Llámenme Ismael
Título: “Batman: Damned”, libro 1
Escritor: Brian Azzarello
Arte y portada: Lee Bermejo
Portada variante: Jim Lee y Alex Sinclair
Rotulado: Jared K. Fletcher
Lamentablemente opacado por la artificiosa, innecesaria y pueril —extremadamente pueril— polémica en torno
al desnudo frontal de Bruce Wayne, la semana pasada fue el estreno de la
nueva línea de cómics de DC titulada
Black Label con la que nuestra editorial favorita promete entregarnos
mundos alternos —sí, Black Label es algo así como la reinvención
del sello Elseworlds— con un público
objetivo marcadamente adulto.
Línea que, como era de esperar, tuvo como punta de lanza a Batman y al tan esperado “DAMNED”, de manos de los talentosos Brian Azzarello y Lee Bermejo.
Un cómic oscuro y viscoso que asusta, intriga y crea adicción a partes
iguales.
Por ello, como dijimos en el párrafo inicial, nos lamentamos por el
infantilismo de la mayoría de los fans que, pareciera, nunca hubiesen visto un
pene en la página de un cómic y que revela, peor aún, que hay una ingente
cantidad de público que nunca se ha dado la molestia de mirar por arriba de las
historietas de superhéroes al gran mundo de la historieta en serio, la que
llamamos con orgullo Noveno Arte, donde una escena de desnudo ni
siquiera es advertida por quién la lee. Espero que la mayoría de ustedes no
haya caído en la estupidez que desbordó las redes sociales y lean un cómic como
lo que es: una expresión literaria y plástica a la vez que necesita verse bajo
esos parámetros —sobre todo si es creada para un público maduro—, y no con los
parámetros de un adolescente lleno de granos que se masturba viendo excitado
los senos de las mujeres nativas en algún documental antropológico de Discovery.
Hecha esta molesta —y creo que inútil— salvedad es hora de viajar a esta
nueva versión de Gotham que Azzarello y Bermejo nos han preparado, al parecer, con tanto cuidado y amor.
Es un mundo alterno, eso se da por descontado, y por ello mismo todo está
permitido en esta ficción.
Una ficción en donde Batman no
es tan invulnerable como solemos verlo y, producto de un enfrentamiento brutal,
despierta dentro de una ambulancia con aparente riesgo vital.
Pero aquí y allá, como solemos decir, Batman es Batman, y
rápidamente escapa de la ambulancia para vagar por las nunca antes oscuras y
barrocas calles de Gotham. Quizá por
el mismo Crime Alley.
Es ahí cuando comienza esta odisea del Caballero
Oscuro, justo cuando el más
impensado de los salvadores hace presencia: John Constantine. El
mismo que será quién nos cuente esta historia ¡y he ahí la primera trampa de este texto!
La historia que leemos, o vemos, es siempre la versión del que la cuenta.
Nunca podemos saber si es la verdadera.
Un ejemplo clásico de esto es el primer párrafo de la mega-novela “Moby Dick” de Herman Melville. Como todos ustedes deben
recordar, comienza con el famosísimo “Llámenme
Ismael” que lleva a cualquier incauto a creer que ése es el nombre del narrador. ¡Nones! Cualquier profesor de
literatura medio les golpearía con la regla en la hueca testa para advertirles
que así es como el narrador se hace llamar, pero que no tenemos certeza
absoluta de que ese sea su nombre real.
Pasa lo mismo en el perfecto texto de Azzarello:
al ser Constantine —llamado por más
de una razón, un bastardo— quien
narra, sólo podemos asumir que esta es su
versión de lo que ocurre con Batman,
cuando no su propia intervención en la psiquis del Encapotado.
No lo sabremos, con seguridad, sino hasta el final del tercer libro de esta
exquisita pieza de cómic.
¿Qué vemos, entonces?
En primer lugar, la muerte del Joker.
Esto lanza la gran pregunta que guiará al Detective: ¿quién lo asesinó? ¿Fue
él mismo acaso?
Las imágenes de un aparente presente se mezclan con las de un ambiguo
pasado. Un pasado que nos muestra a un muy distinto Thomas Wayne del que
hemos conocido en versiones anteriores.
Este es un hombre libidinoso que antepone la seguridad de su hijo a la
falda de la primera mujer seductora que se le cruce.
El pequeño Bruce Wayne, por lo tanto, vive atrapado en
un mundo de falsedad, donde la clásica imagen de los padres y el hijo es sólo
una mascarada que disfraza a un hogar roto por las infidelidades y el engaño.
Siendo este el ambiente que le rodea en los tortuosos rincones de la
mansión, no es raro que esa oscuridad engendre una figura casi satánica, una
suerte de súcubo que está ahí para
tentar al niño y para enseñarle el camino que lo llevará a transformarse en Batman.
Lo que plantea una pregunta basal en “DAMNED”:
¿por qué Batman es Batman en esta
historia?
Damned se traduce como dañado.
Y el Batman de este cómic sí que
está dañado, pero no son sus cicatrices corporales las importantes sino las
psíquicas.
Nos preguntamos, entonces, si este Gotham
que vemos no es quizá la mente corroída de Bruce
Wayne.
La aparición constante de Deadman
—increíblemente retratado por Bermejo—
añade otra pátina de duda y vacilación al deambular de Batman por la ciudad.
Una chica que bien puede ser la Zatanna
de este mundo es ya un claro indicio de que la magia juega o jugará un papel
muy importante en el desarrollo de la historia. Pero no esa magia ligada a lo
oculto, sino más bien esa magia ligada al truco, a las apariencias.
Si la familia feliz de Wayne
niño es una fachada, ¿cuántas máscaras más nos presenta esta historia?
El guión está urdido de tal manera que nunca estamos seguros de lo que
vemos. Mucho menos Batman, cuyo
periplo lo lleva a una catedral para encontrarse con la imagen de un Cristo que en vez de un “INRI” luce un extenso “Hahaha”, signo inequívoco del supuestamente
asesinado Joker.
¿Es Constatine el ángel que ha
descendido sobre Gotham para redimir
a Batman? ¿O es el 'avad·dóhn que trae destrucción a una ciudad corrupta
cuyo más grande héroe es sólo una expresión más de esa podredumbre del dédalo
de calles que alimenta los sueños turbios de los habitantes de la infame
ciudad?
“DAMNED” ha comenzado. Tenemos en nuestras manos una
obra perfecta, ambigua, elusiva y fascinante.
Detenerse en niñerías como lo que muestra o no cierta imagen, es un
despropósito que cualquier verdadero amante de Batman y de los grandes cómics en general debe execrar, para concentrarse
en lo importante: el filoso texto de Azzarello
unido al soberbio arte de Bermejo.
Black Label
ha estrenado a lo grande, poniendo la vara muy alta para los próximos proyectos
que sean presentados aquí.
“DAMNED” puede transformarse rápidamente en la mejor
historia del año de nuestro Murciélago.
Nosotros en el Blog,
orgullosos de ser testigos del nacimiento de tal obra del Noveno Arte, estaremos atentos
a los siguientes dos libros de la historia para compartir con ustedes nuestras
impresiones y nuestras sensaciones.
Y, ante tal belleza de cómic, esperamos que ustedes también nos
compartan qué les ha parecido y qué otros detalles les han llamado la atención.
Comentarios
El arte de bermejo es un espectaculo, pero joker de azzarello, bat/deathblow, y noel son historias francamente olvidables. por tanto esta por fin es la oportunidad de llegar a ligas mayores en el batverso.
La verdad, le tengo mucha fe a este trabajo pues dc y los artistas llevan preparando esto de black label durante harto tiempo.
Ah, el batpene... en una escena romantica, o quiza una de tortura, o cualquier situacion en donde sea minimamente necesario, hubiera sido entretenido... supongo. (Nada superará a la escena de la espalda dañada de batman en esa historia de brave and bold en donde se casa con catwoman, la cual años mas tarde ha sido homenajeada por paul dini y alex ross en war on crime, y por nolan en batman inicia. eso era para demostrar que el personaje aun era una persona debajo del traje de superheroe). Pero una viñeta de un batpene en primer plano... no se. Sospechoso jajaj. Claramente huele a marketing barato, mas que a expresión artistica. Lo siento. Pero lo bueno es que sirvió para vender e interesar a mucha gente en esta historia, que supongo era el plan. Asi es que mision cumplida batpene!.
Propongo para el proximo comic de black label, una viñeta con bat-Pezones para homenajear al buen eschumajer y de paso volver a subir las ventas y ser trending topic.