debe cumplir… y un público que sólo espera splash-pages que nos asombren.

Nightwing echando de menos al Detective Dudley Soames.

Sólo que, en este arco en particular, tanta acción y tipo disfrazado jugó en contra.
Algo de lo que extrañamos aparece en este #14 y por ello aseveramos que su nivel estuvo muy por encima de los predecesores —en especial el infumable #13—.
Aún así, pese a los ripios en el camino, Ricardo Tapia logra encontrar su ruta, y eso es bueno: parte del objetivo de la iniciativa “Rebirth” es devolvernos el legado que perdimos por torpes decisiones editoriales. Y Nightwing, para todos nosotros, siempre será el héroe en mallas negras con las alas azules de un pájaro sobre su pecho, saltando por los tejados de Blüdhaven.
Gracias a este arco, Seeley ya lo tiene en el lugar indicado, listo para iniciar —re-iniciar realmente— su trabajo de Vigilante en Blüdhaven.
Con cada personaje en su lugar, una relación incipiente con Defacer —veremos qué dirá al respecto Batgirl… por no hablar ya de Starfire—, su propio trabajo “civil” y un departamento de policía en relación amor-odio con él; Naigüín está listo para dejar de arrancar de sí mismo y lanzarse tejado abajo a reclamar su sitial en el Blüd.

Esta sí me gustó: los comunistas vienen al Blüd.

De lo que se viene, ciertamente la última viñeta nos deja enganchados con lo que parece ser un doppelgänger de Naigüín, con el pecho rojo estilo New 52 y el pelo largo estilo noventas.
Seeley, aún tenemos fe en ti tras este mejorcito #14.
To, váyase a casa y siga participando.

Público, nos leemos en la siguiente reseña. Espero, Barbatos mediante, que con mejores números que reseñar.

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