El niño mudo
Título: “Orphans”
Escritor: Tom Taylor
Artista: Fernando Blanco
Colorista: John Kalisz
Rotulador: Travis Lanham
Portada: Tony S. Daniel y Brad Anderson
Portada alterna: Joshua Middleton
El niño busca su voz.
(La tenía el rey de
los grillos.)
En una gota de agua
buscaba su voz el
niño.
No la quiero para
hablar;
me haré con ella un
anillo
que llevará mi
silencio
en su dedo pequeñito.
(El niño mudo;
Federico García Lorca)
Yo, niños que me leen, comencé a leer comics en la primera
mitad de los '70.
Sí, soy el más viejo del staff
del Blog. De hecho, podría ser el
padre de la mayoría de ellos… o el tío que los abusaba, whatever…
Yo crecí (y mi amor por Batman
junto conmigo) con historietas autoconclusivas editadas por Novaro o EN. Episodios unitarios que llenaban mi avidez de saber más del Encapotado (aparte de eso, tenía el Batman del Dios West y las series animadas de Hanna-Barbera).
Y eso, en cierto modo, me marcó: Hasta hoy me acomoda
enormemente el formato de historias de un solo número.
No puedo negar que hay arcos que me atrapan y los leo con
disfrute a medida que van saliendo (como ocurrió con el anterior arco “Cold Dark World” de “Detective Comics”), pero si me preguntan por mi formato preferido, el one-shot
es el tren que yo abordo sin miramientos.
Y hoy toca reseñar uno de esos buenos y raros one-shot.
“Orphans”,
a diferencia de lo que el título pudiera sugerir, no trata sobre algunos de los
adláteres que Batman ha acumulado en
sus ocho décadas de publicación, sino que apunta al niño sin máscara, el que es
héroe pero aún no lo sabe. El que necesita amparo y cobijo.
Como Dick Grayson, el Robin por antonomasia. Como Jason
Todd, que no sabía cuán desamparado
era en realidad. Como Tim Drake, que siempre soñó sin saberlo
quizá con ser el hijo de Wayne. Como
Damian Wayne, quizá el más necesitado de ellos cuatro, aunque nunca lo
admita.
Este número de “Detective Comics”
comienza con una analipsis: Bruce Wayne niño haciéndose de rogar para
asistir a la inauguración de un orfanato que llevará el nombre de su madre.
Así de sencillo, así de complejo.
De inmediato volvemos al presente y nos enteramos del escape
de un joven de aquel orfanato, un muchacho llamado Miguel Flores. Una
víctima, qué duda cabe, y que parece huir de algo.
Si hay un punto a destacar de este número es que su
principal protagonista no es Batman sino Bruce Wayne. Claro, es el Encapotado
quién se interesa por investigar la suerte del niño (a instancias de Lucius Fox, valga la aclaración), pero es Wayne quien ahonda en el asunto y usa al Murciélago como un instrumento o medio para llegar a su objetivo.
Se agradece la mano de Taylor
en una historia que pareciera mínima y que sin embargo contiene un mensaje muy
profundo que cala hondo no solo en Bruce
Wayne como protagonista sino también en
nosotros como lectores.
La inclusión de Damian
no se siente forzada sino que prácticamente necesaria. Taylor, que nos deslumbró tanto tiempo con “Injustice” y recientemente con “DCeased”, se mueve con agilidad en esa cuerda tensa
que es la relación padre-hijo de los Wayne.
La suerte de Miguel
Flores es desdichada. Escapando para
poder salvar a sus compañeros que están desapareciendo del orfanato, sólo
encontrará la muerte a pesar de los esfuerzos de Bruce y Damian por
encontrarlo y rescatarlo. Pero no será en vano: Wayne llegará al fondo del asunto y descubrirá una verdadera
industria de tráfico de niños bajo los auspicios del tal Sr. Morrison, administrador del orfanato Martha Wayne.
Se goza de sobremanera el buen puñetazo que Bruce le propina al maldito. Ya
quisiéramos ser nosotros quienes se lo propinásemos.
El capítulo termina con la reinauguración del orfanato, esta
vez bajo el nombre de Miguel, el
gran héroe de la jornada. Y acaba.
Así, corto y simple, pero apelando a sentimientos muy
profundos y rescatando áreas de Bruce
Wayne que entre tanta testosterona,
capas y peligros cósmicos, se pierde.
Muchas veces escuchamos la cantinela de que Batman es el mejor porque es sólo un
humano entre dioses. Sabemos que esa es una falacia del porte del Everest:
cualquier número semanal que involucra al Murciélago
da cuenta de que es cualquier clase de metahumano, pero nunca un humano común y
corriente.
Por ello esta historia tiene tanto significado: Taylor nos muestra el verdadero lado
humano de un héroe. El corazón que late bajo el pecho de Bruce Wayne y eso,
niños, es de agradecer.
Del arte de Blanco,
nada que decir. Acompaña al texto casi imperceptiblemente. Sabe ser dócil y
sabe ser agresivo.
Otro número redondo para “Detective Comics”.
Tras toda la acción y el frío del arco anterior de Tomasi, “Orphans” es un justo y cálido descanso que se extraña muchas veces
en el cómic mainstream.
Gracias, Taylor,
por este numerazo.
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