Título: “Survivor” [#1009]; “The Brave and the Old” [#1010]
Escritor: Peter J. Tomasi
Artista: Christian Duce
Colorista: Luis Guerrero [#1009]; David Baron
[#1010]
Rotulador: Rob Leigh
Portada: Doug Mahkne y Baron [#1009]; Jae Lee y
Jung Chung [#1010]
Portadas alternas: Bryan Hitch y Alex Sinclair
“It's time that we
began
to laugh and cry and
cry and laugh about it all again”.
[So long Marianne,
Leonard Cohen]
Como si de una
rabieta —o temper trantum— se
tratase, las labores escrituriales de
Tomasi están resultando más
antojadizas que el rayo que derriba el jet en que Bruce Wayne junto a
otros billonarios atraviesa el Pacífico justo cuando Deadshot los ha secuestrado… WHAT?!
No, no, niños. No
se alarmen.
Es loco… pero es
bueno.
Sí, tras el
desastre del número con Joker —“Detective Comics” #1008—, Tomasi nos regala un par de números que nos llevan directo a la
aventura y a la diversión.
Un par de números
livianos, lleno de clichés, y que funcionan a la perfección para traernos
entretención en la vertiente más clásica de los comics —si nunca se han
preguntado por qué se les llama cómic, o tira cómica, estos dos números son una
excelente muestra—.
Veamos, entonces,
qué cuenta Tomasi ahora:
Tras una falsa
portada en el “Detective Comics” #1009 —aparece Freeze congelando a Batsy, pero de eso nada en las páginas
siguientes—, nos encontramos con un día típico de Bruce Wayne siendo
despertado por Alfred para concurrir
a alguna reunión importante. Y esto es un detalle a tener en cuenta: este arco
—que aún no concluye, valga la aclaración— tiene como protagonista más bien a Wayne que a Batman.
Justamente, por
razones de negocios, y junto a Lucius
Fox y una sarta de millonarios, se
monta en un jet rumbo a Singapur.
Mientras tanto
—como rezaban las novelas de bolsillo del Far-West—,
Tomasi nos lleva hasta Deadshot que cierra un contrato mediante
un mensajero enviado por algún desconocido.
Y esto marca una
característica de estos números: son dos escenarios a los que asistimos como espectadores.
Por un lado, Wayne el billonario; por el otro, Deadshot el trabajador asalariado. ¿Clase
alta contra clase baja? ¿Ricos contra pobres?
Nah… Tomasi no apunta tan alto.
Sólo una extravagante aventura cuyo escenario principal es una isla perdida en
el Pacífico… porque ¿ya les dije que
hay una isla, no?
En un mundo donde
los océanos están llenos de islas perdidas —el mundo de los cómics, I mean—, la aventura se traslada
prontamente a ese lugar.
Recapitulemos…
Primera línea
argumental: Wayne está durmiendo
tras una noche ardua de patrulla —¡con una escena genial de Batman entrando a la Bati-Cueva y sometiéndose a una ducha que
limpia su traje!—; es despertado por Alfred
para que concurra a una aburrida reunión; decide volar de inmediato a Singapur junto a otros colegas de
billetera amplia.
Segunda línea
argumental: Deadshot recibe un contrato y haciendo caso omiso de
aquello de no mates al mensajero… mata al
mensajero…
Ya sobre el jet,
se cruzan las dos líneas: Deadshot
secuestra a todos los ricachones (Wayne
incluido) y cae el dichoso rayo del que les hablaba al comienzo de la reseña.
Y se vuelven a
separar las líneas argumentales.
Wayne es encontrado inconsciente por dos nonagenarios veteranos de guerra —de la
Segunda, así que saquen cuentas—. Hiroshi
y Clarence se llaman y, como ya
habrán deducido, son un japonés y un estadounidense que al estilo de “Enemigo Mío” se han transformado en inseparables camaradas y amigos —no me
digan que nunca han visto “Enemigo Mío”, por favor, que contrato a Deadshot ahora mismo… para que me pegue
un tiro y librarme de este mundo insulso…—.
Mientras tanto en
el rancho… Ah, no… Digo, en otro lado de la isla, Deadshot y sus secuestrados —todos han sobrevivido… cosas del guión…—
viven una aventura tipo “La Isla de Gilligan” —no me digan que nunca… ¿Dónde dejé el número de Lawton…?—.
Ataque de
serpiente y pantera incluidos.
Pero la historia
requiere que Wayne —que no Batman— vuelva a encontrarse con Deadshot y esa pantera que mencionamos
es el nexo.
Tanaka se llama la bestia y es la mascota de los dos ancianos —mmm… dos hombres viviendo juntos… con
una mascota… Raro… muy raro…—; y vuelve
herida a sus amos.
La herida sólo
puede decir una cosa: ¡Deadshot!
Wayne va en su busca, disfrazado como un barato cosplay de Batman —como
esos que hace un chinito en internet—.
La pelea empieza
y justo cuando Wayne va a rescatar a sus amiguitos millonarios, Deadshot lo pone en su mira y…
Y hasta ahí llega
la cosa, dejándonos con un muy buen cliffhanger,
como corresponde a una historia a la antigua, divertida —ojo en ese sentido con
el título de la segunda parte, “The Brave
and the Old”, una clara referencia a las locas aventuras de “The Brave and the Bold”— y sin mayores
pretensiones que las de hacernos pasar un buen rato. Lo que se agradece cuando
parece que cada cómic que aparece debe ser oscuro, intenso y “serio”. ¡Muy
bien, Tomasi!
¿Qué más podemos
agregar?
El arte, sin ser
extraordinario, cumple. Duce sabe
acompañar un relato vertiginoso deteniéndose cuando conviene en viñetas de
ángulo forzado que refuerzan la idea de aventura como leif motiv.
Aunque son dos
coloristas los que firman, existe una unidad cromática que no crea diferencia
entre un número y otro.
Ahora nos queda
sólo la conclusión y rogar porque Tomasi
nos dé más historias de este tipo que lo bodrios que se ha despachado desde que
tomo “Detective Comics” como
escritor oficial.
¿Y qué pasó con “Year of the Villian”?
Debido a la
naturaleza misma del mega evento, su intervención es mínima, apenas un par de
páginas al final de cada capítulo que sólo nos repiten que la oferta que Luthor ha hecho a Freeze tiene que ver con la gélida Nora. Su historia plena está por verse.
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