عزرائيل
Título: “Intelligence”, parte
1.
Escritor: James Tynion IV.
Lápices: Álvaro Martínez.
Tintas: Raúl Fernández.
Colores: Brad Anderson.
Rotulado: Sal Cipriano.
Portada: Eddy Barrows, Eber Ferreira y Adriano
Lucas.
Portada alternativa: Rafael Albuquerque
“Hoy la ignominia y el suplicio caerán sobre los
infieles.
Aquellos a quienes el ángel de la muerte
recoja a la hora de la muerte,
ofrecerán su sumisión”.
(Sura 16, versículo 30, El Corán)
Jean Paul Valley —al igual que Bane— nació de la mano de Dennis
O’Neil y Joe Quesada allá por el
año 1992 como parte de los
preparativos que derivarían en la ahora mítica saga de “Knightfall”. Y su presencia, como Azrael, la espada asesina de la Orden de San Dumas, llegó a ser tan importante que acabó siendo el
reemplazante de Batman durante un
largo período.
Azrael, por cierto, toma su nombre de las tradiciones ágrafas musulmanes y judías
respecto del ángel de la muerte de Alá o Dios. Es aquel llamado a ejecutar la
sentencia contra los incrédulos y los infieles.
En su primera
acepción comiquera, el personaje
guardó mucha relación con su distante origen seudo religioso. La misma Orden de San Dumas hincaba sus raíces
en la perenne tradición de Órdenes místicas y secretas.

Pero The New 52 —y DCYou principalmente, en este caso— tuvo el desagradable efecto de
intentar arreglar lo que no estaba roto y el resultado, la mayoría concordamos
hoy, fue penoso por decir lo menos.
Azrael, por lo tanto, también sufrió con este “arreglo” innecesario y su
aparición quitó mucho del sabor que sentíamos cada vez que aparecía en escena o
se le mencionaba en la antigua continuidad.
Mientras O’Neil y Quesada concibieron a un asesino envuelto en la Guerra Santa de una Orden Mística que usaba de la tecnología para
ejecutar los juicios divinos de un Poder
Superior y Sagrado, Snyder y Tynion IV revirtieron el concepto y transformaron a la Orden en una suerte de Sillicon Valley que usaba la religión como un instrumento, todo basado en
códigos binarios y no en manuscritos inspirados por profetas ancestrales.
Resultado: este nuevo Azrael era un
mero asesino dotado de extraordinaria tecnología en un juego más bien corporativo
que espiritual.
De algún modo,
nos habían devuelto a Valley a la
actual continuidad pero, a la vez, nos habían engañado dándonos gato por
liebre —como se dice por mis tierras—.
Y entonces
apareció “Rebirth”, el glorioso intento
de DC Comics con Johns a la
cabeza de revertir todo lo perdido después del 2011. Y nos volvimos a encontrar con Azrael, esta vez en el contexto del “Detective Comics” del mismo Tynion
que había co-escrito su reaparición meses antes, sin embargo ahora no lo
hicimos con cierto resquemor, ni miramos a Valley
como una suerte de suplantador del personaje que amábamos: el trabajo del
discípulo aventajado de Snyder ya
había probado ser uno de los pilares de la recuperación del legado perdido de DC.
Y “Detective Comics” era el sitio donde
los personajes que orbitan en torno al planeta
Batman estaban reinventándose… o
mejor dicho, volviendo a ser lo que siempre fueron. Por lo tanto, aunque fuera
en un comienzo sólo como personaje secundario, nos alegramos de verlo rondando
en la reinventada continuidad.
Tras el número
extra largo —#950— del título,
nuestras ganas de saber más de Valley
se vieron alentadas por el episodio ahí presentado y por la introducción de un
nuevo enemigo que, supimos, serviría como la piedra de toque para que Azrael volviese a ser el que conocimos
hace unos 25 años.
Y ahora llegó el
momento.
Confiados en la
mano de Tynion IV y el brillante trabajo de Martínez
junto a Fernández en el arte,
acogemos este “Detective Comics” #958,
dispuestos a dejarnos llevar una vez más por toda la fuerza celestial del ángel
de la muerte.
El arco
—bautizado “Intelligence”— arranca con
paso firme, como un creyente en medio de una muchedumbre de infieles dispuesto a inmolarse por algún tipo de guerra santa viciada.
Al igual que en
el #950, la historia de Valley se encuentra ligada a la de Fox —Batwing— y es en medio de un partido de basketball donde aparece el
primer ominoso mensajero del futuro que aguarda a Azrael. Nada menos que Nomoz,
el maestro de Valley tal y como lo
conocimos en “Batman: La Espada de Azrael”,
el título en el que debutó este último.
Hoy reaparece
herido, aterrado: una fuerza se ha desatado, una nueva espada se ha alzado para
vengar al traidor de la Orden de san
Dumas. Es Ascalon.
Al mismo tiempo, Bruce Wayne llega al reabierto casino Iceberg Lounge de Penguin —cada vez más parecido a la
versión de De Vito. ¡Me alegra eso!—. Él también tendrá un encuentro con un
personaje ligado a la Orden: el
hermano Kodo, un hombre también
dominado por el terror ante la venida de Ascalon.
¿Dónde nos
llevará la historia?
Con un cliffhanger centrado en la aparición de Zatanna deteniendo a Ascalon, nuestro principal interés está
en la clara frase de Nomoz: “Un miembro de El Consejo ha estado
predicando en secreto… Dice que necesitamos despojarnos de la debilidad de la
carne para convertirnos en algo más grande. Convertirnos en pura FE”.
Y el Azrael que extrañamos es ése: el hombre
de fe que se niega a ser la espada de Dios. No otro soldado modificado por la
tecnología.
Queremos no sólo
el legado… Queremos la mística. Queremos la fe.
Que Alá Bismillah nos conceda de la mano de “Intelligence” recuperar al Jean
Paul Valley que conocimos hace 25 años.
Esperamos ahora,
penitentes, la continuación de este nuevo arco.
¡Shalom alekhum, hermanos!
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