Frozen, o los peligros de una mujer emancipada
Título: “Detective Comics” #1012-#1016 - “Cold Dark World”
Historia: Peter J. Tomasi
Lápices: Doug Mahnke y Tyler Kirkham
Tintas: Jaime Mendoza, Keith Champagne, Christian
Alamy, Mark Irwin, Mahnke y Kirkham
Colores: David Baron
Rótulos: Rob Leigh
Portadas: Guillem March, Arif Prianto, Mahnke y Baron
Portadas alternas: Ryan Sook, Tyler Kirkham, Paul
Pope, Bruno Seelig y Kaare Andrews
"Es hielo
abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y
no se siente,
es un soñado bien, un
mal presente,
es un breve descanso
muy cansado".
(Francisco de Quevedo)
Tomasi… nuestro
querido Tomasi. Casi como uno de
esos hijos que a veces hacen las cosas bien y los amamos… A veces hacen las
cosas mal y, ¡qué diablos!, igual los amamos…
Tomasi, insistimos, es algo así.
Desde que tomó las riendas de “Detective Comics” nos ha complacido… y nos ha decepcionado… Y aquí estamos
apoyándolo porque está resultando de lo mejor que le ha pasado al título (no
perdamos de vista que “Detective Comics” casi ha
desaparecido del radar de los BatFans,
oculto a la sombra de la imperturbable luz del “Batman” de King con sus
desopilantes, extravagantes, imposibles, interminables, absurdas, burdas, pero
innegablemente atractivas historias y arcos; amén de las ya incontables
historias paralelas que nuestro Encapotado vive todas las semanas en las
estanterías de DC Comics).
Gracias a esta suerte de “abandono”, “Detective Comics” puede ser una suerte de laboratorio para probar toda clase de
historias para el Murciélago. Como
una de amor… o de desamor… o de amor traicionado… No, no estamos hablando de BatCat, esa suerte de coitus interruptus que ya anuncia clímax (?) y babyshower: No, aquí estamos hablando de Victor y Nora Fries, esa eterna carta de amor que
comenzó a escribirse en las animaciones de Timm
y Dini y que encontró un merecido
eco en los cómics del Bativerso.
Contextualicemos: dentro del evento de “Year of the Villian”, numerosos personajes malosos de DC están recibiendo el cumplimiento de
un deseo.
Casi como una actualización del evento “Underworld Unleashed” del '95, Apex-Lex se ha presentado cual demonio Neron ante enemigos icónicos de cada superhéroe importante y les ha
dado los medios para cumplir sus sueños —claro que en esta versión, Lex obedece los designios de la matrona
Perpetua, amén de los desvaríos guionísticos de Snyder—.
Y como uno pudiera esperarse, el sueño de Mr. Freeze no es otro que volver a la
vida a su eterna amada Nora.
¿Quién osaría en su
sano juicio oponerse a tan romántico empeño? Bue… cierto Murciélago al que dejaron plantado en
el altar… es decir, azotea…
Aunque también uno pudiera intuir que el reguero de mujeres
asesinadas con hipotermia puede tener algo que ver. ¿Quién sabe?
El caso es que Apex-Lex
le ha entregado una milagrosa fórmula para que Nora salga de su estado de criogenización y Fries, obviamente, debe probar el producto en conejillos de Indias,
o sea, mujeres de características similares a su gélida cónyuge. Digo, es lo
que cualquier científico serio ha de hacer, ¿no? Yo no me atrevo a culparlo por
ello.
Batman,
oficiándolas de detective (y haciendo honor al nombre de este título) suma 2
más 2 y ¡tate! ya sabe quién es el culpable.
Lo que no se imagina es que Fries también ha hecho algunos aditamentos en su ártico yo y ahora
puede prescindir del traje y la claraboya que le mantenían bajo cero.
Más temprano que tarde se da el enfrentamiento, pero para
ese entonces Mr. Freeze ha logrado lo imposible: sacar
del estado criogénico a su esposa y poder abrazarla y besarla. ¡Anda! Que hasta
el más duro de corazón se conmovería con la escenita, a menos, claro está, que
se trate de Batman, al que dejaron botado con el vestido de novia puesto… (menudo detective que no vio venir eso, miau…).
Como los súper villanos suelen ser teatreros, la acción nos
traslada a un teatro donde tiene lugar el choque de titanes que deja congelado
a medio mundo y le revela a Batman
que ahora ya no se trata de Mr. Freeze solamente, sino de Mr. y Mrs. Freeze.
Corriendo contrarreloj, Batman,
ayudado por Lucius Fox y Alfred —vivo aún por cosas rocambolescas de la continuidad de los
comics—, lucha por encontrar el método de revertir la criogenización antes que
sus efectos sean letales para las personas atrapadas en el "fuego
cruzado" (nunca peor dicho, según el barómetro…).
El Murciélago
llegará apenas a rozar la solución, ofreciendo heroicamente su brazo como test-dummie.
Pero no todo resulta como se espera. Se acaba el tiempo. "¿Qué se puede hacer?",
se pregunta nuestro amigo de orejas puntiagudas mientras ve su brazo
bambolearse como pedazo de trapo.
La inesperada solución dejará a Batman congelado de la impresión: es el propio Fries quien le alcanza el antídoto.
¿Qué pasó?
Pasó que, como dijimos en un comienzo, esta es una historia
de amor trágico (¿es que no prestaron atención a los primeros párrafos?) y la
verdadera víctima y héroe aquí es el mismísimo Mr. Freeze.
Nora, como vienen
haciendo la mujeres con nosotros los pobres e ingenuos hombres por siglos y
siglos, al verse sanada, pronto se olvida de quién dio todo por rescatarla de
las crispadas manos del hielo eterno.
No sólo le hace el desprecio a nuestro pelón romántico sino
que lo remata traicionándolo sin la menor consideración por él.
Según el guión, y en un obvio intento de justificar a la
malagradecida bitch, el mismo
compuesto que ha vuelto a la vida a Nora,
la está enloqueciendo. Sí… cómo no… seguro que eso la hace colocarse un pañuelo
verde también y salir a protestar con las tetas al aire… psst…
Estando las cosas como están, con una Nora desatada matando de frío a diestra y siniestra, Mr. Freeze recurre a su tradicional némesis para detenerla y, miren
cómo se las gasta este romántico incurable, salvarla de una inevitable muerte.
Para convencer a Batman
de sus sinceras intenciones, Fries
le entrega la fórmula para sacar a la gente indemne de su letargo criogénico (y
de paso revivirle el brazo lacio que cuelga a su costado). Y en una suerte de Starsky y Hutch de Gotham, Batman y Mr. Freeze unen fuerzas para detener a la creatura más abominable
que puede existir: una mujer caprichosa y empoderada (que ni Lovecraft dio con un Primigenio tan ominoso).
Ahora el encuentro final es en un museo (hay que ver la
clase de locaciones que se saca Tomasi).
Para estar a tono con las circunstancias, Batman se enfunda en una armadura
especial con lanzallamas incluido, al cual no sabemos aún cómo llamar en el Blog: ¿Pyro-Armour? ¿La Estufa
Caminante?
En fin, que se dan de tortazos en torno a la Bailarina de Degas, recordándonos que Nora
era, de hecho, bailarina antes de la hipotermia aquella. Y justo cuando van a
ganar los buenos, Mr. Freeze se acuerda de cuánto ama a su
esposa, y esta se aprovecha con perfidia de él, dejándolo al borde de la muerte
y escapando en el proceso —un día cualquiera en la vida de cualquier hombre
promedio sometido a los designios diabólicos de su mujer—.
El epílogo nos muestra a Batman contemplando a Fries
en estado criogénico en Arkham.
Nora, libre y
desquiciada, planea su recién estrenada carrera criminal.
Un cambio de paradigma increíble que Tomasi nos ha servido de manera dúctil y atractiva.
“Year of the Villian”
ha sido el instrumento perfecto que en manos del autor se ha transformado en un
arco que vale la pena leer y releer.
Una historia con un desarrollo de personajes completo y que
acaba modificando el status quo de uno de los villanos principales
del Encapotado.
Difícil encontrar puntos muertos en la trama. Cada página es
aprovechada al máximo y nos agasaja con cliffhangers
precisos. Todo lo que ocurre es en pos de la trama. No tiene desperdicio y
rehúye la solución fácil o el sobre explotado recurso del Deus ex machina al que nos acostumbró Snyder y que King copia
con menos acierto que se predecesor.
El arte, en manos de varios artistas, es eficiente y logra
algunas viñetas dignas de colección.
El diseño de Nora
Fries —a un paso de replicar a un Borg del universo Star Trek— es acertado.
Transmite parte de la esencia del personaje y, siendo la versión femenina del
de Victor Fries, no pudo estar mejor imaginado.
¡Gracias, Tomasi!
A veces, lo mejor pasa lejos de los títulos más notorios y “Detective Comics” es una muestra de ello.
Gran arco. Voy a leerlo de nuevo. Vale la pena. Aunque me
muera de frío…
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